Debido a la acumulación de las profundas contradicciones que
lleva en su seno el modelo capitalista, que se han visto agudizadas con motivo
de la crisis estructural que ha sufrido el sistema, la correlación de fuerzas
entre la clase trabajadora y la capitalista están cambiando.
Hemos entrado de lleno, tras la crisis de 2007/08, en un
periodo de cambios bruscos y giros repentinos e insurreccionales en todos los
continentes, como pudimos ver en las revoluciones del mundo árabe en los
últimos años y las tremendas dificultades incluso en Europa para superar la
recesión.
Esta recesión de onda larga y profunda es mucho más grave que
las demás crisis pequeñas y medianas del periodo vivido desde la otra gran
crisis de 1973/74, al aparecer de forma simultánea, el paro masivo y las deudas
impagables, haciendo de dicha recesión un proceso prácticamente universal que
afecta principalmente a los países más desarrollados y hundiendo a los
económicamente más débiles, como Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia, en
la más cruda miseria para sus habitantes menos favorecidos.
La tasa de ganancia de las empresas cayó abruptamente,
arrastrando por los suelos a la inversión productiva que se desplomó,
produciendo un colapso fulminante en las ilusiones de la burguesía de un
enriquecimiento permanente, echando por tierra la falsa teoría de que habían
acabado con la lucha de clases y que habíamos llegado “al fin de la historia”.
Las derechas “liberales” en el poder se quedaron sin
paradigma para poder manejar la economía y tuvieron que sacar las muletas para
apoyarse en el Estado, con el objetivo de salvar a la Banca, saqueando y
endeudando a sus pueblos de por vida, dado que la famosa “mano invisible” de la
que hablaba Adam Smith no aparecía por ninguna parte, para que se produjese ese
equilibrio teórico de la economía, demostrando el fracaso estrepitoso de su modelo
“de libre mercado”.
A su vez, en los países gobernados por la socialdemocracia,
ni se atrevieron a hacerles frente a los dictados de los “mercados
financieros”, aplicando una política Keynesiana y agobiados por las abultadas
deudas privadas, iniciaron su traslado a la pública, sucumbiendo de forma genuflexa
a la Dictadura financiera que les impuso el F.M.I. y la Banca mundial.
Como se ha demostrado por la falta de inversiones productivas
que reactiven el ciclo económico, los representantes y estrategas mercenarios
del gran capital, tienen más miedo que nunca ante el futuro de los
acontecimientos que pueden sucederse, como queda expresamente claro por su
apresuramiento en atesorar y evadir ingentes recursos dinerarios a sus Paraísos
Fiscales que han sido detraídos de la circulación financiera, lo que indica el
pánico que ha venido motivado por la desfavorable correlación mundial de
fuerzas, al entender la burguesía el aplastante potencial de lucha de la clase
trabajadora, pero por desgracia, los dirigentes de los partidos y sindicatos
mayoritarios de la izquierda, no se enteran de esta realidad y siguen
cobardemente la consigna capitalista de que “no hay otra salida que la
austeridad y los recortes”, quedándose paralizados sin pasar a la ofensiva,
tolerando los ataques del gobierno y asumiendo sumisos las “contra-reformas
laborales” y la pérdida de Derechos Sociales, sin elaborar un plan acabado de
luchas, manifestaciones y huelgas unitarias para frenar a la política de la derecha.
La desmoralización, el pánico y la paralización de la clase
dominante son factores claves y favorables para el desarrollo del proceso de
lucha para que pueda producirse un avance en el desarrollo del proceso de
cambio y transformación socialista de la sociedad, pero para ello, se requiere
una dirección del movimiento obrero que esté a la altura de las circunstancias,
dispuesta a pasar a la ofensiva, con un análisis correcto de la realidad, con
un programa alternativo genuinamente socialista de transición y dispuesta a
movilizar, encuadrar y unir a la clase trabajadora para llegar hasta el final,
llamando a marchar juntos todas las izquierdas para derrotar a la derecha.
En los países claves del capitalismo han aparecido divisiones
ascendentes en el seno de la clase dominante y miran con bastante preocupación
los procesos que se están desarrollando, tanto en Europa, como en África,
Latinoamérica o Asia, donde se han llevado a cabo movilizaciones masivas que a veces retan el dominio del imperialismo.
La potencia capitalista más fuerte, que sigue siendo EEUU,
hasta hace poco más de un lustro pensaban que tenían por delante muchos años
felices de dominación y hegemonía mundial, y eran vistos como los “gendarmes
del mundo”, pero han estado al “borde del abismo económico” más de una vez y
han sufrido un retroceso en su hegemonía geoestratégica ante el avance de China
y Rusia.
Los EEUU, a pesar de consumir en torno a los 800.000 millones
de dólares en los presupuestos de guerra y defensa, que posee los más
adelantados y mortíferos ingenios bélicos, los más diabólicos arsenales de armas
químicas, bacteriológicas y atómicas, con sus modernos Drones no tripulados,
etc, el imperialismo norteamericano ha fracasado en Iraq, en Afganistán y
recientemente en Siria, que están prolongando artificialmente la terrible
matanza de ese pueblo. La ruptura del
equilibrio se hace notar en los conflictos recientes como los levantamientos en
Tahilandia, en Ucrania, Pakistán, e incluso con un incremento de las luchas
obreras y huelgas en China y otros países.
La oleada revolucionaria abierta en los últimos años en el
mundo árabe, que puso en ebullición a todo el Norte de África un país tras
otro, no fue prevista con detalle por los “servicios de inteligencia” del
imperialismo, que quiso maniobrar a la desesperada, tarde y mal, a la vez que
estaban preparando medidas de recortes en los presupuestos de guerra, lo cual
les pilló con el paso cambiado, lo que no indica precisamente una expresión de
fuerza, como puede parecer a simple vista con la propaganda de la potente
maquinaria de los medios de comunicación en manos de la burguesía, sino que
demuestra la creciente debilidad de la clase dominante, y su falta de confianza
en sí misma, tanto del imperialismo USA como en la Unión Europea.
La tremenda presión que la clase trabajadora está acumulando
con su oleada de “indignación” que vimos ante los ataques y recortes a los que
está siendo sometida, reflejan un
poderío potencial impresionante, que en las próximas luchas se darán por los
batallones pesados del movimiento obrero. Si no lo han hecho ya de forma organizada
y unitaria, se debe a la completa ceguera, falta de análisis correctos, de
perspectivas claras, diríamos incluso de su cobardía, o estupidez o pesimismo
por parte de las cúpulas de las direcciones de las organizaciones mayoritarias
de la izquierda, que han demostrado su incapacidad para defender con “honradez
y firmeza” los intereses y los Derechos de la clase trabajadora a la que dicen
representar.
En este período de desorientación y decadencia de la clase
dominante, las direcciones reformistas que han caído presas de la deriva
“socio-liberal-socialdemócrata”, en vez de desmarcarse claramente de los
gobiernos de derechas y de la corrupta patronal bancaria, que ampara a mafiosos
y especuladores de todo tipo, practicando una oposición firme y coherente que
favorezca a la clase trabajadora, se siguen acercando y cobijando bajo el
aparato del Estado burgués, decrépito, corrupto, degenerado y senil, lo cual
les aleja de la confianza de las masas.
Esa es la causa principal de que las cúpulas dirigentes hayan
perdido el apoyo de muchos trabajadores porque las ven como una nueva casta
burocratizada que se ha elevado por encima de la clase, incumpliendo las
promesas de la defensa de los intereses de la clase trabajadora a la que se
deben y por ello, muchos miran con desprecio y apatía a las direcciones
actuales como demuestran las encuestas recientes donde la abstención en las
urnas se dispara sobrepasando el 50 % en el número de encuestados que indican
que no irán a votar, lo que merece una reflexión profunda, una autocrítica y
una profunda rectificación en las direcciones del movimiento obrero.
La “indignación” de la clase trabajadora contra la política
de recortes y pérdidas de Derechos Sociales que practica el Gobierno del PP va
en aumento y, pese a la ceguera de los dirigentes del movimiento obrero, se
darán saltos en el proceso molecular de la toma de conciencia del pueblo que
retará al aparato del Estado y a través de cambios bruscos y repentinos en el
espíritu de lucha, llegará un momento en que, pese a que el gobierno prepara
leyes represivas, se verán en un brete y no se descartará que tengan que
adelantar las generales, sobre todo, si
las próximas elecciones Europeas indican claramente el nivel de desprestigio y
rechazo que la ciudadanía experimentará a la actual política gubernamental.
No obstante, estamos seguros que la dialéctica operará más
temprano o más tarde y la clase obrera con sus luchas buscará el camino
adecuado para resolver todas esas carencias y desarrollará el proceso de
dotarse de un nuevo programa y de la dirección que esté acorde con la
situación, para vencer a la derecha de los banqueros corruptos, empresarios
especuladores, tumbando al gobierno del
PP que les apoya, porque las posibilidades para la superación del capitalismo
están dadas y alcanzarán nuevos niveles poniendo a prueba cualquier dirección
que la quieran frenar exigiendo a los partidos y sindicatos de izquierdas que
sean capaces de ofrecer un programa auténticamente socialista, que represente
una verdadera alternativa y que merezca la pena luchar por él, para avanzar en
la transformación socialista de la sociedad, porque el socialismo ya no es una
Utopía como nos quieren hacer creer sino que se ha convertido en una necesidad
imperiosa y el único camino para resolver los problemas sociales de la
humanidad.
ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA.
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
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