24 de septiembre de 2014

DERECHO A DECIDIR: ¿Quién decide bajo el capitalismo?

La autodeterminación, o sea, el derecho de libre determinación de los pueblos a elegir su propio destino, significa el derecho de un pueblo a poder decidir sus propias formas de gobierno, es decir la capacidad de procurar su desarrollo económico, cultural y social, organizándose libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de igualdad mutua.

Ese derecho está recogido en varios documentos internacionales importantes, como la “Carta de las Naciones Unidas” , “Asamblea General  de la ONU y  otros “Pactos Internacionales de Derechos Humanos”, pero en realidad, bajo el sistema capitalista, se queda sobre el papel que lo aguanta todo.

Resoluciones numerosas de la ONU hacen referencia a este principio desarrollándolo mediante resoluciones, como por ejemplo la Nº 1514 (XV), 1541 (XV), 2625(XXV), que hacen mención al Derecho de Autodeterminación de los pueblos colonizados u oprimidos, pero incumplidas una y otra vez por el veto de las grandes potencias.

El “Comité de Derechos Humanos”, refiriéndose al concepto de libre determinación y explicando que tiene una gran fuerza, pero con un potente contenido polémico, ha puesto de manifiesto su “naturaleza fundamental al señalar que es requisito necesario para la plena efectividad de los Derechos Individuales”.  Pero todos sabemos que el sistema capitalista se basa en la desigualdad, la opresión, la discriminación y la explotación, que contradicen esos Derechos.

Bajo el capitalismo nunca se podrán cumplir plenamente los Derechos Humanos ni podrá conseguirse una verdadera democracia.  La clase dominante, es decir, los banqueros, especuladores, monopolios, terratenientes y oligarcas, junto con los políticos afines que les sirven de administradores y defensores, que son en realidad una “pequeña minoría” de la población, impiden o frenan el desarrollo de los derechos de la “gran mayoría”  que representan los millones de parados, asalariados, pensionistas, capas medias empobrecidas y demás personas menos favorecidas de esta sociedad, por lo cual, el sistema capitalista no puede ser “democrático”, ya que la “minoría” de los poderosos impiden los derechos de la “mayoría” de los pueblos.  

Los capitalistas utilizan todo el aparato del Estado Burgués, engañándonos con frases como “el Estado somos todos”, hablando de igualdad (teórica), justicia, libertad y demás frases rimbombantes, que en realidad ocultan sus privilegios, manipulando mediante la política,  a jueces, policías,  político y banqueros,  para doblegar la voluntad de rebeldía del pueblo cuando luchan en calles y plazas exigiendo que se cumplan esos Derechos que se les niegan una y otra vez, manteniéndolos solo sobre el papel de la Carta de Derechos Humanos, Carta Magna y demás legislación, que favorece siempre a los más poderosos.

La burguesía sigue utilizando la vieja táctica de “divide y vence”, por lo que también emplea la forma clásica de fomentar la división de los trabajadores en líneas  “nacionalistas”, para amortiguar la lucha de clases, pero a veces se pasan de frenada o cometen errores graves, como ha ocurrido con la cuestión de Cataluña, donde la contradicción, sumidos en una crisis económica endémica, donde se prepara un escenario de lucha de clases convulsiva y ascendente, resulta cada vez más complicada, que pone en evidencia la ineptitud del Gobierno Rajoy para ofrecer una salida política, al utilizar el “inmovilismo”, la amenaza y el chantaje que agudizan el conflicto.

En Escocia hemos visto que la campaña sobre el referéndum por la independencia, tanto las cuestiones de clase como la cuestión de la nacionalidad han ido parejas, pero con el triunfo del NO por un estrecho margen.  Lo que más ha influido en el voto del pueblo ha sido quizás, la campaña de terror de la burguesía británica, sobre la situación posterior, donde se tendría que decidir sobre la posición de los bancos, las petroleras, la salud, las pensiones, los salarios, es decir, la economía y las cuestiones sociales.  Sobre la cuestión de Cataluña, ha empezado a hablarse con fuerza del cambio de residencia de los bancos y otras importantes empresas, amenazando con el desmantelamiento de la capacidad productiva, que ahogarían a la pequeña y mediana empresa e incrementaría el paro y la desigualdad, con lo que nos enfrentaríamos a un proceso de tremendas convulsiones sociales, de la que solo la clase trabajadora catalana, unida al resto de la clase trabajadora del Estado español, puede ofrecer una salida.  

Todos los pueblos tienen el “legitimo derecho a la Autodeterminación”, como hicimos referencia en los párrafos del inicio de este artículo, pero en este sistema antidemocrático donde dominan los intereses del capital, anteponiéndolo a cualquier otro derecho de los pueblos, el “derecho a decidir” es visto por la clase dominante como un atentado a “su poder”, por lo que, en vez de dividirnos en líneas “nacionalistas” tendríamos que procurar unirnos en “líneas de clase”.  

Cuando se ha dado algún proceso “democrático”, la clase dominante primero ha intentado cortarlo, pero cuando se ha hecho inevitable, lo ha permitido mientras que lo ha controlado y si no, aplica la política del “terror financiero” o incluso el “terror bélico” para impedirlo.  En la actualidad, los pueblos intentan conseguirlo de forma pacífica y democrática, como hemos visto en Escocia recientemente,  como vimos en Quebec y como se reclama ahora en Cataluña y otros pueblos.

Pero la clase capitalista dominante nunca admitirá de buen grado el ejercicio de ese legítimo derecho, permitiendo el ejercicio del voto mediante una verdadera democracia de los pueblos con absoluta libertad.  Esto indica que los derechos nunca son otorgados, sino que deben ser conquistados por la lucha organizada de los pueblos en acción colectiva y unitaria, para vencer la resistencia de los que detentan  el poder, falsamente  en el nombre del pueblo, pero sin el pueblo.

La sociedad capitalista solo podrá ser transformada mediante una lucha masiva, organizada y unitaria de la clase asalariada y la juventud, en alianza con las capas medias empobrecidas por el sector financiero que les ha llevado a la ruina.

La misma clase capitalista dominante, a través del sector financiero y los monopolios, oprime, saquea y empobrece a la clase trabajadora y a esas capas medias, atacando y destruyendo el nivel de vida del pueblo, sea mediante la “gran burguesía españolista”, fuese mediante la “pequeña  burguesía catalanista", porque mediante ambas, el modelo de explotación es idéntico, es decir que la lógica del capitalismo es “robar” las plusvalías del trabajador que es donde obtienen sus beneficios, para atesorarlos en Andorra, en Suiza o en cualquier otro  sitio, empleando la explotación, la estafa o los ataques y recortes permanentes.

Para responder a estos permanentes ataques, los dirigentes de la izquierda, tanto política como sindical,  tienen que ejercer el derecho legítimo a movilizar, unir y organizar mejor a la clase trabajadora para hacer frente a la clase dominante hasta derrotarla, oponiéndonos con “honradez y firmeza” a la Dictadura Financiera de la Troika, para cambiar el modelo capitalista por una verdadera democracia, defendiendo un programa socialista que favorezca a los sectores más empobrecidos.

Eso será posible mediante la lucha unida de la clase trabajadora en defensa del socialismo internacionalista, que asuma la tarea de desarrollar un programa social que una a los trabajadores de las distintas nacionalidades y regiones, no solo del Estado español, sino incluso a escala mundial, como la única forma de acabar con los planes de la clase dominante, para actuar de forma unificada y coordinada y rechazar los ataques a las condiciones de vida que nos niega el futuro a la juventud y a la mayoría de la población que se siente cada vez más oprimida.  Defendemos el Derecho a decidir, pero para votar en Referéndum si queremos un “Estado capitalista” o un “Estado Socialista”. 

De esa forma podríamos  avanzar hacia un Estado Federal, Laico, Republicano, Democrático y Socialista, porque ningún nacionalismo del tipo que sea, puede ofrecer una solución viable para los trabajadores. La lucha de los explotados, indignados, oprimidos y demás capas menos favorecidas, debe dirigirse contra los explotadores y su modelo capitalista, porque ese es el único camino, pero en líneas de clase, para arrebatarle el poder político y económico a esa burguesía mafiosa y corrupta, expropiando a los expropiadores que han saqueado al pueblo, poniendo la economía, o sea, la banca, los latifundios y los monopolios, al servicio de los seres humanos,  mediante un plan de nacionalización y bajo una planificación democrática, para poder garantizar los Derechos irrenunciables, como trabajo digno, vivienda para todos, sanidad, educación, pensiones y servicios sociales universales, empezando a construir un nuevo modelo de sociedad:  El genuino socialismo.

ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com 


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