14 de enero de 2015

CONTRA LAS “(in)CULTURAS” DE LOS TERRORISMOS.

 En todas las religiones hay sectas fanáticas que se auto-conceden la licencia de matar en el nombre de su dios, como hemos visto recientemente en París, donde unos terroristas, gritando el nombre de  Alá, han cometido una brutal masacre, que rechazamos y condenamos rotundamente.   Recientemente vimos a los sionistas, fanatizados por considerarse “el pueblo elegido” ordenar un nuevo ataque del potente ejército israelí para arrasar la Franja de Gaza, en esa guerra desigual y no declarada, contra el pueblo palestino que dura decenas de años. Los “cultos e inteligentes” cristianos Bush, Aznar y Tony Blair iniciaron el ataque a Irak, fanatizados por una guerra preventiva contra las “armas de destrucción masiva”, que resultó una gran mentira, agudizando el desequilibrio de la zona. Algunos analistas explican que el peligroso Estado Islámico, base del fanatismo actual, desgajado de la rama de Al-Qaeda, son ambos, junto con diversos grupos fanatizados,  el producto de esa cultura de la “guerra santa”, que tiene sus raíces en la disputa económica por el petróleo, los territorios y las materias primas. La cultura burguesa de la clase dominante, esté influenciada por las creencias musulmanas, cristianas, hebreas o de cualquier otro credo,  educan  a los “súbditos y ciudadanos” para creer en la ficción y en la religión que “utiliza” cada Estado,  que se sustenta sobre una base filosófica metafísica. Eso equivale a enseñar a creer en lo que no se ve, sea mentira o sea verdad. Con esa técnica,  la burguesía se permite servirse del pueblo a base de la “alienación mental”, para su provecho de clase y perpetúa la explotación del pobre por el rico. A la burguesía no le interesa enseñar a pensar, ni las libertades,  sino enseñar a obedecer para someter mejor a la población  mediante el miedo. 

Tanto el terrorismo individual, como el terrorismo de Estado, perjudican los intereses de los trabajadores y beneficia a los capitalistas-imperialistas. La lógica de la cultura del dominio de los capitalistas es contraria a la lógica de lo que entienden los pueblos. La cultura para el pueblo, la cultura obrera, que como explicaba el clásico “es una lucha permanente contra la ignorancia impuesta por la clase dominante”, necesita basarse en el conocimiento científico, es decir, que se soporte en una filosofía basada en la ciencia y el materialismo dialéctico, que nos enseñe a buscar la verdad ética para mejorar la humanidad, rechazando el individualismo, la opresión, la explotación, el engaño, que son los “valores culturales” impartidos por la clase de los poderosos y corruptos.  Una cultura del pueblo y para el pueblo, tiene que ser profundamente democrática, para combatir la burocratización y la corrupción, pero es incompatible con la “cultura burguesa capitalista”, vertical y tendente al ordeno y mando, que apunta hacia el signo contrario, de la represión y las “mordazas” al pueblo.  A la moral hipócrita de la burguesía y el clero tenemos que contraponer la ética socialista que es la filosofía más adecuada para la clase trabajadora. 

Pero bajo este corrupto sistema capitalista no se puede aplicar una educación científica global porque los poderes fácticos, como son los capitalistas, el clero y los ejércitos a su servicio, se oponen al progreso y al cambio. Los ataques y recortes a la investigación y la educación son constantes.  La clase dominante, a través de su brazo ideológico que es la religión, se opone a que se tomen las medidas adecuadas para el progreso y las libertades porque están defendiendo intereses privados. No pueden defender lo público porque contradice su propia filosofía ni aplicar los Derechos Humanos en su totalidad.  No defienden una educación, laica, científica, pública, igualitaria y de calidad, porque necesitan fomentar las élites formadas por los retoños de la burguesía para perpetuar su dominio de clase. Es imposible que la burguesía pueda defender una política social solidaria que satisfaga las necesidades humanas porque perjudica su móvil, que no es otro que el lucro privado.
 
Al impartir el conocimiento bajo un cierto método y con unos objetivos concretos, incluso el pensamiento de los economistas burgueses está deformado. En su modelo económico, no se estudia para producir encaminados a satisfacer las necesidades de la población, sino para el lucro privado de los poderosos. Los que entran dentro de esa categoría profesional, son unos simples “mercenarios”, lo sepan o no, que actúan hipócritamente en defensa de sus amos los capitalistas. Están al servicio de los intereses de quien les paga a sabiendas que con sus planteamientos y sus técnicas perjudican a la clase trabajadora y a los pobres.  Existen países musulmanes ultra-reaccionarios como Arabia Saudita, Qatar, Marruecos, Irán y otros que han venido financiando a grupos islamistas radicales que no respetan tampoco los Derechos Humanos y causan el terror con sus actos violentos.  También existen países con gobiernos reaccionarios dominados por otras religiones fanatizadas incluso en Europa y potencias imperialistas como EEUU, donde tienen muchas afinidades y convenios económicos con los países antes dicho y todos a su vez, financian y entrenan a fuerzas armadas que se  preparan para la intervención en la pugna inter-imperialista en la que están enfrentados,  acelerando la carrera armamentística y los conflictos bélicos.

Nos han bombardeado con la propaganda de que la “economía de mercado” es la más eficiente. ¿Para quién? Es siempre más eficiente para los que tienen recursos. Hagan la prueba de ir a cualquier mercado sin dinero y comprobarán la “libertad de la que gozan”. En el mercado se ejerce la “Libertad del Poderoso”, contra el débil, que es el obrero, que pierde su libertad cuando el patrón le arranca la plusvalía, o cuando lo manda al paro, y que no puede ser fuerte porque está desorganizado y desunido, viéndose sometido, tanto por la cultura de la clase dominante como por la fuerza de los poderes instituidos. 

Con la entrada en la Unión Europea y la puesta en marcha de una serie de políticas a base de Directivas emanadas de grupos financieros, que funcionan como la “dictadura del capital” que actúan al margen del control político, cuyo fin concreto es la defensa de los intereses de esa “Europa de los Mercaderes” que tanto hemos venido denunciando desde Izquierda Socialista de Málaga-PSOE-A, y que nos prometieron que tan beneficiosa sería, porque el comercio iba a favorecer el desarrollo, eso ha sido cierto solo en parte. Ha sido cierto para la burguesía, en cuanto que ha beneficiado el desarrollo y la potenciación de la banca, los monopolios y los grupos de presión de los imperialistas europeos, perjudicando los intereses de los trabajadores y capas menos favorecidas.

Ejemplos hay miles, pero para muestra basta un botón. La Unión Europea ha entrado  de nuevo en recesión y en los últimos cinco años ha pasado de tener 25 millones de parados a 122 millones al final de 2014,  que son en la actualidad el número de personas que buscan desesperadamente un puesto de trabajo sin posibilidad de encontrarlo en el corto plazo. Los niveles salariales están bajando en términos relativos y absolutos. Los recortes sociales son evidentes. El sistema capitalista ejerce una tremenda violencia contra los trabajadores, cuando vemos que el paro golpea sobre todo a los jóvenes menores de 25 años, siendo el paro juvenil muy traumático ostentando el Estado español la tasa más catastrófica de toda Europa alcanzando una tasa del 57 % cuando la media europea está en el 24 %, lo que también es una barbaridad y un verdadero escándalo público.

Para salir del atolladero en el que nos ha metido el “libre mercado” capitalista, no queda otro remedio que luchar en líneas de clase para avanzar hacia un nuevo modelo de sociedad, donde se pueda planificar la economía. Como no se puede planificar lo que no se controla y no se puede controlar lo que no se posee, lo conveniente sería que se plantease claramente sobre la mesa un programa verdaderamente socialista, donde se contemple la nacionalización de los sectores básicos de la economía, entre ellos la banca, los monopolios y los latifundios, indemnizando en casos de necesidad, para planear de manera científica y armoniosa el futuro de la producción y la distribución de bienes y servicios, que nos permita acabar con las tremendas desigualdades sociales, fermento de los “fanatismos de los falsos profetas” que es la base del terrorismo.

Con un modelo cultural y productivo diferente, con sindicatos fuertes y combativos, con una democracia socialista sana, y una economía al servicio de la humanidad, trabajando todos, produciríamos más y democráticamente se repartiría mejor el fruto del trabajo social;  sería el inicio de la salida de la recesión con el rumbo puesto hacia un nuevo modelo de sociedad, que deje en el basurero de la historia el corrupto modelo capitalista que está obsoleto y ha colapsado corroído por la especulación, la corrupción y sus propias contradicciones. La clase trabajadora, en legítima defensa, tenemos que movilizarnos, organizarnos y unirnos para cambiar la sociedad, porque otro mundo es posible, pero con Socialismo, Libertad, Igualdad,  Democracia, Justicia y Paz, porque con el capitalismo, sus enfrentamientos bélicos y los terrorismos, la humanidad camina hacia la catástrofe.


AREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A


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