6 de octubre de 2014

A LAS “TARJETAS NEGRAS”, EL PUEBLO LE SACA “TARJETAS ROJAS”.

El tremendo escándalo producido por el saqueo al Estado con el método de las “Tarjetas Negras” de Caja Madrid, que estamos pagando los ciudadanos con impuestos y recortes, para tapar los desfalcos de Bankia y resto del sector bancario, no para de producir un incremento del profundo descrédito de las instituciones burguesas que se hunden en la ciénaga de la corrupción.  Estamos cada vez más indignados con el nivel de casos que siguen saltando, como el Caso Pujol, el Caso Gurtel, el caso de los ERE,etc que se extienden por todos los estamentos de este estado capitalista en descomposición, donde algunos elementos “han robado por encima de sus posibilidades”.  
            
Pero lo más vergonzoso es la implicación en esa y otras tramas de corrupción de representantes de la izquierda, incluido el PSOE, IU, UGT, CCOO y la Patronal, que casi nunca se menciona en las informaciones; ante esta escandalera de abusos de las tarjetas negras, los trabajadores esperan de una vez que se utilicen las “tarjetas rojas” para expulsar del campo de juego a todos esos indeseables, sátrapas, oportunistas, corruptos y trileros que usan la política para su provecho propio, robando al pueblo y no para defender el bien común, como defiende la teoría socialista y como debieran comportarse los representantes de la  ciudadanía.  Tanto el PSOE como otras fuerzas han denunciado el uso corrupto de esas tarjeras y parece que el Gobierno anuncia que  hacienda investigará a los 86 directivos que se han llevado en torno a los 15,5 millones de euros, pero eso no basta, deben devolver hasta el último euro y que sean llevados a prisión por esas fechorías.
            
Desde la corriente Izquierda Socialista hemos venido luchando permanentemente contra las derivas neoliberales, la corrupción, el abandono de los principios socialistas, las tropelías, desfalcos y abusos, se hagan dentro o fuera del Partido. Decía Pablo Iglesias que “una dirección es 90 % ejemplo” y mal ejemplo siguen dando desde nuestra dirección, al no haber puesto los mecanismos que se aportaron por los sectores críticos en los Congresos,  para impedir y erradicar esos comportamientos antisocialistas, exigiendo dimisiones o expulsiones fulminantes en las malas prácticas de la gestión, cuando en teoría, decimos que “el que la haga que la pague”, como han declarado en ocasiones tanto la compañera Susana Díaz, como Pedro Sánchez y otros dirigentes del PSOE.
    
Desde las bases y desde nuestra corriente Izquierda Socialista estamos esperando esa regeneración que tanto se ha prometido y exigimos responsabilidades políticas, tanto de los afectados por esas prácticas abusivas y corruptas, como de los que les han nombrado y les apoyan, por el deterioro que eso representa para el Partido. Entendemos, aunque nos preocupa,  la desbandada de votantes que rechazan esos comportamientos insanos y que legítimamente les empujan a cambiar su apoyo a otras fuerzas, principalmente a Podemos, a Izquierda Unida u otras.
            
Ya analizamos en su día que una de las causas principales de la victoria del PP en las generales de 2011, no fue tanto por méritos de la derecha, sino por el profundo descrédito al que había llegado el PSOE, por su sometimiento a las directrices de los poderes financieros exteriores y el abandono de la defensa del mundo del trabajo.  Esa situación se combinó con la expectativa de grandes sectores de las capas medias, que confiaron en que el PP les podría sacar del atolladero en el que les había metido la crisis económica y que podrían volver a disfrutar de la tasa de ganancias del periodo anterior, pero ahora comprenden que era una falsa perspectiva y más de la mitad de los votantes del Gobierno Rajoy les ha retirado su apoyo.
            
Casi tres años después de que Rajoy ganara, la situación económica de las familias trabajadoras y las capas medias se han deteriorado grandemente, por el impacto de la brutal recesión del sistema y el desarrollo de la política del PP a favor de la clase dominante. La contra-reforma laboral, los recortes presupuestarios,  la bajada de los salarios y el nivel de vida de las masas  están provocando una creciente movilización social y un giro a la izquierda en la sociedad, que está situando al PP en una situación de aislamiento, con una expectativas de votos en torno al 15 % en algunas encuestas y un hundimiento en relación de los que  obtuvo en las últimas generales.

Contaminados por el caso Bárcenas-PP, que pone al desnudo la corrupción generalizada de la cúpula del partido del Gobierno, que mantiene y refuerza los vínculos directos con banqueros  mafiosos y grandes empresarios que les han estado financiando con esos métodos de los “sobres en B”, junto con el fracaso de Gallardón en la apuesta por la Ley del Aborto, que le ha costado su dimisión,  han provocado un profundo descrédito en las filas y los votantes del PP.           

Los recortes sociales y ataques del  Gobierno PP no han terminado, pues preparan una nueva fase hasta 2017 que superarán los 40.000 millones de euros más de bajada en los gastos sociales, lo que están provocando y acelerará la degradación de las condiciones de vida de las masas hasta situaciones dramáticas.  Las políticas antisociales del PP han provocado ya la destrucción de millones de empleos. El paro no baja del 25 o del 26 % de la población activa y entre los jóvenes alcanza la tasa del 56 %.  Los parados con más de un año sin trabajar están en torno a los 2 millones. El poder de compras de las familias trabajadoras se redujo el año pasado más de un 12 %. Los gastos de agua, electricidad y productos de primera necesidad aumentan descaradamente; el riesgo de exclusión social afecta a un 30 % de la población.
            
Ante esta dramática situación social, aunque digan que la economía se está recuperando (los banqueros y grandes empresas si ganan fabulosos beneficios),  lo que si es cierto es que las desigualdades aumentan y la pobreza se incrementa y acucia;  se está desatando el mayor movimiento de rechazo y contestación social desde la Transición, agravado por la cuestión “nacional catalana” que pone en entredicho el pacto de 1978, sacando a debate la necesidad del cambio del “modelo de Estado”.
            
Desde la explosión social que representó el 15-M, venimos asistiendo a procesos de luchas, como manifestaciones, protestas, huelgas, como la de la Marea Negra de los Mineros, la de la Marea Blanca de la Sanidad,  la huelga General del 14-N a escala estatal, la de los trabajadores del campo dirigidas por el SAT, la Marcha de la Dignidad con millones marchando sobre Madrid, la lucha magnífica de la PAH contra los desahucios, demostrando que el Gobierno no evita que los banqueros no cumplen la Ley emanada de Europa, la huelga la de la Marea Verde de la Educación que este mismo mes de octubre hay una convocatoria del Sindicato de Estudiantes para una huelga de 72 horas, los días 21 al 23,  a la que se invita a la comunidad educativa, pidiendo el respaldo activo y masivo de profesores, alumnos y padres.
            
Ante este panorama, lo que verdaderamente sostiene al Gobierno es la división de las izquierdas, sobre todo por la ambigüedad de los dirigentes de la socialdemocracia y dirigentes sindicales, que en plena ofensiva de la clase trabajadora titubean o incluso rechazan la Unidad en la lucha para cuestionar claramente la política del Gobierno PP. La lucha educativa puede ser el principio del fin del Gobierno de Rajoy, tocado ya por el hundimiento de Gallardón, las mentiras y las corrupciones, si los dirigentes de izquierda, PSOE, I.U, Podemos, UGT, CCOO, S.E. CGT, SAT y demás organizaciones sociales, presentaran un plan común para transformar la sociedad.
            
Ese plan común debería constar de un aumento de las inversiones sociales. Un plan de viviendas para todas las familias.  En Educación tendría que incorporarse los centros concertados a la red pública, para una enseñanza gratuita, laica, de calidad y científica, incrementando hasta un 7 % del PIB los presupuestos. Defender una Sanidad Pública con incrementos sustanciales en inversiones. Lucha firme contra la especulación y la corrupción, con una reforma fiscal justa que ataque a los saqueadores y defraudadores, para expropiarles los bienes y riquezas producto de sus desfalcos. Un plan de choque contra el paro, con reducción de la jornada laboral a las 35 horas, repartiendo el trabajo como un bien escaso. Un salario mínimo de 1.000 euros y una renta básica del 80 % del SMI. Jubilación con contratos de relevo, para que a partir de los 60 años se vayan cubriendo los puestos con gente joven. Fortalecimiento de los derechos sociales y fomento a la producción, con apoyo a la economía social, a los autónomos, a las pymes y a los jornaleros y campesinos, mediante una reforma agraria integral y científica.
            
Para llevar a cabo un programa socialista de esta envergadura es preciso poner la economía al servicio de los seres humanos, empezando por los económicamente menos favorecidos, es decir, las familias trabajadoras y los pobres, es decir de la inmensa mayoría democrática y no del lucro privado de unos cientos de banqueros y oligarcas que no han sido elegidos por nadie.  Necesitamos dotar al Estado de una Banca Pública, nacionalizando el sector financiero, los latifundios ociosos y los monopolios, indemnizando a los pequeños accionistas en caso de necesidad comprobada. Se pondrían todos los recursos productivos bajo control democrático de la clase trabajadora, para luchar contra los despilfarros, la corrupción y los saqueos de las cuentas, eliminando los secretos bancarios y empresariales.  Así se planificaría democrática y científicamente la producción poniendo la economía y la producción al servicio de la sociedad anteponiendo el bien común a los intereses privados, para cumplir la aspiración del programa inicial del PSOE, que es “la completa emancipación de la clase trabajadora; es decir, la abolición de todas las clases sociales y su declaración y conversión en una sola clase de trabajadores, dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes”, como defendían Pablo Iglesias y los fundadores del PSOE y la UGT,  y como seguro que concuerdan en ello,  el nuevo Pablo Iglesias, líder de PODEMOS, sus bases y también IZQUIERDA UNIDA, junto a los millones de seguidores y votantes de la izquierda, de los sindicatos y de las organizaciones sociales.   

Con un programa similar a ese, debatido desde las bases y defendido mediante un plan de acción conjunto, por todos los trabajadores, con  “Socialistas” y  mediante una lucha  conjunta con  “Izquierda Unida y los sindicatos”, está claro que si  “PODEMOS” y debemos luchar por cambiar esta degenerada sociedad capitalista.   Por una coalición de las izquierdas para derrotar al PP y poner las bases para la transformación socialista de la sociedad.

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com



           
           


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