19 de abril de 2014

SEMANA SANTA EN "GRANÁ".

Volví a “Graná” una vez más. Es Semana Santa. Son las cinco en punto de la tarde. Doy un paseo por El Triunfo. Sigo hacia el centro por la Gran Vía de Colón. Sobre las cinco y media oigo trompetas y tambores. El gentío se agolpa para ver sacar uno de los tronos de una Parroquia. 

No quiero participar en ese circo. No me gusta la hipocresía de las dos Iglesias. Dicen que es la misma, pero no lo puedo concebir así. Está la Iglesia de los ricos, la de la burguesía de “Graná”, la Santa Iglesia Católica, Apostólica y ROMANA. Pero está también la otra, la de los pobres. 

En ese “Circo Romano” que tienen montado siguen echando a los “pobres cristianos”, a los leones, o mejor dicho “a los cristianos pobres”. Dentro de esa enorme secta están revueltos tanto los pobres, millones personas de “buena voluntad”, que van a pedir un milagro. Un puesto de trabajo. Por un familiar, rogándole a Dios que cure del cáncer. Para que a mis niños no les pase nada. Para que mi hermano salga de la droga… 

Y están también los banqueros y capitalistas. Piden a Dios que les salve sus empresas de la quiebra. Ruegan para que los Jueces no les manden a la cárcel por sus desfalcos. Para poder seguir explotando a sus “hermanos pobres en el Señor” pagándoles míseros salarios. El Banco de España pide que se rebaje el salario a los “ricos asalariados”. Así, podrán aumentar sus beneficios “los pobres capitalistas”. 

Quiero apartarme de este modelo hipócrita. La historia nos cuenta que Cristo, Moisés, Buda, Mahoma y otros grandes personajes fueron buenos profetas y seres inteligentes que lucharon por el bien de la Humanidad. Pero la mayoría de sus seguidores prostituyen sus doctrinas. Prefiero a un buen ateo si ayuda a su prójimo que a un mal creyente, si traiciona la ética. 

Sigo mi paseo hasta llegar al monumento a Isabel la Católica y Colón. Es uno de los sitios más fotografiados por los visitantes. Está cerca de la Alambra y a unos pasos de la Plaza Nueva y de la Catedral. Continúo hasta enlazar con calle Recogidas, que me conduce directo a calle Arabial. Ya estoy cerca. Entro en el Parque de García Lorca. 

Me adentro por él hasta la “Huerta de San Vicente”. Doy una vuelta a la casa de la familia García-Lorca. Está rodeada de nísperos, perales y otros árboles frutales. Me siento en el poyete donde seguramente Federico pasaba largas horas imbuido en sus poemas. Pienso en el odio que la Burguesía de “Graná” tuvo al Poeta. ¿Por qué? ¿Quizás porque era inteligente, o porque era de izquierdas, o porque era gay, o porque era republicano, o porque amaba a los obreros y a los pobres?

¿O quizás por su estilo? ¿Por los símbolos? Lorca utiliza muchos símbolos en su poesía. Se refiere a la muerte. A la luna. Al agua. A la hierba. Al caballo. A la sangre…El agua, cuando corre es vida. El agua, cuando se estanca es muerte. La luna puede simbolizar la belleza, la fecundidad, el erotismo, pero también la muerte. La sangre es vida, pero derramada es muerte. Cristo derramó la suya por los pobres igual que Federico. La hierba nace, crece, se reproduce y muere. El caballo y su jinete: Representan el erotismo masculino, la vida y la muerte. El procedimiento central de su obra es la Metáfora. Lorca es muy conceptista. Demuestra una intensa cultura literaria. 

Federico decía que se sentía católico, socialista, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista…. Nunca se quiso afiliar a ningún partido. Tuvo amigos de izquierdas y de derechas, como el fundador de la Falange, Primo de Rivera. Se reunieron varias veces para cenar y dijo de él: “Solemos salir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo ni a mí me conviene que me vean con él”. 

Esos mismos Falangistas, que apoyaron, junto con la Jerarquía Católica, a los golpistas de Franco, fueron los mismos que lo denunciaron y ordenaron su muerte. Todavía no han condenado públicamente e institucionalmente el Golpe. Ellos están cada día más muertos y desprestigiados por la historia. Pero Federico, su poesía y sus ideales, siguen cada día más vivos en la memoria de los pueblos de todo el mundo. Pido disculpas a los buenos cristianos, pero por eso y muchísimas más cuestiones, no me gusta la Semana Santa. 

A.R.V. 

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