“El
que se tenga por grande, que se vaya a un cementerio y verá lo que es el mundo:
Es un palmo de terreno”(1) ¿Cómo es
posible que esas figuras que son tenidas
por “grandes personalidades”, elegidas como las más aptas y mejor preparadas,
sean tan mentirosas o ignorantes y a menudo las dos cosas a la vez?
¿Es
cierto como afirman muchos ciudadanos que Aznar y Rato, Zapatero y Solbes,
Rajoy y Montoro, o sea, cada Presidente y su Ministro de Hacienda, junto con todos sus aduladores y estrategas,
nos han engañado sobre la crisis
económica? ¿Eran unos mentirosos o unos
ignorantes de la realidad económico-social? Muchos analistas han afirmado que la crisis
nadie la pudo pronosticar, pero la
realidad es que la clase dominante necesitaba ocultar la verdad, para aplicar
políticas en favor de los poderosos y en contra de la clase trabajadora,
buscando la salvación de los banqueros aún a costa de hundir en la miseria a
los menos favorecidos.
Es
absolutamente falso, como se sigue insistiendo, tanto por parte de los
mercenarios del liberalismo, como de los analistas de la socialdemocracia, que nadie hubiese previsto, ni mucho menos
avisado de que la crisis llegaba, ni de sus consecuencias. A veces
sucede que el desprecio que tienen algunos personajes importantes, y el miedo a la verdad que pueden
representar los análisis de algunas minorías, especialmente de los grupos
socialistas marxistas integrados en la corriente minoritaria de IS-PSOE, pueden
ser utilizados como atenuantes para alegar desconocimiento de la realidad, aunque eso pudiese tener cierta tolerancia
entre personas que no tengan altas responsabilidades, pero no en los dirigentes
de las cúpulas gubernamentales.
Nuestra
corriente viene sufriendo una completa censura sobre nuestros análisis por
parte de los medios de comunicación de la clase dominante; puede dar la impresión que la “opinión
publicada” está en lo cierto cuando quieren imponer su verdad, insistiendo en
que nadie sabía que la crisis venía, luego decían que se observaban “brotes
verdes” y negaban que podría evolucionar
hacia la recesión, pero mejor es dejar que cualquier lector examine el artículo
que sometemos a su consideración al final, para sacar sus propias conclusiones.
Existe
un refrán que dice “la verdad es la verdad, la diga Agamenón o la diga su
porquero”; Igualmente, la mentira es la
mentira, la diga cualquier porquero, o la expresen la “piara” de dirigentes
votados por los ciudadanos, que son elevados a la cúspide del gobierno para que
solucionen los problemas generales de la ciudadanía, y no para que nos engañen,
se llamen estos Aznar, Rato, Zapatero,
Solbes, Rajoy, Montoro o cualquiera de las figuras de la Patronal y del sistema, que
les han alabado, aplaudido y apoyado, y
lo siguen haciendo.
Para
intentar aclarar, una vez más, que verdaderamente sí hubo trabajadores
socialistas, algunos de ellos organizados en la corriente interna de oposición en el seno del
PSOE, que desde la base, avisábamos que
la crisis llegaba, aunque el Gobierno del compañero Zapatero y su ministro Solbes la negaran al principio
y la reconocieran demasiado tarde. Republicanos a continuación, el artículo que
apareció el 30-9-2009, en el blog de
IS-PSOE de Málaga, sobre un extracto que aparecía en un libro editado con pocos
años de anterioridad a la crisis, en uno
de cuyos capítulos titulado “EL RESURGIR DEL MOVIMIENTO OBRERO”, se expresaban unos
análisis y se trazaban unas perspectivas que se están cumpliendo como si se
hubiese escrito hoy mismo, sin que represente eso ningún mérito personal e
individual solo del autor, portavoz de
nuestra corriente en Málaga, porque era fruto de los análisis colectivos,
que en base al materialismo dialéctico utilizado por nuestra corriente, se plasmaban en nuestros documentos que
siempre aportamos a la dirección del PSOE, aunque con nulos resultados en
Congresos y Conferencias, por lo que no
pueden alegar ignorancia desde la dirección de nuestro partido; Consideramos
que esos análisis y propuestas plasmados en nuestros documentos se han
demostrado más acertados que todos los efectuados por los analistas
gubernamentales.
Textualmente,
el extracto al que nos referimos decía:
“”Hemos
asistido en estos últimos años a una orgía de beneficios por parte de los
grandes empresarios, con un reparto en almoneda de las empresas insignias del
Estado, las que obtenían mejores beneficios, que se las han repartido entre
unos cuantos cientos de burgueses, propiciados por la política privatiza dora de los liberales de los gobiernos
de turno.
En el otro polo hemos visto que todos los sectores de las clases laboriosas han
perdido poder adquisitivo, y si la masa salarial global ha sido mantenida fue a
costa de un incremento desaforado de las horas extras y de un aumento de los
puestos de trabajos precarios.
Este período anterior puede ser caracterizado como de semi-reacción. En el
momento actual, agotada la fase económica expansionista, esto ha empezado a
cambiar. Se nos abre un nuevo escenario de perspectivas de cambios que se
vislumbra ya de manera palpable. No es el producto de unos deseos utópicos,
como dicen algunos, sino que coinciden con el análisis de los estrategas más
inteligentes del capital, que frecuentemente llegan a conclusiones en las que
afirman que las crisis van a ser cada vez más profundas, debido a las
contradicciones insalvables del capitalismo, la profundización de la brecha
entre ricos y pobres, en lo que se ha dado en llamar eufemísticamente
“dialéctica Norte-Sur” y que esconde la realidad de lucha por los beneficios
entre países ricos contra países pobres, entre las masas hambrientas del mundo
y un puñado de multinacionales. Hemos entrado de lleno en la fase del
imperialismo multinacional de rapiña.
La crisis que se avecina va a destruir de nuevo el mito cíclico que se ha dado
en llamar modelo de la “globalización”, de una ola expansiva permanente donde
existiría un aumento constante y automático de los niveles de vida de los
trabajadores. Ese rosario de promesas incumplidas ha resultado totalmente
falso. Otra vez más, la clase obrera se verá obligada a afrontar la cruda
realidad de la crisis pasando a la acción, luchando por la supervivencia y por
conservar el poder de compra de los salarios y los puestos de trabajo, que se
verán amenazados. No es una cuestión de mala voluntad de los capitalistas, a
los que no les interesan estos problemas, sino que es un producto de la crisis
orgánica de un sistema que se basa en la explotación del trabajador, acumulando
riquezas en un polo y empobreciendo a la mayoría cuando la crisis golpea de
lleno, viniéndose abajo las tasas de ganancias empresariales y derrumbándose
las bolsas como un castillo de naipes.
En esa vorágine viciosa de capitalismo mafioso, de economía de casino, de
“globalización salvaje” (tan explosivamente combatida y contestada por cientos
de miles de personas en las calles de Seattle, Praga, Génova o Barcelona), las
burbujas financieras estallan en mil pedazos, arrastrando a la miseria a miles
de pequeños ahorradores que ven la estafa colosal a la que han sido sometidos
por la avaricia del modelo económico imperante dominado por unas cuantas
multinacionales a las que para mantener su tasa de beneficios no les importa
destruir miles de puestos de trabajo y arruinar a la clase obrera.
Esta es la barbarie a la que está arrastrando este podrido sistema a la
humanidad, con millones de niños sin comida, el auge de la trata de blancas, la
explotación infantil, el incremento del consumo de drogas y de la delincuencia,
paro masivo en muchísimos países, las oleadas de inmigrantes buscando ese
paraíso que les muestran los programas de televisión y que luego se dan de
bruces con la cruda realidad de la explotación clandestina, viviendo en las
calles, sin trabajo o trabajando de sol a sol sin los derechos laborales
mínimos, por un salario de miseria, sin derecho a vivienda digna y sin que el
sistema les reconozca el derecho a ser persona, pues los “sin papeles” no
existen para el Estado.
Esta realidad nos hará sorprendernos cuando veamos cientos de sucesos similares
a lo de Argentina, Ecuador y otros estallidos sociales muy importantes, pues la
“necesidad se expresa a través del accidente”, existiendo un malestar que se
generaliza cada vez más entre amplias capas de la sociedad, contra ese modelo
de “capitalismo salvaje” que consiste en la práctica de la rapiña, concentrando
la riqueza en la cúspide y sin que nunca llegue a la base.
Todos estos problemas y el cambio de ciclo nos indican que se ha iniciado un
repunte en el incremento de las luchas del movimiento obrero, que empieza a
reclamar su parte de las ganancias obtenidas. Con la débil postura de las
direcciones sindicales, debido a la táctica errónea y desmovilizadora del pacto
por el pacto, sin presionar desde la base, y por tanto sin arrancar grandes
conquistas para la clase obrera, ésta ha dejado notar en este reflujo su
sentimiento de impotencia, escepticismo y apatía que ha estado bastante generalizado
en el último período.
Las posibilidades del auge económico de los años anteriores, ha venido
favoreciendo salidas a ciertas capas de jóvenes y trabajadores, que aunque con
mucha precariedad, soportando de mala gana los “contratos basura”, han ido tirando,
favoreciendo esto la situación de paz social reinante.
El cambio de tendencia económica, con negros nubarrones cerniéndose sobre todas
las bolsas mundiales, que presagian o casi confirman una ralentización del
crecimiento económico o una nueva recesión económica, obligará a los
empresarios, debido a la caída de su tasa de ganancias, a profundizar en los
ataques a las condiciones de vida y de trabajo de las masas. Asistiremos a un
repunte del paro y la conflictividad social. (Esto se decía antes de la crisis
de 2007)
Esta situación, más tarde o más temprano, va a provocar un cambio en la
psicología del movimiento obrero, que podría espolear un incremento de la lucha
en el terreno sindical, pasando de la apatía y de la dejadez a la actividad
sindical e incluso política.
Los dirigentes sindicales, si no actúan con inteligencia y les coge
desprevenidos, se verán en un compromiso, obligándoles la situación a girar a
la izquierda, o serán sobrepasados por los acontecimientos. Si en un momento
dado no sirven para satisfacer las necesidades reivindicativas que exigirán los
trabajadores, serían sustituidos por otros más a la izquierda. Se podría dar el
caso de indisciplina sindical, con el fortalecimiento de las incipientes
corrientes críticas que están surgiendo cada vez con más fuerza en el seno de
los sindicatos y partidos obreros.
Estamos viviendo el período de transición desde un auge económico
relativamente prolongado a una nueva recesión que se avecina a pasos
agigantados. Esto (aunque quizás no de forma automática) va a producir efectos
en la lucha entre las clases, puede generar un incremento de la conflictividad
laboral y de las huelgas. (…)
El aumento de las horas perdidas por huelgas es un barómetro que expresa la
elevación de la presión social y refleja el incremento de la confrontación de
clase: obreros y patronos se ponen frente a frente. Normalmente la toma de
conciencia camina por detrás de las llamadas condiciones objetivas, de la
realidad, excepto cuando se producen situaciones anómalas, de fuertes luchas y
convulsiones sociales. Entonces se puede producir un salto cualitativo, y la
conciencia se pone al nivel de las condiciones objetivas. El factor subjetivo y
el factor objetivo se igualan a un mismo nivel; entonces la lucha de clases se
hace irresistible para cualquier sistema, que recurre a la represión, que en
vez de aplacar las luchas, las espolea y despierta a la acción a nuevas capas
de luchadores.
La actual percepción de los trabajadores de que “España iba bien” —o sea, de
que los empresarios se están forrando a su costa, que se tienen que apretar una
y mil veces el cinturón— puede, por inercia, seguir prevaleciendo cuando cambie
la coyuntura económica (estamos en el proceso de inflexión, que no se sabe
cuanto puede durar), provocando que rechacen cualquier medida de recorte
salarial o condiciones laborales que se les pretendan aplicar, lo que hará
saltar más fácilmente la lucha sindical.
Aunque gobierno y patronal prefieren un “aterrizaje suave”, no se puede
descartar una brusca caída económica, que si se diera podría tener
consecuencias graves: el paro se dispararía y, aunque momentáneamente podría
noquear al movimiento obrero, luego lo espolearía y endurecería las luchas. La
clase obrera podría entrar en un período de agitación similar al de 1976/77
pero a un nivel superior, con más experiencias, más fortaleza, más libertad,
más organización y más necesidades, pues los trabajadores se han endeudado
hasta las cejas en el último período, con compras de viviendas y artículos de
consumo a 25 y 30 años, habiendo hipotecado su futuro al límite de la capacidad
de su vida laboral.
La perspectiva, por primera vez en la historia, de una recesión mundial
sincronizada en los tres grandes polos del capitalismo (Japón, Europa y Estados
Unidos) hará que se profundice la crisis económica, política y social. En
países intermedios como España, que tienen una gran vulnerabilidad financiera
debido a su atraso histórico, en situación de recesión los capitales pueden
huir rápidamente a refugios más seguros, con efectos devastadores en la
economía real.
El liberalismo se haría entonces totalmente inviable y los gobiernos
intentarían el proteccionismo. Esto podría desarrollar tendencias nacionalistas
que reivindicaran la autarquía lo que sería, como ir de
Guatemala a Guatepeor. La clase obrera buscará una vez y otra tomar el control
de la situación, empujando a sus direcciones hacia la izquierda, exigiendo un
gobierno de la izquierda que favorezca los intereses de los trabajadores.
El movimiento obrero resurgirá con fuerza. Las luchas de la Transición serán
pálidos reflejos de lo que acontecerá. Este proceso quizás no se dé en unos
meses, lo mismo puede tardar algunos años, o puede producirse en un momento
dado, pues, como decía Engels, “hay épocas históricas en las que parece no
ocurrir nada en 20 años, y otras en las que parece que ocurre todo en 20 días”.
Una vez más, desmintiendo a todos los agoreros que han venido pregonando el fin
de la historia y la desaparición de la clase obrera como clase en sí y clase
para sí —la entierran sobre el papel una y otra vez, de acuerdo con sus deseos,
pero prematuramente—, el espíritu de lucha y sacrificio de las masas resurgirá
de sus cenizas como el ave Fénix, y todos esos oportunistas, trepas, acólitos
serviles y corruptos del gran capital se verán sorprendidos. Se asustarán de lo
que la clase obrera puede realizar cuando se pone en movimiento, si encuentra
una dirección honrada y correcta que esté a la altura de las circunstancias. Y
los responsables serán ellos, y solamente ellos, por su corrupción, sus
injusticias y sus abusos de poder.
La clase obrera intentará una y otra vez transformar la situación y luchará una
y mil veces en la búsqueda del camino que necesita recorrer para construir una
nueva sociedad de personas realmente libres, solidarias e iguales. Una nueva
sociedad que termine de una vez con la explotación del hombre por el hombre y
con las desigualdades, hambrunas, guerras y agresiones ecológicas continuas que
están destruyendo la naturaleza y condenan a la miseria a más de dos tercios de
la humanidad, en el nombre de la “globalización” y el “libre mercado”.
Una nueva sociedad que termine de una vez con las lacras generadas por este
injusto sistema de reparto que se llama capitalismo e instaure un sistema de
democracia obrera, donde se gobierne a favor de los trabajadores, que somos la
inmensa mayoría de la sociedad, implantándose una verdadera “democracia
económica, social y política”, la democracia de los trabajadores, para que
acabe la prehistoria de la humanidad y empiece realmente la verdadera Historia,
donde la inteligencia, la economía, la robótica y las nuevas tecnologías
aplicadas a los medios de producción estén al servicio de la Humanidad, y no de
unos cientos de familias muy poderosas que no han sido elegidas por nadie, lo
que es totalmente antidemocrático.
Es
preciso continuar luchando por esa nueva sociedad de personas “libres, justas,
iguales, honradas e inteligentes” basada en una economía socializada y
planificada, una nueva sociedad por la que un puñado de trabajadores empezaron
a luchar hace tiempo y que debe seguir siendo la aspiración natural de
cualquiera que se considere digno de pertenecer al género humano y que
honestamente quiera avanzar hacia la superación de esta sociedad de clases
mediante la constitución de una Federación Socialista Mundial”.
Fuente: Extracto del Libro “REBELIÓN OBRERA EN TEJAS Y LADRILLOS”.
http://www.engels.org
fundacion_federico@engels.org
(1) Letra de una
Petenera.