27 de enero de 2014

ORGANIZARNOS PARA LUCHAR POR EL SOCIALISMO.

La recuperación de la economía en bases capitalistas es imposible si se continúa con la agudización de las desigualdades entre ricos y pobres, porque solo el 1 % de la población mundial posee ya más del 50 % de toda la riqueza del planeta. La crisis y el paro hacen mella en la brecha entre los acaudalados capitalistas que se enriquecen cada vez más en plena crisis, mientras que las capas medias, la clase trabajadora y los pobres, se hunden en la miseria y la desesperación de forma alarmante.

Los datos recientes son aterradores pues señalan que 85 personas en el mundo, los mega-ricos, acumulan tantas riquezas como los 3.570 millones de personas con menos ingresos que representan más del 50 % de toda la población mundial.  El Estado español es el país con mayor desigualdad social de toda la zona euro y los 20 españoles más ricos tienen más ingresos que el 20 % de la población más pobre, que son cerca de nueve millones y medio.

La recesión y sus consecuencias adversas sobre las condiciones de vida  y la falta de trabajo de cada vez para más amplias masas, están ayudando a la clase trabajadora en el proceso molecular de toma de conciencia práctica que cada vez rechaza con más fuerza el modelo capitalista beneficiario claro de la banca y los cleptómanos que defienden los intereses de grandes capitales, en su agónico sistema del lucro privado.

Los trabajadores y la juventud más luchadores están buscando la llave que abra las puertas de un futuro que el capitalismo nos ha robado y solo lo podremos encontrar en base a un programa auténticamente socialista contenido en la experiencia práctica  y las obras de los luchadores clásicos del marxismo, cuya lectura por cierto, se está poniendo de moda.

La teoría contenida en los libros de los clásicos no son una biblia sino que representan una guía para mejor comprender los procesos y el funcionamiento del sistema capitalista, que tenemos la necesidad de superar puesto que nos está llevando a la catástrofe social, con enfrentamientos bélicos y tensiones muy peligras como vemos en Siria, Ucrania, Tailandia, Egipto… y con matanzas sangrientas, un empobrecimiento generalizado y un paro estructural crónico.

Lecturas de libros e informes nos pueden ayudar para sacar las conclusiones necesarias con el objetivo de seguir luchando por construir corrientes de izquierdas y asociaciones sociales potentes que disputen democráticamente la hegemonía a las actuales direcciones reformistas socialdemócratas, agotadas,  distanciadas y desprestigiadas, para poder dar paso a una lucha clara por el genuino socialismo, una democracia participativa que plantee y abarque el control obrero de la producción, el transporte y los intercambios, evitando volver al estalinismo, derrotado por sus propios errores burocrático y por el mismo proceso histórico,  pero superando el capitalismo que es la causa de todos los males que padece la clase trabajadora.

La situación actual que sufre la clase obrera mundial es intolerable. Los trabajadores tenemos que continuar la lucha por un cambio fundamental que supere el modelo actual, corrupto, decadente y degenerado que no encuentra salida, y eso solamente puede producirse desde un fuerte movimiento democrático de abajo hacia arriba, que desplace a la clase burguesa dominante y a la burocracia que maneja los hilos del aparato del Estado en beneficio del capital y contra los intereses de los trabajadores, los autónomos y las capas medias, que está dejando claro que no se rendirán voluntariamente, por lo que debe ser desplazada mediante la lucha combinada de las masivas movilizaciones sociales unitarias y la participación activa en la acción política de forma continuada, democrática, mejor organizados de forma unitaria y firme.

El poder sobre la economía, la política y la sociedad debe ser democrático y debe pasar a manos de la clase trabajadora y al servicio de la población en su conjunto, porque somos la mayoría abrumadora de la sociedad. Eso debe lograrse con el mínimo padecimiento y violencia, ya que la maquinaria represiva de la burguesía se está preparando, para lo cual, necesitamos sindicatos, asociaciones y partidos de izquierdas potentes, democráticos, combativos y que luchen claramente por un cambio de modelo de sociedad,  empujando todos hacia el mismo lugar, en una lucha implacable para vencer a la derecha y contra la corrupción, sus desfalcos  y sus despilfarros.

La mejor manera de asegurar esos cambios tan necesarios que las masas reclaman desde la movilización social es fortalecer las organizaciones, entrando a defender políticas y programas claros, con una táctica y una estrategia bien elaborada que tienda a la unidad y que combata el oportunismo, el sectarismo y el divisionismo existente en el seno de la izquierda, para lo cual es necesario una autocrítica, una catarsis y una regeneración, con nuevos métodos democráticos y participativos, pero con un análisis científico, sin descalificaciones personales, sin insultos y con argumentos bien razonados.

Tenemos que exigir a las direcciones que vayan al grano, que hablen de planificación socialista, de programas y proyectos, que con la ayuda de las nuevas tecnologías, los ordenadores y la participación activa y democrática de los trabajadores en la producción, encaminada ésta a satisfacer las necesidades de la población (y no del lucro privado de los capitalistas) podríamos alcanzar un salto importante en el índice de crecimiento del Producto Interior Bruto jamás soñado.

Posiblemente es cierto que de un plumazo, la transición del capitalismo al socialismo no será posible cubrir todas las necesidades plenas de la humanidad de una vez, pero lo que si es una verdad, que se pueden cubrir las necesidades básicas, como un puesto de trabajo con un salario digno, una sanidad y una educación avanzadas y gratuitas, viviendas y servicios sociales universales, una atención adecuada a la infancia, a los pensionistas y a los sufran dependencia por enfermedad o padecimiento, para que cada ser humano pueda disfrutar de una vida digna, implantándose el salario social universal.

Todo ello sólo será posible en una situación de crecimiento de la producción que el capitalismo es incapaz de garantizar, porque está atascado en la recesión y frenado por la camisa de fuerzas de la acumulación privada desaforada de inmensos recursos financieros en manos un puñado de mega-millonarios y el peligro de las contradicciones de las fronteras nacionales en disputas permanentes entre bloques imperialistas o en nacionalismos peligrosos de vía estrecha.

Bajo el prisma del socialismo, con un proceso de nacionalizaciones de las palancas fundamentales de la economía, que pasarían a manos del Estado para planificarlas y gestionarlas democráticamente por el pueblo y al servicio toda la población, los recursos serían distribuidos de la forma más justa posible, en base a la democracia obrera y participativa, controlándonos los unos a los otros desde las propias bases.

Con un control y una gestión obrera y democrática, de la producción, el transporte y la distribución, eliminando los secretismos empresariales y bancarios y disponiendo de una Banca Estatal Pública, se evitaría el continuo saqueo de los recursos dinerarios por esos buitres carroñeros de las preferentes, esos chupópteros de las direcciones que con sus altos sueldos nos están robando y que son auténticos mercenarios de las mafias capitalistas. Dinero hay de sobra pero lo tienen cautivo y atesorado en Paraísos Fiscales los capitalistas, por lo cual, el primer paso para iniciar la construcción del socialismo pasa por la Democracia Económica, es decir, poner los recursos financieros al servicio de la población para fomentar la producción y crear puestos de trabajo que es la base de todo valor.

Necesitamos luchar por un plan de choque contra el paro, reduciendo drásticamente la jornada laboral para posibilitar la participación de todos los trabajadores en la marcha de la producción de bienes y servicios para beneficio de la sociedad.  Es urgente aumentar los programas para alcanzar nuevas cimas en la investigación científica, mejorar las atenciones sociales, la lucha contra la contaminación y por un Medio Ambiente ecológicamente sano, las mejoras de las prestaciones sociales que redundarán en un mayor grado de bienestar, pues una vez liberados de la influencia embrutecedora de la explotación capitalista, todo el valor de la producción revertiría en beneficio del bien común de la población; el objetivo consiste en producir todos, producir más, evitar la corrupción y repartir con justicia el fruto del trabajo social desarrollado.

La inteligencia, el talento y la creatividad de los seres humanos, potenciadas socialmente, con toda la capacidad de los individuos puestas al servicio de desarrollar las capacidades más allá de nuestras necesidades y nuestros sueños, nos llevaría a la sociedad de la abundancia, porque el pleno empleo y el desarrollo de cada cual estaría garantizado por el pleno desarrollo de toda la sociedad en base al incremento de la producción socializada mediante amplias y óptimas unidades de producción socialistas y no de la escasez de la atomización actual del modelo capitalista que produce empobrecimiento y a las penurias a las que nos somete la competencia desleal y feroz de las multinacionales capitalistas. 

La lucha por la democracia obrera y por un nuevo modelo de Estado, mediante la República Socialista Federal, para desarrollar un programa auténticamente democrático, es la alternativa por la que merece la pena seguir batallando en pro de la unidad de la clase trabajadora. Otro mundo es posible, SI, pero con el socialismo.

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE-A.
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com




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