La recuperación de la economía en bases capitalistas es
imposible si se continúa con la agudización de las desigualdades entre ricos y
pobres, porque solo el 1 % de la población mundial posee ya más del 50 % de toda
la riqueza del planeta. La crisis y el paro hacen mella en la brecha entre los
acaudalados capitalistas que se enriquecen cada vez más en plena crisis,
mientras que las capas medias, la clase trabajadora y los pobres, se hunden en
la miseria y la desesperación de forma alarmante.
Los datos recientes son aterradores pues señalan que 85
personas en el mundo, los mega-ricos, acumulan tantas riquezas como los 3.570
millones de personas con menos ingresos que representan más del 50 % de toda la
población mundial. El Estado español es
el país con mayor desigualdad social de toda la zona euro y los 20 españoles
más ricos tienen más ingresos que el 20 % de la población más pobre, que son
cerca de nueve millones y medio.
La recesión y sus consecuencias adversas sobre las
condiciones de vida y la falta de
trabajo de cada vez para más amplias masas, están ayudando a la clase
trabajadora en el proceso molecular de toma de conciencia práctica que cada vez
rechaza con más fuerza el modelo capitalista beneficiario claro de la banca y
los cleptómanos que defienden los intereses de grandes capitales, en su agónico
sistema del lucro privado.
Los trabajadores y la juventud más luchadores están buscando
la llave que abra las puertas de un futuro que el capitalismo nos ha robado y
solo lo podremos encontrar en base a un programa auténticamente socialista
contenido en la experiencia práctica y
las obras de los luchadores clásicos del marxismo, cuya lectura por cierto, se
está poniendo de moda.
La teoría contenida en los libros de los clásicos no son una
biblia sino que representan una guía para mejor comprender los procesos y el
funcionamiento del sistema capitalista, que tenemos la necesidad de superar
puesto que nos está llevando a la catástrofe social, con enfrentamientos
bélicos y tensiones muy peligras como vemos en Siria, Ucrania, Tailandia,
Egipto… y con matanzas sangrientas, un empobrecimiento generalizado y un paro
estructural crónico.
Lecturas de libros e informes nos pueden ayudar para sacar
las conclusiones necesarias con el objetivo de seguir luchando por construir
corrientes de izquierdas y asociaciones sociales potentes que disputen
democráticamente la hegemonía a las actuales direcciones reformistas
socialdemócratas, agotadas, distanciadas
y desprestigiadas, para poder dar paso a una lucha clara por el genuino
socialismo, una democracia participativa que plantee y abarque el control
obrero de la producción, el transporte y los intercambios, evitando volver al
estalinismo, derrotado por sus propios errores burocrático y por el mismo
proceso histórico, pero superando el
capitalismo que es la causa de todos los males que padece la clase trabajadora.
La situación actual que sufre la clase obrera mundial es
intolerable. Los trabajadores tenemos que continuar la lucha por un cambio
fundamental que supere el modelo actual, corrupto, decadente y degenerado que
no encuentra salida, y eso solamente puede producirse desde un fuerte
movimiento democrático de abajo hacia arriba, que desplace a la clase burguesa
dominante y a la burocracia que maneja los hilos del aparato del Estado en
beneficio del capital y contra los intereses de los trabajadores, los autónomos
y las capas medias, que está dejando claro que no se rendirán voluntariamente,
por lo que debe ser desplazada mediante la lucha combinada de las masivas
movilizaciones sociales unitarias y la participación activa en la acción
política de forma continuada, democrática, mejor organizados de forma unitaria
y firme.
El poder sobre la economía, la política y la sociedad debe
ser democrático y debe pasar a manos de la clase trabajadora y al servicio de
la población en su conjunto, porque somos la mayoría abrumadora de la sociedad.
Eso debe lograrse con el mínimo padecimiento y violencia, ya que la maquinaria
represiva de la burguesía se está preparando, para lo cual, necesitamos
sindicatos, asociaciones y partidos de izquierdas potentes, democráticos,
combativos y que luchen claramente por un cambio de modelo de sociedad, empujando todos hacia el mismo lugar, en una
lucha implacable para vencer a la derecha y contra la corrupción, sus
desfalcos y sus despilfarros.
La mejor manera de asegurar esos cambios tan necesarios que
las masas reclaman desde la movilización social es fortalecer las
organizaciones, entrando a defender políticas y programas claros, con una
táctica y una estrategia bien elaborada que tienda a la unidad y que combata el
oportunismo, el sectarismo y el divisionismo existente en el seno de la
izquierda, para lo cual es necesario una autocrítica, una catarsis y una
regeneración, con nuevos métodos democráticos y participativos, pero con un
análisis científico, sin descalificaciones personales, sin insultos y con
argumentos bien razonados.
Tenemos que exigir a las direcciones que vayan al grano, que
hablen de planificación socialista, de programas y proyectos, que con la ayuda
de las nuevas tecnologías, los ordenadores y la participación activa y
democrática de los trabajadores en la producción, encaminada ésta a satisfacer
las necesidades de la población (y no del lucro privado de los capitalistas)
podríamos alcanzar un salto importante en el índice de crecimiento del Producto
Interior Bruto jamás soñado.
Posiblemente es cierto que de un plumazo, la transición del
capitalismo al socialismo no será posible cubrir todas las necesidades plenas
de la humanidad de una vez, pero lo que si es una verdad, que se pueden cubrir
las necesidades básicas, como un puesto de trabajo con un salario digno, una
sanidad y una educación avanzadas y gratuitas, viviendas y servicios sociales
universales, una atención adecuada a la infancia, a los pensionistas y a los sufran
dependencia por enfermedad o padecimiento, para que cada ser humano pueda
disfrutar de una vida digna, implantándose el salario social universal.
Todo ello sólo será posible en una situación de crecimiento
de la producción que el capitalismo es incapaz de garantizar, porque está
atascado en la recesión y frenado por la camisa de fuerzas de la acumulación
privada desaforada de inmensos recursos financieros en manos un puñado de
mega-millonarios y el peligro de las contradicciones de las fronteras
nacionales en disputas permanentes entre bloques imperialistas o en
nacionalismos peligrosos de vía estrecha.
Bajo el prisma del socialismo, con un proceso de
nacionalizaciones de las palancas fundamentales de la economía, que pasarían a
manos del Estado para planificarlas y gestionarlas democráticamente por el
pueblo y al servicio toda la población, los recursos serían distribuidos de la
forma más justa posible, en base a la democracia obrera y participativa,
controlándonos los unos a los otros desde las propias bases.
Con un control y una gestión obrera y democrática, de la
producción, el transporte y la distribución, eliminando los secretismos
empresariales y bancarios y disponiendo de una Banca Estatal Pública, se
evitaría el continuo saqueo de los recursos dinerarios por esos buitres
carroñeros de las preferentes, esos chupópteros de las direcciones que con sus
altos sueldos nos están robando y que son auténticos mercenarios de las mafias
capitalistas. Dinero hay de sobra pero lo tienen cautivo y atesorado en Paraísos
Fiscales los capitalistas, por lo cual, el primer paso para iniciar la
construcción del socialismo pasa por la Democracia Económica, es decir, poner
los recursos financieros al servicio de la población para fomentar la
producción y crear puestos de trabajo que es la base de todo valor.
Necesitamos luchar por un plan de choque contra el paro,
reduciendo drásticamente la jornada laboral para posibilitar la participación
de todos los trabajadores en la marcha de la producción de bienes y servicios
para beneficio de la sociedad. Es
urgente aumentar los programas para alcanzar nuevas cimas en la investigación
científica, mejorar las atenciones sociales, la lucha contra la contaminación y
por un Medio Ambiente ecológicamente sano, las mejoras de las prestaciones
sociales que redundarán en un mayor grado de bienestar, pues una vez liberados
de la influencia embrutecedora de la explotación capitalista, todo el valor de
la producción revertiría en beneficio del bien común de la población; el
objetivo consiste en producir todos, producir más, evitar la corrupción y
repartir con justicia el fruto del trabajo social desarrollado.
La inteligencia, el talento y la creatividad de los seres
humanos, potenciadas socialmente, con toda la capacidad de los individuos
puestas al servicio de desarrollar las capacidades más allá de nuestras
necesidades y nuestros sueños, nos llevaría a la sociedad de la abundancia,
porque el pleno empleo y el desarrollo de cada cual estaría garantizado por el
pleno desarrollo de toda la sociedad en base al incremento de la producción
socializada mediante amplias y óptimas unidades de producción socialistas y no
de la escasez de la atomización actual del modelo capitalista que produce
empobrecimiento y a las penurias a las que nos somete la competencia desleal y
feroz de las multinacionales capitalistas.
La lucha por la democracia obrera y por un nuevo modelo de
Estado, mediante la República Socialista Federal, para desarrollar un programa
auténticamente democrático, es la alternativa por la que merece la pena seguir
batallando en pro de la unidad de la clase trabajadora. Otro mundo es posible,
SI, pero con el socialismo.
ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE-A.
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
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