6 de abril de 2011

¿Es negocio militarizar Latinoamérica?

Obediente Barak Obama a las tareas gerenciales que le ha conferido el imperialismo yanqui, se exhibe mundialmente con su demagogia “pacifista” y su “Premio Nobel”. Desvergüenza atronadora y codicia mafiosa del presidente norteamericano, gerente sumiso del imperio y de sus guerras. Su demagogia es peligrosa para todos nuestros países: mientras, por una parte, anunció ahorros presupuestarios por más de 250 mil millones de dólares, en los tres años próximos (ahorros, obviamente, porque recortará en los servicios y organismos públicos), por otra parte anunció que pedirá 2.100 mil millones de dólares para el mismo trienio de los recortes.

Es decir, lo que deja de invertir en gasto público lo gastará en aventuras bélicas. Por si no tuviésemos suficiente ya, como si el hartazgo mundial contra las no importara. Nos queda claro.

Solamente en 2011 gastará 708 mil millones de dólares y eso es ¡¡¡ el gasto militar, anual, más grande de la historia!!!!. Todos sus antecesores se quedan chiquitos comparados con la monstruosidad del gasto planeado por el “pacifico” y demócrata Obama. Gerente de la guerra.

Las burguesías nacionales compuestas por la oligarquía terrateniente, la burguesía financiera y la burguesía industrial, están atadas al capital monopólico de los imperios y se ofrecen como servidumbre para cumplir las tareas de saqueo y explotación a cambio de algunas migajas en festín imperial.

A pesar de las contradicciones y rivalidades de intereses que pudieran existir entre el imperialismo y las burguesías nacionales, esas burguesías celebran la presencia de bases militares como quien celebra la llegada de los dioses.

Por su parte los militares invasores descienden de los “cielos imperiales” como mensajeros morales de la depredación y –depredadores ellos mismos- se ofrecen para asegurar la “limpieza” del saqueo y la puntualidad de la explotación de los trabajadores. Su papel es garantizar la salida de materias primas y bienes semielaborados a los países imperialistas.

Dar seguridad a los negocios imperialistas en cada país. Aunque tal “seguridad” signifique la muerte de muchos, el genocidio, el aniquilamiento de los ecosistemas y la barbarie instalada como fatalidad moral para los pobres.

Semejante monstruosidad es obra de un muy razonado y frío trabajo para sostener y expandir la presencia del imperio, sus armas de destrucción selectiva, ahora barnizadas con campañas pseudo propagandísticas, espionajes, sabotaje, terrorismo, invasiones y guerra.

Como en Honduras, como en Haití, como en Colombia... por citar sólo algunas acciones recientes. Detrás de esta etapa Obama, de invasión imperialista en todo el mundo (decenas de miles de soldados agregados a la invasión de Afganistán, soldados en Yemen y patrullas en Grecia) aumentan las cifras multimillonarias en dólares para reposicionarse en Latinoamérica. ¿Se entiende el mensaje?

Está ocupando territorio de América Latina con políticas de permanencia a través de asentamientos militares que son verdaderas colonias.

Así se explica, por ejemplo, la ofensiva contra Venezuela que desde Colombia está preparándose contra un país que a nadie ha atacado, que a nadie invadió, que a nadie bombardeó, pero que comete el gran pecado de querer decidir su vida y su destino soberanamente.

El “gerente de la guerra”, con su “Premio Nobel de la Paz”, avanza las invasiones, los crímenes, el terrorismo, las torturas, como en Guantánamo. Aliado con Uribe de Colombia y de su socio panameño, incrementa las bases militares y mantiene a la “Cuarta Flota” navegando las costas suramericanas. El mensaje está claro, el mensaje es descarrilar a Venezuela, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Bolivia... y a todo aquel que sueñe con la libertad, la solidaridad... el socialismo.

El mensaje del “gerente de la guerra” va también contra la unificación de América del Sur, Unasur, y el Alba. Por ejemplo.

Según el Pentágono el imperio de EU tiene ya 865 instalaciones militares y más de 190 mil soldados en más de 46 países y territorios plagados con abusos de todo tipo. Las siete bases militares “nuevas”, ahora en Colombia elevarán el número total planetario a 872. Cifra récord.

Los yanquis tienen invadido al mundo. El proyecto es dar “fortaleza” bravucona a todo aquel que sirva al saqueo y a la explotación. Des-legitimar a los gobernantes democráticos y a todas las tradiciones de verdad democráticas, y avalar las fiebres de los golpistas.

Esta militarización es ya una parte concreta de nuestra historia y permite entender por dónde avanza la “recolonización” y el disciplinamiento contra todo un continente lleno de riquezas y posibilidades de desarrollo que las oligarquías quieren sólo para ellas, aunque tales riquezas sean propiedad histórica de los pueblos.

El “gerente de la guerra” entusiasma a las oligarquías locales como en Quito, Caracas y La Paz... con el objetivo, por ejemplo, de adueñarse de la faja petrolera del Orinoco, que posee yacimientos, acaso equiparables con Arabia Saudí.

Además se trata de controlar el agua dulce del continente y la biodiversidad del planeta como la de Brasil. Y sobre todo se trata de adueñarse de la mano de obra de todo un continente a cambio de centavos... o menos.
Esa riqueza explica el mapa del posicionamiento estratégico de las bases militares yanquis. Veamos.

En América Latina el gasto militar yanqui, durante el año 2009, fue de mil millones de dólares. Es preciso comprender que se trata de una profundización o actualización de las tareas imperialistas y que tal situación no puede omitirse ni minimizarse en cualquier diagnóstico ni en cualquier pronóstico.

Si se los permitimos los poderes económicos y políticos de Estados Unidos descargarán su peor furia recaudadora contra América Latina. El capitalismo estadounidense está sediento de “nuestras riquezas” y con la etapa actual de militarización vive un reacomodo interno con las mismas metas.

Eso planean y eso harán ahí donde los gobiernos mansos ya se acomodan para vender patrias en remate.

Están listos sus bancos y sus créditos con recursos minerales, energéticos y agrícolas nuestros. Esos serán sus cambios y nosotros pagaremos la fiesta de ellos. Hasta que nos decidamos a cambiar las reglas. No olvidemos a quiénes han financiado las campañas presidenciales yanquis y cómo se han cobrado los favores.

América Latina depende de nosotros en la medida en que seamos capaces de superar nuestras crisis de dirección revolucionaria, de fortalecer la organización de los trabajadores desde abajo y de avanzar en la toma democrática del poder, nivel por nivel hasta lograr terminar con esta monstruosidad explotadora.

Tal como ya se ha iniciado en las nuevas políticas de independencia en Latinoamérica, como lo que sucede en Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y Paraguay, donde el ambiente de las masas ha cambiado, existe un fermento revolucionario que crece y se extenderá a otros continentes. Sepamos cuidarnos del reformismo que en ningún sentido ha ayudado al los cambios que verdaderamente requiere América Latina.

Estamos obligados a intervenir en los movimientos de masas con las tácticas y las ideas más correctas para contribuir de le mejor manera posible, al lado de los representantes más avanzadas de la clase obrera, y, así, avanzar de manera unida en la lucha por la transformación socialista de la sociedad.
Esta avanzada guerrera tiene dueños con nombres y apellidos. El “gerente de la guerra” lo sabe perfectamente. Sus jefes están dispuestos a que la seriedad y consecuencias graves de esta avanzada invasora se conviertan en ganancias.

Los jefes del “gerente de la guerra” Obama, aguardan noticias y resultados a diario. Invierten mucho dinero en las estrategias y los recursos bélicos más eficaces y novedosos. Ellos quieren su dinero rápido, limpio y moralizante.
Es ese el secreto e íntimo que les da energía. Sus ejércitos y sus bases militares son todo un símbolo de estatus. Son, junto con el flujo de capitales en la red bancaria imperial, el arma ofensiva más poderosa en esta escalada. Por su conducto avanzan o retroceden, profundizan objetivos, evaden las Leyes, encuentran flancos nuevos, mueven su artillería.

Redactan discursos y decretos para explicar que andan en campaña contra el “terrorismo”, contra el “populismo”, contra el retorno del “comunismo”... todo entre “flashes” de guerra y noticieros serviles. La guerra imperial no sólo quiere ser territorial, no es sólo quiere los mercados... también se libra en las conciencias.

Escrito por Fernando Buen-Abad Domínguez. (*)

(*)• Doctor en Filosofía.• Master en Filosofía Política. • Licenciado en Ciencias de la Comunicación. • Director de Cine egresado de la Universidad de Nueva York. • Vicerrector de la Universidad Abierta de México. • Director del Instituto de Investigaciones sobre la Imagen de la Universidad Abierta. • Docente de grado y postgrado en materias de Semiótica, Cine, Producción Audiovisual, Periodismo, Radio, Lingüística, Comunicación Profesional Integral y Técnicas en Comunicación.

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