18 de enero de 2013

“EL AGOTAMIENTO DEL CAPITALISMO, LA CLASE OBRERA Y EL SOCIALISMO”. (Parte 4 de 5)


Mientras que en las sociedades anteriores al capitalismo se podría justificar la existencia de una capa minoritaria y ociosa de la población, que vivía del trabajo y la riqueza social producida por la mayoría, para que dispusiera de tiempo para hacer ciencia, tecnología, filosofía, cultivar diversas artes, y así poder hacer avanzar a la sociedad aun sobre las espaldas de millones de hombres y mujeres explotados y oprimidos, bajo la moderna sociedad capitalista ya no existe ninguna justificación para que esto continúe así. 

 

Al igual que ocurrió con el sistema esclavista y con el sistema feudal, el sistema capitalista, si bien jugó un papel tremendamente revolucionario, se ha convertido ya en un SISTEMA AGOTADO, caduco y obsoleto que amenaza con conducir a la humanidad hacia la barbarie, y al que es preciso sustituir por un sistema social superior: El Socialismo.

El control que ejercen a escala mundial un puñado de grandes monopolios, multinacionales y bancos para mantener los beneficios y privilegios de unos cuantos grandes capitalistas, se ha convertido en una pesadilla que amarga la vida de millones de seres humanos en todo el planeta.  Las guerras, las enfermedades que castigan países enteros, el hambre o los desastres ecológicos no sólo no disminuyen sino que aumentan año tras año.  En todos los países sin distinción estamos viendo cómo desaparecen conquistas históricas de las familias trabajadoras que costaron años conseguir, instalándose por todas partes la precariedad en el empleo, largas jornadas de trabajo y una sensación de incertidumbre ante lo que nos depara el futuro.

Al igual que hizo la burguesía en su juventud contra el feudalismo, corresponde ahora a la clase obrera dirigir la lucha contra este sistema y sus sostenedores. La clase obrera está llamada a ser la sepulturera del sistema capitalista. Su papel en la producción capitalista y sus particulares condiciones de vida y trabajo hacen que ninguna otra clase, o capa oprimida de la sociedad pueda sustituirla en esta tarea.

Las clases medias, por su heterogeneidad,  modo de vida y papel en la producción, están orgánicamente incapacitadas para comprender la auténtica naturaleza del sistema capitalista. Debido a su posición en la sociedad y su trabajo aislado, no se enfrentan a un enemigo de clase directo. Todos sus males parecen provenir de la incapacidad o de la mala voluntad de los gobernantes, o de la cólera divina.

Los obreros, en cambio, ven la fuente de sus males en el patrón, que es el que les baja el salario, el que les obliga a echar horas extras, el que les explota y el que los despide. Para defenderse necesitan de la máxima unión entre todos los compañeros de trabajo, de aquí que el proceso molecular de toma de conciencia opera y desarrolla su mentalidad solidaria y colectiva. Sus propias condiciones de trabajo refuerzan esa mentalidad que tiende al socialismo.  Todo proceso productivo necesita, para funcionar, la implicación de todos los obreros de la empresa. Cada uno de ellos es un eslabón necesario en el proceso productivo. Esa interdependencia mutua en el proceso de trabajo, refuerza dicha mentalidad colectiva y los socializa.

La lucha de los trabajadores de cualquier empresa pone de manifiesto una ley muy importante de la dialéctica: “el todo es mayor que la suma de las partes”. La fuerza combinada de los obreros de una empresa luchando  por los mismos intereses es muchísimo mayor que la presión aislada de cada uno de ellos, que es la situación en que se coloca el pequeño burgués de clase media.

El socialismo es la ideología natural de la clase obrera. Cuando la lucha de los obreros contra el patrón de su empresa llega a su punto más agudo, se producen ocupaciones de empresas o se retienen a sus directivos en su interior. En esos momentos es cuando se pone de manifiesto “quién manda aquí”.  La idea de expropiar al patrón y el sentimiento de que la empresa debe ser propiedad común de los trabajadores surge, en un momento determinado, como un desarrollo natural de su conciencia.  La idea de la propiedad social y común nace de su condición obrera. Para que la empresa pueda seguir funcionando, no se puede dividir en trozos y repartir entre los trabajadores, sino que debe mantenerse unida trabajando todos en común.

También toda huelga general pone sobre la mesa, pero a un nivel superior, el “quién manda aquí”, y la identidad de intereses de clase entre todos los sectores de la clase obrera. Más aún cuando se producen  situaciones sociales convulsivas y revolucionarias.

El capitalismo es un sistema mundial. La división del trabajo establecida por la economía capitalista a lo largo y ancho del planeta, liga indisolublemente los países y los continentes unos con otros.  Ningún país, ni siquiera los más poderosos y desarrollados, puede escapar del dominio aplastante del mercado mundial. Los estados nacionales, igual que la propiedad privada de los medios de producción, se han convertido en  obstáculos formidables que estorban el desarrollo de las fuerzas productivas. Ambos son causantes de las crisis económicas, de las guerras y de los odios nacionales entre los diferentes pueblos. Su eliminación es la condición básica para comenzar a solucionar los problemas y las calamidades que la humanidad tiene ante sí.

Las grandes empresas multinacionales y los modernos medios de transportes y de comunicación, unifican las fuerzas productivas y relacionan a los seres humanos de una manera nunca vista antes en la historia y permitirían, por primera vez, planificar de manera armónica y democrática, los recursos productivos en interés de toda la humanidad y no de un puñado de parásitos y privilegiados como ha ocurrido hasta ahora.

La clase obrera es una clase mundial, internacionalista por tanto. El mismo tipo de explotación, los mismos problemas y los mismos intereses ligan a la clase obrera en todo el planeta. El Internacionalismo proletario, que se ha puesto de manifiesto innumerables veces en más de 200 años de explotación capitalista, no es una mera consigna de agitación, sino la base imprescindible para unificar la lucha de la clase obrera mundial, para luchar por la transformación socialista de la sociedad en todo el planeta, pues solo a escala mundial se dan las condiciones para construir el socialismo.

Un proceso de transformación social triunfante, en base al genuino socialismo, solidario,  democrático, de clase,  con planificación científica, tendría efectos electrizantes en la conciencia y en las perspectivas de los trabajadores de todo el mundo, particularmente si se tratase de un país importante y sería la antesala de la extensión del socialismo a escala mundial. (…)

ÁREA DE FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
is-psoe.malaga@terra.es


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