10 de marzo de 2017

EL VERDADERO PELIGRO DE LOS NAZI-FASCISMOS EMERGENTES.


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Para la clase trabajadora y la población en general,  es importante comprender cómo surgen los nazi-fascismos y en qué consiste su naturaleza y rasgos principales, para poder frenarlos y combatirlos de forma efectiva, abortando los peligrosos embriones que se están reproduciendo y existen en la actualidad.  Para ello debemos profundizar en el debate para tener una comprensión justa de los procesos históricos, pues como explicaba el filósofo George Santayana, “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”.

La clase trabajadora no podrá prepararse para contrarrestar y combatir a los movimientos fascistas en ascenso, si no analizamos esos fenómenos desde el ángulo de la sociedad capitalista en su fase actual de imperialismo multinacional y entendemos la correlación de fuerzas en litigio, entre los intereses de la clase capitalista y los de la clase asalariada.

El desarrollo del capitalismo que surgió en sus inicios como un sistema social revolucionario,  tuvo lugar a partir de la decadencia del modelo feudal al cual derrotó y superó. En la primera fase de su período de auge revolucionario que venció al llamado “antiguo régimen”,  tuvo su punto de inflexión con el estallido de la I Guerra Mundial. El nuevo modelo capitalista era progresista, aunque surgió y continúa con las manos manchadas de sangre por la violencia en defensa de sus intereses privados, pero fue progresista porque conseguía un auge en el desarrollo de las fuerzas productivas, potenciando el poder de los individuos sobre la naturaleza, combinando crecimiento y desarrollo.

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En cierta medida, en los países avanzados se incrementó el nivel cultural de la humanidad a pesar del coste de la sangría humana de las guerras y sus inevitables crisis cíclicas, experimentando un aumento de la riqueza, consiguiendo en los países principales del capitalismo, unas mejoras de los niveles de vida de las masas, de la cultura, la ciencia y del Estado de Bienestar, cuya gran crisis estructural de la posguerra se manifestó con la llamada crisis del Petróleo de 1973/74.

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Con el aumento de la productividad debido a la revolución industrial se consiguió una rápida expansión de la industria, el comercio y la agricultura, arrasando y sustituyendo los antiguos métodos de producción del feudalismo, debido a la aplicación de la ciencia, la técnica y los nuevos descubrimientos, lo que a su vez, producía un aumento numérico de la clase obrera, que en su lucha contra la explotación y opresión capitalista, continuaron con la creación de sus propias organizaciones de clase: sindicatos y partidos obreros.

No podemos olvidar que los derechos sociales, como el de asociación, petición, manifestación, libertad de expresión, huelga, a un trabajo digno e incluso el derecho a voto, no fueron concedidos con benevolencia por la clase capitalista. Fueron conquistados tras duras batallas y una permanente e implacable lucha por parte de los trabajadores que eran violentamente reprimidos por los poderes fácticos dominados por los capitalistas.

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Las clases dominantes pudieron ofrecer concesiones debido a los enormes beneficios que les ofrecía la expansión del capitalismo que se desarrollaba hacia la fase imperialista.  Esa evolución/revolución del sistema de los capitales lleva en su seno la concentración del capital con una fuerte tendencia a los monopolios, formando enormes multinacionales, lobbies  y carteles que son ahora mucho más potentes que incluso los propios gobiernos, pero a su vez, se ha fortalecido la clase trabajadora, tanto en los aspectos numéricos como cultural.

Como consecuencia del desarrollo del mercado mundial y de los beneficios, que es la lógica de la función histórica del capitalismo, en determinadas etapas, los intereses nacionales de las burguesías capitalistas, debido a la competencia, entran en conflicto necesaria e inevitablemente, por su frenético intento de encontrar mercados y extender su dominio y poder.   Pero las fuerzas productivas se desarrollan y expanden más rápidamente que los mercados, produciendo una nueva contradicción que convierte el freno relativo que significaba en sus comienzos tanto las fronteras como la concentración de la propiedad privada, en un freno absoluto en la actualidad.

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Esas contradicciones están en la base de la controversia que produjeron tanto la Primera como la Segunda Guerra Mundial y si no lo evitamos, nos llevarán a la Tercera.   En la nueva época en la que hemos entrado, con la pugna de los cuatro grandes bloques imperialistas, EEUU, China, Rusia y la Unión Europea y sus zonas de influencias,  luchando por la hegemonía económico/bélica en disputa por los menguantes mercados, no solo está reduciendo a la clase trabajadora a una pauperización creciente debido a la ofensiva de ataques con la austeridad y el “ultraliberalismmo nacionalista”, como el nuevo modelo Trump y otros que  está desatando la guerra comercial que puede globalizarse. Con ese modelo son incapaces de proporcionar a la población mundial,  ninguna seguridad, ni garantizar el trabajo, la vivienda, la sanidad, la educación y demás derechos básicos para una supervivencia digna, a la vez que sufrimos ataques en nuestros derechos, arruinan a las clases medias, autónomos, profesionales, funcionarios, pequeños empresarios, agricultores y demás sectores menos favorecidos de amplios estratos de población, cuya posición social se empobrece ahogados por los grandes magnates capitalistas y sus gobiernos corruptos.

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Todo ello indica el colapso del modelo capitalista que está obsoleto y en su combate contra la clase trabajadora, la clase dominante no puede basarse solo en los viejos métodos de represión que constituye la maquinaria estatal, que son en realidad destacamentos de hombres armados, su aparato judicial y sus ideólogos,  que defienden la lógica del lucro y la  propiedad privada de los medios de producción por encima de la vida humana.

En la actualidad, con el desarrollo de los medios de comunicación, las redes sociales, la prensa, radio y TV alternativas, ningún estado podría durar mucho tiempo si no domina y controla una base de masas a la que se ve forzado a mantener en un proceso de “alienación mental permanente” para que le otorgue su voto y poder ganar elecciones ilegítimas con financiación fraudulenta. El clásico modelo anterior de una Dictadura militar ahora no les sirve para alcanzar su propósito de permanencia en el poder, lo cual somete a sus ideólogos a un terrible dilema.

Los capitalistas y sus defensores, como Trump y sus homólogos en Europa tal como el Frente Nacional  de Marine Le Pen en Francia, Restauración Nacional Polaca, de extrema derecha ( NOP),  el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), La Liga Norte en Italia (LN) etc    y sus aduladores conservadores como Merkel, Rajoy, Hollande y otros, siguen un sendero que les llevaría hacia el modelo nazi/fascista, que podrían encontrar sus votantes  entre las clases medias proletarizadas y parte del lumpen-proletariado indignado, pero con sus mentiras y comportamientos demagógicos permanentes no les acaba de cuajar.  En ciertos momentos la clase trabajadora expresa sus aspiraciones, su indignación y sus reivindicaciones, luchando a través de organizaciones sociales existentes o empiezan a construir otras nuevas. También se expresan en las luchas sociales experimentando cambios bruscos y repentinos en la acción y en la toma de conciencia de clase con una creciente volatilidad.   

Bajo el yugo de la explotación, el paro y la miseria creciente, los trabajadores en su producción organizada en grandes fábricas y centros de trabajo, desarrollan una conciencia de clase unitaria, más temprano o más tarde, y cuando somos atacados por la crisis, se buscan soluciones socialistas a la problemática que la clase trabajadora padece. Es la posición social la que determina la conciencia de clase y no la cultura dominante, que imparte la ideología  burguesa, pero cuando salta a la lucha el movimiento obrero, a veces opera en sentido contrario a la domesticación en la que ha sido instruido.

Debido a su posición en la sociedad, las clases medias procuran situarse siempre en el centro de la “barricada”, declarándose insistentemente como progresistas y centrados, buscando un sitio intermedio entre la clase obrera y la clase capitalista, balanceándose a veces entre las dos clases fundamentales, hasta que empieza la batalla y ese centro teórico se hundie ante sus pies, empezando a entender que en la “barricada”  recibe golpes de ambos bandos, por lo que tienen que optar: “o con los unos o con los otros”, sucediendo primero una polarización, luego una radicalización y una politización crecientes de las masas.  

Si los partidos de izquierdas, que insisten en defender un programa socialdemócrata,  sin romper con el capitalismo, no pueden ofrecer una solución alternativa que convenza y gane la confianza de la clase trabajadora y a su vez a las capas medias, esta última optará por buscar alianzas con la clase capitalista y a veces esa alianza se convierte en el pilar principal de la involución, con peligro de deslizarse hacia el nazi-fascismo, como está ocurriendo en Francia y en EEUU, por poner solo dos ejemplos.  Algunos grupúsculos compuestos por retoños de la clase media, que de jóvenes se consideran de izquierdas, pueden girar violentamente hacia la ultra-izquierda y entonces, como dijo un clásico  pueden ejercer la violencia ya que “un terrorista es un pequeño burgués con una bomba en la mano”. Aquí se ve la necesidad de una verdadera izquierda que combata con firmeza al capitalismo y al terrorismo.

Los capitalistas a veces se ven incapaces de superar la feroz competencia en su lucha por los mercados mundiales, atacando como lo más fácil a la clase trabajadora,  haciendo bajar los salarios pero no pueden asegurar sus posiciones mientras que existan organizaciones de la clase trabajadora que se opongan a los ataques, a las guerras comerciales y a las cruentas.  Intentan buscar soluciones mediante la destrucción de las organizaciones de izquierdas que les estorban para sus planes, bien comprando a sus dirigentes o derrotándolas con la represión.  Pero cuando la lucha de la clase obrera crece o se internacionaliza y las convulsiones sociales se hacen potentes e incluso traspasan fronteras, los capitalistas recurren a la recluta de jóvenes que preparan para utilizarlos como carne de cañón para sus guerras o sus represiones, lo que favorece a los grupúsculos nazi-fascistas que se apoyan mutuamente, como vemos con las simpatías que tienen los líderes de Europa, cuando se han puesto todos firmes a las órdenes de Trump que se orienta en esa dirección nefasta.

Hay un dicho que explica que “el nazi-fascismo es el capitalismo químicamente puro” y su objetivo inmediato, como explica la historia y como procedieron Hitler, Musolini, Franco y demás dictadores, es aplastar a las organizaciones, partidos y sindicatos de los trabajadores, pues esa es la función del nazi-fascismo que la clase trabajadora tenemos la obligación de evitar y combatir.  La nazi-fascistización del imperialismo significaría que el capital financiero tomaría en sus manos directamente las riendas del modelo, mediante un gran líder autoritario,  y no como proceden ahora de forma diferida, mediante las órdenes que “emanan del gobierno mundial en la sombra”  cuyas directrices las marca el “Club Bilderbeg”, grupo de las 130 personas más influyentes del planeta. Con una aparente “democracia burguesa” en los países más “civilizados”, se declaran “liberales y demócratas”,  mientras amparan y toleran dictaduras sangrientas y gobiernos títeres por doquier, siempre y cuando se sometan a sus dictados.

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La nazi-fascistización global significaría la desarticulación, ilegalización y aplastamiento de las organizaciones de izquierdas, tanto políticas, sindicales y sociales, tomando a sus órdenes la prensa, las escuelas, las universidades, los sindicatos, los ayuntamientos y el Gobierno,  a través del cual emitirían órdenes militares a través del dominio del ejército,  decretos aplicados con métodos dictatoriales expeditivos bajo pena de muerte hasta el exterminio de toda oposición.  El objetivo del nazi-fascismo es reducir a los trabajadores y a toda la población a un estado de dominio esclavizante,  eliminando las libertades, para lo cual, como la historia nos enseña, crean una red de terror y exterminio para demostrar una supremacía racista y xenófoba en defensa de una supuesta “raza blanca superior”, con la eliminación física de todas las demás etnias y opositores. 

Esa es la organización del terror de Estado contra la que la clase trabajadora tenemos que luchar en legítima defensa para nuestra supervivencia porque nos va en ello el futuro de la humanidad.

La alternativa que tenemos que plantear a todo ese modelo de “horror sin fin” que nos acecha, no puede ser otro que el verdadero socialismo, basado en una auténtica democracia. Este nuevo modelo será posible con la participación activa de la mayoría de la población que somos la clase trabajadora, los jóvenes estudiantes, los autónomos,  los pequeños empresarios, el sector de la economía social,  la mujer, los pensionistas y demás sectores menos favorecidos de la sociedad, todos unidos y mejor organizados en una lucha implacable por la Democracia Política, Económica, Social y Cultural.

La clase trabajadora y las capas populares democráticas, unidas y organizadas por un proyecto común asumido por la mayoría, con una dirección firme y decidida, estaríamos en condiciones de avanzar hacia una verdadera sociedad pacífica y democrática, que frene y evite los nazi-fascismos rampantes. Una vez liberados de la lucha cotidiana por la supervivencia, debido ahora a la escasez a las que este sistema nos ha sometido bajo el capitalismo y con los medios de producción bajo control democrático de la sociedad, con la planificación científica de los recursos productivos, eliminando el secreto bancario que ampara la corrupción hasta su erradicación, los trabajadores y nuestras familias,  podríamos participar de manera consciente en las decisiones económicas, políticas,  sociales y culturales, encaminadas hacia una nueva sociedad basada en la ética, la igualdad, la solidaridad y la libertad, poniendo a las personas en el fundamento de la economía y ésta al servicio de la Humanidad, porque otro mundo no solo es posible, sino más necesario que nunca. Organízate y lucha “Por un Estado Socialista y Federal”(*) como alternativa a este podrido sistema capitalista, corrupto y decadente.

ÁREA DE COMUNICACIÓN
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE. A

(*) Si quieres recibir la Ponencia Política que ha sido aprobada en la 3ª Conferencia de Izquierda Socialista de Andalucia-PSOE, celebrada en Sevilla el pasado 4-3-17, donde se propone el desarrollo de la alternativa en 9 apartados que sacamos a debate, puedes solicitarla gratuitamente al correo de abajo, poniendo en asunto la palabra “Por un Estado Socialista y Federal”:

ispsoeandalucia.malaga@gmail.com 










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