La
autodeterminación, o sea, el derecho de libre determinación de los pueblos a
elegir su propio destino, significa el derecho de un pueblo a poder decidir sus
propias formas de gobierno, es decir la capacidad de procurar su desarrollo
económico, cultural y social, organizándose libremente, sin injerencias
externas y de acuerdo con el principio de igualdad mutua.
Ese
derecho está recogido en varios documentos internacionales importantes, como la
“Carta de las Naciones Unidas” , “Asamblea General de la ONU y
otros “Pactos Internacionales de Derechos Humanos”, pero en realidad,
bajo el sistema capitalista, se queda sobre el papel que lo aguanta todo.
Resoluciones
numerosas de la ONU hacen referencia a este principio desarrollándolo mediante
resoluciones, como por ejemplo la Nº 1514 (XV), 1541 (XV), 2625(XXV), que hacen
mención al Derecho de Autodeterminación de los pueblos colonizados u oprimidos,
pero incumplidas una y otra vez por el veto de las grandes potencias.
El
“Comité de Derechos Humanos”, refiriéndose al concepto de libre determinación y
explicando que tiene una gran fuerza, pero con un potente contenido polémico,
ha puesto de manifiesto su “naturaleza fundamental al señalar que es requisito
necesario para la plena efectividad de los Derechos Individuales”. Pero todos sabemos que el sistema capitalista
se basa en la desigualdad, la opresión, la discriminación y la explotación, que
contradicen esos Derechos.
Bajo el
capitalismo nunca se podrán cumplir plenamente los Derechos Humanos ni podrá
conseguirse una verdadera democracia. La
clase dominante, es decir, los banqueros, especuladores, monopolios,
terratenientes y oligarcas, junto con los políticos afines que les sirven de
administradores y defensores, que son en realidad una “pequeña minoría” de la
población, impiden o frenan el desarrollo de los derechos de la “gran
mayoría” que representan los millones de
parados, asalariados, pensionistas, capas medias empobrecidas y demás personas menos
favorecidas de esta sociedad, por lo cual, el sistema capitalista no puede ser
“democrático”, ya que la “minoría” de los poderosos impiden los derechos de la
“mayoría” de los pueblos.
Los
capitalistas utilizan todo el aparato del Estado Burgués, engañándonos con
frases como “el Estado somos todos”, hablando de igualdad (teórica), justicia,
libertad y demás frases rimbombantes, que en realidad ocultan sus privilegios,
manipulando mediante la política, a
jueces, policías, político y
banqueros, para doblegar la voluntad de
rebeldía del pueblo cuando luchan en calles y plazas exigiendo que se cumplan
esos Derechos que se les niegan una y otra vez, manteniéndolos solo sobre el
papel de la Carta de Derechos Humanos, Carta Magna y demás legislación, que
favorece siempre a los más poderosos.
La
burguesía sigue utilizando la vieja táctica de “divide y vence”, por lo que
también emplea la forma clásica de fomentar la división de los trabajadores en
líneas “nacionalistas”, para amortiguar
la lucha de clases, pero a veces se pasan de frenada o cometen errores graves,
como ha ocurrido con la cuestión de Cataluña, donde la contradicción, sumidos
en una crisis económica endémica, donde se prepara un escenario de lucha de
clases convulsiva y ascendente, resulta cada vez más complicada, que pone en
evidencia la ineptitud del Gobierno Rajoy para ofrecer una salida política, al
utilizar el “inmovilismo”, la amenaza y el chantaje que agudizan el conflicto.
En
Escocia hemos visto que la campaña sobre el referéndum por la independencia,
tanto las cuestiones de clase como la cuestión de la nacionalidad han ido
parejas, pero con el triunfo del NO por un estrecho margen. Lo que más ha influido en el voto del pueblo
ha sido quizás, la campaña de terror de la burguesía británica, sobre la
situación posterior, donde se tendría que decidir sobre la posición de los
bancos, las petroleras, la salud, las pensiones, los salarios, es decir, la
economía y las cuestiones sociales.
Sobre la cuestión de Cataluña, ha empezado a hablarse con fuerza del
cambio de residencia de los bancos y otras importantes empresas, amenazando con
el desmantelamiento de la capacidad productiva, que ahogarían a la pequeña y
mediana empresa e incrementaría el paro y la desigualdad, con lo que nos
enfrentaríamos a un proceso de tremendas convulsiones sociales, de la que solo
la clase trabajadora catalana, unida al resto de la clase trabajadora del
Estado español, puede ofrecer una salida.
Todos
los pueblos tienen el “legitimo derecho a la Autodeterminación”, como hicimos
referencia en los párrafos del inicio de este artículo, pero en este sistema
antidemocrático donde dominan los intereses del capital, anteponiéndolo a
cualquier otro derecho de los pueblos, el “derecho a decidir” es visto por la
clase dominante como un atentado a “su poder”, por lo que, en vez de dividirnos
en líneas “nacionalistas” tendríamos que procurar unirnos en “líneas de clase”.
Cuando
se ha dado algún proceso “democrático”, la clase dominante primero ha intentado
cortarlo, pero cuando se ha hecho inevitable, lo ha permitido mientras que lo
ha controlado y si no, aplica la política del “terror financiero” o incluso el
“terror bélico” para impedirlo. En la
actualidad, los pueblos intentan conseguirlo de forma pacífica y democrática,
como hemos visto en Escocia recientemente,
como vimos en Quebec y como se reclama ahora en Cataluña y otros
pueblos.
Pero la
clase capitalista dominante nunca admitirá de buen grado el ejercicio de ese
legítimo derecho, permitiendo el ejercicio del voto mediante una verdadera
democracia de los pueblos con absoluta libertad. Esto indica que los derechos nunca son
otorgados, sino que deben ser conquistados por la lucha organizada de los pueblos
en acción colectiva y unitaria, para vencer la resistencia de los que
detentan el poder, falsamente en el nombre del pueblo, pero sin el pueblo.
La
sociedad capitalista solo podrá ser transformada mediante una lucha masiva,
organizada y unitaria de la clase asalariada y la juventud, en alianza con las
capas medias empobrecidas por el sector financiero que les ha llevado a la
ruina.
La
misma clase capitalista dominante, a través del sector financiero y los
monopolios, oprime, saquea y empobrece a la clase trabajadora y a esas capas
medias, atacando y destruyendo el nivel de vida del pueblo, sea mediante la
“gran burguesía españolista”, fuese mediante la “pequeña burguesía catalanista", porque mediante
ambas, el modelo de explotación es idéntico, es decir que la lógica del
capitalismo es “robar” las plusvalías del trabajador que es donde obtienen sus
beneficios, para atesorarlos en Andorra, en Suiza o en cualquier otro sitio, empleando la explotación, la estafa o
los ataques y recortes permanentes.
Para
responder a estos permanentes ataques, los dirigentes de la izquierda, tanto
política como sindical, tienen que
ejercer el derecho legítimo a movilizar, unir y organizar mejor a la clase
trabajadora para hacer frente a la clase dominante hasta derrotarla,
oponiéndonos con “honradez y firmeza” a la Dictadura Financiera de la Troika,
para cambiar el modelo capitalista por una verdadera democracia, defendiendo un
programa socialista que favorezca a los sectores más empobrecidos.
Eso
será posible mediante la lucha unida de la clase trabajadora en defensa del
socialismo internacionalista, que asuma la tarea de desarrollar un programa
social que una a los trabajadores de las distintas nacionalidades y regiones,
no solo del Estado español, sino incluso a escala mundial, como la única forma
de acabar con los planes de la clase dominante, para actuar de forma unificada
y coordinada y rechazar los ataques a las condiciones de vida que nos niega el
futuro a la juventud y a la mayoría de la población que se siente cada vez más
oprimida. Defendemos el Derecho a
decidir, pero para votar en Referéndum si queremos un “Estado capitalista” o un
“Estado Socialista”.
De esa
forma podríamos avanzar hacia un Estado
Federal, Laico, Republicano, Democrático y Socialista, porque ningún
nacionalismo del tipo que sea, puede ofrecer una solución viable para los
trabajadores. La lucha de los explotados, indignados, oprimidos y demás capas
menos favorecidas, debe dirigirse contra los explotadores y su modelo
capitalista, porque ese es el único camino, pero en líneas de clase, para
arrebatarle el poder político y económico a esa burguesía mafiosa y corrupta,
expropiando a los expropiadores que han saqueado al pueblo, poniendo la
economía, o sea, la banca, los latifundios y los monopolios, al servicio de los
seres humanos, mediante un plan de nacionalización
y bajo una planificación democrática, para poder garantizar los Derechos
irrenunciables, como trabajo digno, vivienda para todos, sanidad, educación,
pensiones y servicios sociales universales, empezando a construir un nuevo
modelo de sociedad: El genuino
socialismo.
ÁREA DE
COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA
SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
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