30 de abril de 2011

PRIMERO DE MAYO: DIA DE LUCHA DE LA CLASE OBRERA.

Mañana la clase obrera conmemora el PRIMERO DE MAYO, día de lucha internacional de los trabajadores. Desde los medios de comunicación burgueses, se ha intentado distorsionar, año tras año, el verdadero significado de esta fecha. Lo presentan como una jornada festiva, para fomentar el consumismo. Este año lo han anulado casi completamente fomentando el Día de la Madre.

Luego lo presentan como un día más, donde los trabajadores asisten a las manifestaciones en la que grupos de jóvenes, a los que llaman despectivamente “Ni-Ni” que presentan como muy violentos, (Ni estudian Ni trabajan, cuando es el sistema
el que les niega esos derechos) se dedican a enfrentarse con la policía, que son las noticias que luego reflejarán mayoritariamente.

Muy a pesar de esas campañas de “desinformación”, el día Primero de Mayo no puede perder un ápice de su carácter de lucha reivindicativa, precisamente en los momentos
actuales donde se está produciendo un fuerte deterioro de las condiciones sociales y laborales a las que nos enfrentamos los trabajadores en casi todo el mundo, como estamos viendo en la oleada de movilizaciones y revoluciones que se están produciendo en el Norte de África.

Estos análisis están encaminados, no a demostrar lo que históricamente fue esa fecha, que puede consultarse en cualquier manual de historia, sino en profundizar en los análisis del por qué están ocurriendo esos ataques, cuyas causas hay que buscarlas, primero en la crisis estructural del capitalismo, pero también en la falta de firmeza en las direcciones de los sindicatos y partidos de izquierdas, como críticamente trataremos de expresar seguidamente.


La tendencia a la degeneración de los sindicatos en la época moderna es un hecho. Cada vez se fusionan y se vinculan más con el aparato del Estado burgués. Eso no es exclusivo de los socialistas, comunistas o anarquistas, sino que es una característica común a todos ellos que deja huérfanos de dirección al movimiento obrero.

El imperialismo que es ya un oligopolio que funciona como un monopolio, ha eliminado la competencia a gran escala y aplica una política económica centralizada que tiende a la fascistización. Esos grupos de archimillonarios que dirigen los poderosos monopolios financieros, amos absolutos del complejo militar industrial y petrolero, se han encaramado en la cúpula del poder político y someten a todos los gobiernos a una dictadura férrea en beneficio de ese poder antidemocrático que opera desde las sombras de los despachos de clubes secretos como el Club Bilderberg o la Trilateral.

Los sindicatos más importantes se ven amordazados y subvencionados por la propia banca, que les marca directa o indirectamente la hoja de ruta que tienen que asumir, sino quieren verse enfrentados a un adversario capitalista centralizado por la derecha extrema, y al movimiento obrero por la izquierda, es decir a las potenciales fuerzas que representan la contra-revolución fascista por la derecha o la revolución socialista por la izquierda.

De ahí la necesidad que tienen los sindicatos que mantienen posiciones reformista (sin reformas posibles), de someterse y adaptarse a las exigencias de la propiedad privada, luchando a favor de la recuperación económica en líneas capitalistas, prestándoles su cooperación y apoyo a las burguesías respectivas.


No dudamos de los deseos utópicos de esas direcciones reformistas, cuya burocracia mantiene el programa de mejoras, cuya tarea principal es la de considerar al Estado como un agente imparcial, con la falsa ilusión de debilitar a los monopolios en las mesas de negociaciones, para conseguir lo imposible, cual es debilitar la dependencia de los monopolios y que se vuelquen algo a su favor.

En momentos de recesión aguda como la actual, esas posiciones que pretenden armonizar, a través del pacto por el pacto, como pretende la burocracia obrera, que luchan desesperadamente por conseguir algunas migajas de los astronómicos beneficios del capitalismo imperialista que nunca alcanzarán con esos métodos de pegar el culo en una mesa sin utilizar a la vez las movilizaciones de masas, son una pura “utopía”.

Los errores de esa direcciones sindicales consisten en una comprensión incompleta de la realidad, no habiendo querido asumir el cambio de ciclo y la profundidad de la recesión y así, hacen todo lo posible, tanto en los hechos como en los discursos, para demostrarles a la clase dominante del Estado burgués, de hasta qué puntos sus organizaciones son indispensables y dignos de confianza para mantener la paz social.

Cuando Franco y los demás jefes nazi-fascistas transformaron los sindicatos en organismos del propio estado no descubrieron nada nuevo, sino, que siguiendo la lógica del capitalismo, que llevado hasta su último extremo se convierte en “fascismo que no es otra cosa que el capitalismo químicamente puro”, lo que hizo es llevar esa lógica hasta la última consecuencia implantando un Estado de Terror que disolvió y masacró a las organizaciones obreras.

Por otra parte, a través del proceso de descolonización inacabado, el imperialismo somete a los países a su dominio, bien con los gobiernos títeres, bien directamente marcando las hojas de rutas marcadas por los estrategas económicos del poder económico imperialista.

Esta situación fortalece la necesidad de mantener lazos directos, diarios, prácticos entre los grandes magnates del imperialismo y sus gobiernos serviles que les ayudan a someter a los pueblos semicolonizados, pero a veces ese equilibrio se rompe por la irrupción de las masas en la arena política.

El imperialismo crea en ese neo-colonialismo financiero-militar lazos muy fuertes con los sátrapas, tiranos y dictadores de toda laya, a veces manteniendo teocracias feudales que mantienen sumidos a sus pueblos en un atraso cultural, económico y social abrumador, situación a través de la cual, los imperialistas sacan enormes beneficios.

Podría deducirse de lo antedicho que los sindicatos no existen bajo la bota del imperialismo. No se permite la democracia obrera, que en algunas épocas históricas han venido siendo practicada por algunas organizaciones de izquierdas que constituía la esencia de la vida interna activa y democrática en las organizaciones de clase.

Cuando queda sofocada la libertad de constituir sindicatos y partidos políticos de clase, se niega la posibilidad de luchar libremente por influir en la vida social, política y económica. La clase obrera no puede elegir a su gusto y placer el campo de trabajo, sino que debe luchar siempre por conquistar esas libertades y arrebatársela a la burguesía y a los imperialistas, mediante la lucha entre las clases, como ellos hacen cada día para arrancarnos las plusvalías.

Lo que ocurre es que luchar por lograr organizar a las masas obreras dentro de un Estado totalitario o semitotalitario es mucho más difícil que hacerlo en una democracia burguesa, por lo que no podemos renunciar a la lucha por lograr influencia sobre la clase obrera, como socialistas, como internacionalistas y como solidarios con los elementos de nuestra clase.

De igual manera no debemos renunciar a la lucha ideológica dentro de las organizaciones obreras ya creadas, por muchos errores que cometan nuestras direcciones, sino que tenemos la obligación de luchar democráticamente por corregir esos errores o incluso por cambiar a las direcciones que no nos convenzan o estén obsoletas.

Es preciso no darse por vencidos y seguir la lucha bajo todas estas condiciones adversas, donde también tenemos que incluir los errores no solamente de nuestras direcciones, sino los que cometamos los trabajadores en nuestras luchas, pero tenemos que adaptarnos a las condiciones existentes en cada país dado, con el objetivo de encuadrar, organizar y unir lo más posible a las masas, no solamente contra sus respectivas burguesías, sino contra el imperialismo y sus lacayos que contribuyen al sostenimiento de dictaduras militares o dictaduras del gran capital.

Una de las primeras consignas que tenemos que defender en esta lucha es la independencia total e incondicional de los sindicatos respecto del Estado capitalista y que sean sostenidos y sometidos por los trabajadores conquistando la democracia obrera, que se nos ha arrebatado, como mecanismo de decisión y control, para convertir de nuevo a los sindicatos en los organismos capaces de movilizar a las grandes masas explotadas y quitarse de encima la costra de los burócratas que no nos sirven.

Otra de las consignas por las que debemos luchar es la instauración de una “democracia sindical sana”. Esta consigna es consecuencia lógica de la anterior y presupone para poder llevarla a cabo la independencia total de los sindicatos del Estado Imperialista.

Entendemos que los sindicatos, dado que actualmente hemos entrado en un nuevo ciclo descendente en recesión profunda, no pueden seguir siendo simplemente órganos reformistas de la época del capitalismo en desarrollo, por lo que no pueden jugar un papel de neutralidad y equilibrio, pues el reformismo sin reformas se convierte en CONTRA-REFORMAS constantes que es lo que está ocurriendo.

Los sindicatos ya no pueden ser reformistas, ni anarquistas, ni comunistas, pues esos nombres, sin contenidos reivindicativos concretos, representan una utopía, porque las condiciones objetivas no dan cabida a ninguna reforma seria, válida y duradera, por lo que es preciso la UNIFICACIÖN para superar esos tres bloques a veces enfrentados y entrar en el proceso de construcción de un Frente Obrero Unificado lo antes que se pueda, como objetivo irrenunciable.

Las conclusiones que debemos sacar de todo lo anterior, es que, a pesar de la degeneración progresiva de las direcciones de algunos sindicatos y de los vínculos cada vez más estrechos que han venido desarrollándose con el Estado Burgués, la necesidad de seguir construyendo sindicatos fuertes no ha perdido nada su importancia, sino que la mantiene y la acrecienta.

De ahí la importancia de tomarse como tarea, cuyo punto de partida puede ser este Primero de Mayo, el formar o potenciar corrientes críticas internas y seguir luchando para fortalecerlas y ganar influencia entre la clase obrera. Porque el capitalismo monopolista tiene cada vez menos interés en que los sindicatos sean independientes y los quiere bien domesticados y a su servicio por lo que nuestra lucha tiene que ir en sentido contrario.

La burguesía exige a la burocracia reformista de los sindicatos que se alimenten de las migajas que caen de la abundante mesa de los capitalistas y que a su vez hagan el papel de su policía política y cuando no pueden lograr eso, amenazan con más mano dura y aplicar medidas de ajustes y recortes sociales.

Debido a la profunda recesión, se intensifican las contradicciones de clase dentro de cada país, aumentando asimismo los antagonismos entre un país y otro, lo que produce una situación en el que cada país necesita exportar más para echar la crisis sobre las espaldas de su vecino, pero si todos hacen lo mismo, la solución la busca cada burguesía en abaratar costos, que para ellos consiste en bajar los salarios y atacar los derechos sociales conquistados por la lucha del movimiento obrero.

Puede notarse en todo el mundo en el último periodo un giro a la derecha y un debilitamiento de la democracia interna en los sindicatos y partidos de izquierdas clásicos, que están siendo cuestionados por las bases. Por ello es significativo a la vez que importante señalar el hecho de que están formándose nuevas organizaciones sindicales de izquierdas, como CGT, SAT y otros que están ganando fuerzas al recoger los cuadros y la militancia más descontenta con sus direcciones.

El giro a la izquierda que las bases están reclamando se debe a la agudización de las contradicciones de clase a escala internacional que afecta a todos los países. Los dirigentes del movimiento sindical clásico, léase CCOO y UGT, han asumido las tesis de la burguesía que les han hecho entender que no es el momento de jugar a la oposición. Que cualquier movimiento de oposición firme, sin asumir el compromiso de los pactos sociales que han firmado en las altas esferas, amenazaba con provocar, después de la Huelga del 29-S, una movilización borrascosa de las masas que podrían expresar su verdadero malestar y rechazo a los recortes, que podrían crearle enormes dificultades tanto a las direcciones como al Gobierno y al imperialismo mundial.


Esta ha sido la situación de pánico a la que se han enfrentado las cúpulas sindicales y de ahí el giro a la derecha asumido y la supresión de la democracia obrera en los sindicatos cuyas bases han sido ninguneadas, no sometiendo la firma de los acuerdos a votación de las bases porque sabían que serían desautorizados seguramente.

El objetivo fundamental de la burguesía en estos momentos consiste en liquidar a los sindicatos como organismos de la lucha de clases, o neutralizarlos para que sean sustituidos por las burocracias como organismos auxiliares de la dominación de la clase trabajadora bajo la bota del Estado burgués.

Dada estas circunstancias la tarea de los trabajadores más de vanguardia es emprender la lucha por la recuperación de los sindicatos de manos de unas direcciones que se han arrodillado ante la patronal y exigir la democracia interna que no permita que se den pasos antidemocráticos ni se otorguen pactos que perjudican nuestros intereses de clase sin nuestro consentimiento.

Un verdadero sindicalismo de clase, democrático y combativo, en el antiguo sentido de esos términos, deben ser organismos de masas donde convivan distintas corrientes de forma libre en el debate y en la acción, incluso con posiciones diferentes, pero que se sometan todas al mismo método democrático de discusión libre y compañera previa a la toma de decisiones, para luego votar y llevar a la práctica las decisiones que emanen del sentir democrático del movimiento obrero.

De la misma forma, debemos luchar para que nuestras direcciones se sometan a una democracia obrera participativa, dicho con otras palabras, que una buena dirección debe ser racional y justa, asegurando a los sindicatos, que es patrimonio de la clase trabajadora, el máximo de democracia concebible bajo las condiciones concretas actuales.

Este capitalismo enfermo que nos ha metido en esta horrorosa y dramática recesión, necesita una alternativa auténticamente socialista, que solamente se podrá dar mediante la lucha unitaria de todos los partidos y sindicatos de izquierdas, donde la clase trabajadora participe masivamente reclamando nuestros derechos.

Es preciso reclamar con contundencia y exigir la distribución de las escandalosas riquezas robadas al pueblo por un puñado de banqueros, explotadores y especuladores, para poder planificar la economía de forma racional y científica, poniendo los grandes medios de producción que deben ser nacionalizados, al servicio y bajo control de la clase mayoritaria que es la clase trabajadora.

Para ello es preciso democratizas los recursos económicos mediante una Banca Pública, gestionada democráticamente al servicio de la producción, desarrollando las nuevas tecnologías y la ciencia al servicio de la humanidad.

Las reivindicaciones tienen que ser exigir la retirada de todos los planes de ataques contra los trabajadores y presentar un programa que represente un giro a la izquierda para salir de la recesión con el concurso de los trabajadores y a favor de nuestros intereses.

En resumen, poner las finanzas al servicio de la mayoría de la población que es la clase trabajadora, para ejercer la democracia económica, eliminando la dictadura de los banqueros y capitalistas, que no han sido elegidos por nadie, para lo que se requiere la máxima unidad y los mejores métodos organizativos de los partidos y sindicatos de izquierdas que verdaderamente estén dispuestos a luchar por el verdadero Socialismo.

¡¡VIVA LA LUCHA DEL MOVIMIENTO OBRERO¡¡

¡¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO¡¡

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
Is-psoe.malaga@terra.es

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