21 de marzo de 2011

Túnez: El florecimiento de los nuevos Partidos.

Los partidos políticos legalmente constituidos en la primera semana de marzo en Túnez ascienden a 21, según datos de fuerzas políticas que han presentado su inscripción en el Ministerio del Interior desde el 14 de Enero pasado, fecha que
los tunecinos reconocen como su “14 de Julio”, en esa valiente revolución pacífica llevada a cabo por el pueblo, que derrocó al Dictador Ben Alí.Los cuatro primeros registrados han sido, el Partido Tunecino Verde, el Partido Socialista de Izquierda, el Partido del Trabajo Patriótico y Democrático y el Movimiento Baâth. Siguen las inscripciones y el día 3 de marzo se registraron los siguientes: Partido del Centro Social, Partido de la Dignidad y la Equidad, Movimiento de Unionistas Libres, Movimiento Ennahda, Partido de Jóvenes Demócratas, Partido de la Justicia y la Equidad, Movimiento para la Reforma de la Justicia Social y el Movimiento Nacional para la Justicia y el Desarrollo. Gestionan la inscripción el Partido Comunista Obrero de Túnez, algunas fuerzas de la Izquierda Socialista, nasseristas y otras.

En Túnez, Egipto, Libia y demás pueblos que luchan por su emancipación y por quitarse de encima las dictaduras de sus tiranos respectivos y a su vez, el saqueo del imperialismo cómplice que siguen sufriendo en ese proceso de descolonización inacabado, es imposible separar la lucha por los derechos democráticos de la batalla por acabar con el Estado capitalista y avanzar hacia el socialismo, superando las relaciones de producción dentro del marcho del dominio imperialista.

Como hemos podido leer en las informaciones desarrolladas por algunos analistas, existen muchas interrogantes sobre el proceso que se ha iniciado en el Norte de África, como por ejemplo, el conflicto armado que se ha iniciado por la Alianza Imperialista contra Libia, que puede ser de consecuencias incalculables. Los aliados imperialistas no están interviniendo, como quieren hacernos creer, para defender la revolución iniciada por el pueblo de Libia, sino con el objetivo de estrangularla, dividirla y abrir el camino para seguir controlando los intereses económicos en la zona, principalmente el petróleo, que están siendo puestos en peligro por los levantamientos de las masas como se comprobará en el próximo futuro.


Continuando con el análisis del proceso en Túnez se nos presenta una importante cuestión, “¿Es posible una transición desde la dictadura de Ben Alí hasta la consecución de las reivindicaciones democráticas, sociales y económicas de las masas tunecinas, en un proceso dirigido por la misma cúpula del régimen dictatorial? (Como cuestiona el artículo escrito por Ulises de Benito el pasado 7-3-11) que continúa diciendo; “Los acontecimientos del mes de febrero nos dan la respuesta. El gobierno de Mohamed Ghannouchi (primer ministro con Ben Alí durante once años), presentado como de unidad nacional y de transición a la "democracia" pero realmente continuista, fue derribado el 27 de febrero, casi un mes después de su formación, por el movimiento revolucionario.

“En última instancia, esta experiencia demuestra el hecho de que la burguesía (en gran parte vinculada a la camarilla del antiguo dictador) y el aparato burocrático del Estado no pueden dar solución a los problemas de la población, y de que sólo la ruptura con el imperialismo y con el capitalismo puede hacerlo. La resolución de las demandas democráticas de las masas tunecinas (como en Egipto, Libia, y el mundo árabe en general) pasan por la transformación socialista de la sociedad.


“El primer intento de formar Gobierno de Ghannouchi (…) topó inmediatamente con la resistencia del movimiento. Trabajadores y jóvenes de todo el país tomaron el centro de la capital, y en particular la avenida Habib Bourguiba y la plaza de la Kasbah (epicentro de la revolución), durante dos semanas enteras, exigiendo la dimisión de todos los miembros de RCD. A la cabeza de ese movimiento, se colocaron organizaciones ilegales de la izquierda y los militantes y cuadros intermedios de la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), que desafiaron las vacilaciones y componendas planteadas por una parte importante de su cúpula.

“Durante dos semanas la clase dominante tunecina, desplazada del poder, tuvo que maniobrar, y negociar con la UGTT. En esos momentos el movimiento, que había acabado con la dictadura, tenía el poder. Si el sindicato hubiera llamado a formar una asamblea de delegados de los comités en barrios, localidades, etc., y de sus propias federaciones locales, y a la extensión de esos comités donde no había, habría creado el germen de un nuevo poder, un poder obrero, que hubiera podido gobernar de formar democrática toda la sociedad. (…)


“Un Gobierno débil desde el principio.-

“La decisión de la UGTT desconcertó temporalmente al movimiento. Miles de jóvenes resistieron en la avenida Habib Bourguiba, frente al Ministerio de Interior, pero fueron finalmente reprimidos y brutalmente desalojados por la policía. Sin embargo, como luego vimos en Egipto, las masas no dieron ningún respiro al nuevo gobierno burgués continuista. La oleada de huelgas y manifestaciones impulsada por la victoria del 14 de enero no decreció, pese a los desesperados llamamientos de Abdessalem Jerad, secretario general de la Unión, y pese a la calumnia, expandida por él, de que agentes de RCD estaban detrás de los paros y asaltos a comisarías.

“El 10 de febrero, tras 11 días de Gobierno, la UGTT le reclamó negociaciones sociales. "Al Gobierno le interesa entablar rápidamente negociaciones con la central sindical, puesto que la situación social es explosiva", declaró un dirigente sindical. El mismo reconoció que "no controlamos todos los movimientos de las huelgas", y que la dirección sindical "está siendo contestada por una corriente de izquierda que organiza esporádicamente concentraciones delante de sus locales en la capital para reclamar su dimisión, acusándole de contemporizar con el Gobierno provisional y de corrupción" (1) Curiosamente, sólo cinco días antes, la cúpula sindical había manifestado "su satisfacción por la mejora sensible del plan de seguridad, a fin de permitir una reanudación de la actividad normal de los ciudadanos y de las empresas productivas".


“También tomaba nota de "los progresos importantes registrados en cuanto a la resolución de ciertos asuntos sociales urgentes". Es evidente que el movimiento no opinaba igual. Eso sí, la misma declaración de la UGTT advertía al Gobierno, expresando "su preocupación en cuanto a los últimos nombramientos de gobernadores, ya que la mayoría de ellos [19 de 24] tuvieron responsabilidad en RCD o están presuntamente [sic] implicados en casos de corrupción y malversación". (…) las reivindicaciones más sentidas por la revolución es el cese de todos los cargos que participaron en la dictadura,(…)

“La revolución avanza.-


“(…)La semana del 20 al 27 de febrero fue decisiva para el avance del movimiento y la caída del Gobierno. Los maestros se declararon en huelga indefinida y junto a ellos los estudiantes de instituto jugaron un papel clave. Las manifestaciones exigiendo la dimisión del Gobierno, incapaz de dar satisfacción ni a una sola de las demandas populares, han recorrido todo el país: Ben Guerden, Monastir y Gabés el lunes 21, Sfax y Redeyef el martes, Kairouan y Sousse el miércoles, y así hasta el viernes. El domingo 20 de febrero, decenas de miles de manifestantes exigieron la dimisión del Gobierno en el mismo escenario del 14 de enero. Unos cientos de jóvenes decidieron acampar en la Kasbah hasta conseguirla.


“El lunes 21 ya eran miles. Otros miles y miles fueron llegando en los días siguientes, de todos los rincones de Túnez. El viernes 25 una multitud de 250.000 manifestantes (la manifestación más masiva desde la caída de Ben Alí) clamaron por la caída del Gobierno en la capital, mientras otros 100.000 lo hacían en el resto del país. Algunos jóvenes ocuparon el Ministerio de Turismo, lo que fue utilizado para excusar una violenta represión policial. En Tozeur y Kasserine comisarías y aduanas fueron asaltadas. El impotente Ghannouchi se quejaba amargamente de que el pueblo tunecino "todavía no está maduro para la democracia".


“El sábado 26 muchos de los manifestantes se mantenían, a pesar de que el Gobierno había decidido cortar la avenida Habib Burguiba. Miles de jóvenes intentaron asaltar el Ministerio de Interior. La policía, la misma de la época de Ben Alí, contestó matando e hiriendo. En total, en estas jornadas, seis revolucionarios han perdido la vida a manos de las fuerzas del Gobierno. Sin embargo, puesto que en este nivel de la revolución en Túnez la represión no paraliza el movimiento, Ghannouchi no pudo resistir la presión más allá del domingo 27. Todo su Gobierno dimitió y el presidente provisional Fuad Mebaaza (también cargo político en la dictadura) encargó formar el nuevo a Beji Caid Essebsi. Este abogado fue ministro de Asuntos Exteriores a principios de los 80, cuando gobernaba Habib Bourguiba (predecesor de Ben Alí), y por tanto con él la clase dominante pretende dar una imagen menos comprometida con la dictadura (aunque Essebsi fue también embajador en Alemania occidental con Ben Alí y presidente de la cámara de Diputados). Por eso, Siad Cherni, un abogado y activista de derechos humanos tunecino en declaraciones a Al Jazeera, señala: "Los tunecinos son lo suficientemente inteligentes como para saber que no es un verdadero cambio: han cambiado la cabeza, pero no el régimen". En estos momentos la situación es inestable; en una entrevista televisiva, Abdessalem Jerad negaba que la UGTT diera legitimidad a este nuevo Gobierno, ya que no había sido negociado previamente. Reflejaba así la presión interna fruto del movimiento de masas.


“Es imprescindible en programa socialista.-

“(…)Sin tocar las bases materiales del poder de la burguesía, cualquier tipo de asamblea se enredará en todo tipo de discusiones y maniobras parlamentaristas, que polemizarán sobre aspectos secundarios. Mientras, los oprimidos, los protagonistas de la insurrección, verán pasar el tiempo sin ninguna perspectiva concreta de solución de sus perentorios problemas: el paro, la carestía de la vida, la explotación, la reforma agraria, la depuración del Estado. De esta forma la clase dominante intentará cansar al sector más consciente y activo de las masas, aislarlo del resto y recuperar plenamente su control.

“Ninguna maniobra que surja de las entrañas del antiguo régimen puede traer libertades democráticas, mucho menos la resolución de los graves problemas sociales que fueron el origen de la revolución. El gobierno de la sociedad debe venir del propio movimiento (y especialmente el movimiento obrero), ya que él y sólo él, conoce las necesidades reales de la mayoría, y sólo él busca soluciones reales a esas necesidades.

“El ejemplo de Libia, donde los comités populares han sido capaces de dirigir la revuelta y la vida de las zonas liberadas, es claro. La toma del poder por parte de la clase obrera, mayoritaria en el país, y junto a ella el resto de sectores oprimidos, organizados a través de asambleas y comités, y la expropiación de las grandes empresas y su puesta en funcionamiento bajo el control de los trabajadores, permitirían empezar a solucionar los problemas.


“¿Cómo conciliar una subida drástica de salarios, la creación de empleo para cubrir necesidades sociales, la bajada de los precios de productos básicos, o un subsidio de paro suficiente e indefinido, por poner claros ejemplos, con el beneficio de los imperialistas y capitalistas, que necesitan a toda costa -y más en el contexto de la crisis mundial de su sistema- mantener a las masas en condiciones de sobreexplotación”.


“El estallido de la revolución en Libia ha sido visto por las masas tunecinas, como no podía ser de otra forma, como un capítulo más (y muy importante) de la revolución que está sacudiendo toda la región árabe. La ola de solidaridad con los revolucionarios libios ha sido enorme, y se ha reflejado gráficamente con la acogida a las decenas de miles de personas que han cruzado la frontera libio-tunecina, huyendo de las masacres de Gadafi.

“En la mayoría de los casos están siendo egipcios (un millón y medio de ellos vive en Libia), y tunecinos. La revolución tunecina, a pesar de su escasez de recursos para absorber a esta marea de refugiados (se calcula en cincuenta mil en pocos días), les ha acogido como hermanos, procurando satisfacer al menos sus necesidades inmediatas. ¡Qué contraste con los Gobiernos burgueses europeos, que se llenan la boca para condenar la represión de Gadafi (con el que hacían buenos tratos hasta hace pocos días), mientras a la vez mantienen a los refugiados en Lampedusa (Italia) en condiciones deplorables, y se preparan para tomar incluso medidas militares para evitar un éxodo a Europa¡.


“Como dice Hazem Missaoui, desde Djerba, "las familias tunecinas son pobres y están compartiendo sus cenas y almuerzos con los que se acercan a la frontera. El Gobierno envía alimentos y medicamentos, pero estamos terminando una revolución y Túnez también necesita ayuda". La ayuda que necesitan las masas árabes sólo la puede dar la clase obrera del resto del mundo, inspirándose en su ejemplo, luchando contra la opresión imperialista y las intervenciones que prepara, contra el capitalismo, difundiendo su revolución, y organizando a través de sus organizaciones de clase el apoyo material necesario.(…)”(2)

Los pueblos de África han despertado y su lucha se extiende por todos los países, pero solamente alcanzarán una democracia socialista con verdadera justicia social y económica, si consiguen barrer a sus burguesías nacionales y a su vez, se deshacen del control de la alianza de los imperialistas, que están atacando Libia para colocar una cabeza de puente con le objetivo de retomar el control del petróleo y de la economía en toda la zona.

Esos pueblos en lucha tienen que construir para ello un nuevo Estado mediante la unificación de los comités populares que se han creado que debe implantar la democracia obrera para luchar contra la corrupción y la degeneración del modelo capitalista, implantando la elección y la revocabilidad de los cargos electos, tanto públicos como orgánicos, para que ningún representante cobre más que un trabajador cualificado.

Además, deben exigir que las tareas de la nueva Administración que se ponga en marcha en toda la vida social, sean con cargos rotativos a la vez que se licencie a todos los componentes del ejército burgués permanente y los cuerpos represivos y se sustituya por unas milicias populares y obreras, con democracia participativa.

Para que esa nueva estructura de democracia socialista se ponga en marcha y se consolide es imprescindible que la clase trabajadora, organizada en los partidos nuevos y los sindicatos plurales, adjunten a las reivindicaciones generales que exigen las masas, las demandas de clase, como un puesto de trabajo para cada persona que lo solicite, reducción de la jornada laboral para distribuir las tareas, derechos de reunión, asociación, libre sindicación, petición, manifestación y huelga, estableciendo comités de trabajadores en cada empresa, con control democrático y efectivo de la producción y la gestión.

Es imprescindible construir y desarrollar organizaciones fuertes, en el plano sindical, político, asociaciones de vecinos, de consumidores y usuarios, que vigilen y controlen la inflación y ejerzan la Administración a todos lo niveles de forma democrática y sana evitando los despilfarros, los saqueos y la corrupción, como la mejor forma de mantener el poder de la clase trabajadora que han ido surgiendo en la lucha, enlazándolo con la puesta en marcha de un programa auténticamente socialista, para fomentar la producción, centralizando los recursos básicos del Estado, bajo control obrero, para avanzar hacia la construcción socialista de una nueva sociedad, en democracia y con plenas libertades.

El nuevo Estado socialista y democrático que se empiece a construir, además de desmontar el gobierno anterior y poner ante la justicia a todos los responsables de la represión, la explotación y la corrupción que ha sufrido el pueblo, debe poder garantizar los derechos democráticos a la vez que organizar la defensa de las conquistas alcanzadas, para lo que tiene que confiscar todas las propiedades de los familiares, cómplices y colaboradores de la Dictadura, sobre todo, nacionalizando la Banca para construir un Banco Público que sea gestionado democráticamente al servicio de la producción.

Con las finanzas y las principales empresas expropiadas a los sátrapas de la tiranía, y colocadas democráticamente al servicio de los ciudadanos, se podría realizar una planificación científica y democrática de la economía con el objetivo de poner a toda la población a trabajar y resolver los problemas de desempleo, bajos salarios, pobreza, sanidad, educación, vivienda, etc…

El triunfo de ese modelo socialista, moderno, democrático y autogestionado por la sociedad en su conjunto, con la aplicación e introducción de las nuevas tecnologías, se extendería por los demás países como un reguero de pólvora al convertirse en un ejemplo para los trabajadores de todo el mundo, que están empezando a comprender que bajo el capitalismo no hay futuro para la Humanidad y solo queda una alternativa: La lucha por la una nueva sociedad y el respeto al ejercicio del Derecho a la Autodeterminación de todos los pueblos.

Para ello tenemos que exigir un Alto el Fuego y la retirada de inmediato de las fuerzas imperialistas de ocupación de todos los territorios dominados por la fuerza de las armas que defienden los intereses de las grandes compañías multinacionales amparadas por el Complejo Industrial-Militar de los EEUU y sus aliados.

Por la Federación Socialista de los pueblos árabes, y el inicio de la lucha por la Federación Socialista Europea, dentro del marco de una Confederación Socialista Mundial.

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
Is-psoe.malaga@terra.es

(1) (AFP, 11/02/11).
(2) Extracto del análisis elaborado por Ulises Benito.

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