14 de marzo de 2011

JAPÓN: SEÍSMO, TSUNAMI Y EXPLOSIÓN NUCLEAR… ¿Efectos del Cambio Climático?

En un reactor nuclear de la central de Fukushima, se registró una fuerte explosión resultando varios heridos. El día después del terremoto, que ha sido el cuarto más fuerte de la historia con una magnitud de 8,9 se provocó un Tsunami en el Pacifico que llegó hasta las costas de América. El número de víctimas superan los 10.000 y más de un millón y medio personas no tienen agua potable, los desaparecidos se cuentan por decenas de miles. La catástrofe es terrible en vidas humanas. El país del Sol Naciente está al borde de una gran catástrofe nuclear de dimensiones a la de Chenóbil. Existe una tercera central nuclear con daños graves en el sarcófago de protección. Si se hunde el núcleo todo el material radiactivo saldría a la atmósfera produciendo una nube radiactiva de contaminación incalculable
incorporándose a la cadena trófica. Tras el temblor inicial hubo 160 réplicas en 24 horas. Algunas islas se han desplazado 2,5 metros. Los daños materiales se calculan inicialmente en más de 25.000 millones de euros.

Algunos científicos se preguntan si algo similar podría pasar en España, calificando el riesgo sísmico como bajo, pero insisten en que en los últimos años hemos sufrido temblores de hasta 5,1 grados. Los ecologistas exigen un replanteamiento de las nucleares, con previsión de su eliminación, exigiendo el cierre de Cofrentes. Ayer hubo manifestaciones en Valencia exigiendo el cierre porque dicen que está obsoleta y es un peligro mantenerla abierta corriendo un riesgo similar al de Japón.

El debate sobre el peligro de la energía nuclear se ha abierto de nuevo con virulencia, sobre todo porque no está garantizada la seguridad de los ciudadanos, ni en casos de accidente, catástrofe natural o conflicto bélico, como hemos comprobado una vez más en los últimos días en Japón.

Nuestra corriente profundizamos en el debate del peligro que representa los efectos de las nucleares y otras cuestione del Medio Ambiente. A continuación ofrecemos un extracto del documento “Cambio Climático”,(*) presentado en la II Conferencia de Andalucía celebrada en Torremolinos hace unos meses:

“Desde las masacres de Hiroshima y Nagasaki ha quedado probado que bajo el capitalismo no existe ninguna seguridad total en que no se va a ver de nuevo un experimento de esa mortífera arma nuclear, que en la actualidad es mil veces más potente que antaño. Tampoco existe seguridad plena en las instalaciones nucleares de uso pacífico, que se construyen sin haber dado respuesta convincente y definitiva a la eliminación de los residuos nucleares.


Esta situación está latente en todos los países que utilizan esa tecnología, con un alto riesgo como hemos visto en casos de accidentes como el de Chernóbil y otros, con fugas radioactivas muy peligrosas para la vida humana. Hace unas décadas esa central sufrió un accidente y después del periodo de tiempo transcurrido, los estudios médicos consideran que un 80 % de la población está todavía contaminada. La propia ONU reconoció que más de 7 millones de personas fueron contagiadas por radiaciones nucleares afectando a un territorio de 155.000 kilómetros cuadrados, o sea, un equivalente a más de la cuarta parte de la Península Ibérica.


A pesar de esas amargas experiencias que han sembrado de cadáveres inocentes a demasiadas zonas del planeta, muchos gobiernos, con apoyos de partidos políticos e incluso de algunos ciudadanos, siguen defendiendo la energía nuclear y no se deciden por inversiones fuertes en energías limpias. Esa estrategia tiene una explicación basada en el razonamiento de que las grandes industrias energéticas dependen de los planes que son impuestos por ser dependientes de las políticas marcadas por el Pentágono. Contradictoriamente, el Protocolo de Kioto, que teóricamente trata de prevenir el calentamiento de la Tierra y luchar contra la contaminación, no había sido firmado por los EEUU, ni se cumple apenas por la mayoría de los países, habiendo sido mercantilizado de tal manera el intento de cumplimiento, que se compran y se venden al mejor postor las cuotas de contaminación que cada país tiene asignada. Lo cual denunciamos como una farsa colosal que pone sobre el tapete la hipocresía de la burguesía, confirmada ahora en la pantomima de la Cumbre del Clima de Copenhague que no ha servido para nada.


Los estados empobrecidos, que son la inmensa mayoría, ven violados sus derechos en esa inmensa farsa de “Democracia Burguesa” por cuatro o cinco superpotencias que solamente representan los intereses del “Gran Capital”, y quedan reducidos a ser colonias económicas o protectorados políticos nuevamente, no ya de una potencia de Europa o de EEUU en concreto, sino de su personificación colegiada y abstracta del “capital financiero globalizado”, el crudo Capital salvaje. Se les condena a que no pueden hacer otra cosa, (si sus pueblos no luchan), que ir reduciendo sus posibilidades de vida civilizada y retrocediendo hacia la barbarie. Algunas de sus poblaciones, caen incluso por debajo del nivel de proletarización, viéndose reducidas a la más profunda esclavitud que los hunde en la pobreza extrema. La Madre Naturaleza, en cuanto a objeto de “ultra-explotación” y depredación sin control, va desapareciendo por medio de la deforestación, la desertificación, la reducción drástica de su biodiversidad, la contaminación y, en todo caso, la incapacidad de aires, suelos y aguas para sostener una vida humana de sus respectivos pobladores en el próximo futuro, pues el capitalismo, con su voracidad de beneficios está destruyendo el planeta.(…) “



“En las décadas de 1970 y 1980, los científicos empezaron a descubrir que la actividad descontrolada del sistema caótico capitalista estaba teniendo un impacto negativo sobre la capa de ozono, una región de la atmósfera que protege al planeta de los dañinos rayos ultravioleta.

Si no existiera esa capa gaseosa, que se encuentra a unos 40 Km. de altitud sobre el nivel del mar, la vida sería imposible sobre nuestro planeta. Los estudios mostraron que la capa de ozono estaba siendo afectada por el uso creciente de clorofluorocarbonos (CFC, compuestos de flúor), que se emplean en refrigeración, aire acondicionado, disolventes de limpieza, materiales de empaquetado y aerosoles.


El cloro, un producto químico secundario de los CFC ataca al ozono, que está formado por tres átomos de oxígeno, arrebatándole uno de ellos para formar monóxido de cloro. Éste reacciona a continuación con átomos de oxígeno para formar moléculas de oxígeno, liberando moléculas de cloro que descomponen más moléculas de ozono. El adelgazamiento de la capa de ozono expone a la vida terrestre a un exceso de radiación ultravioleta, que puede producir cáncer de piel y cataratas, reducir la respuesta del sistema inmunitario, interferir en el proceso de fotosíntesis de las plantas y afectar al crecimiento del fitoplancton oceánico.


El uso extensivo de pesticidas sintéticos derivados de los hidrocarburos clorados en el control de plagas, introducidos por las multinacionales sin un control exhaustivo comprobado para analizar el impacto en la salud de la humanidad, ha tenido efectos colaterales desastrosos para el medio ambiente y para la salud de los seres humanos, en particular para los jornaleros y campesinos que trabajan en los invernaderos.


Estos pesticidas organoclorados son muy persistentes y resistentes a la degradación biológica. Muy poco solubles en agua, se adhieren a los tejidos de las plantas y se acumulan en los suelos, el sustrato del fondo de las corrientes de agua y los estanques, y la atmósfera. Una vez volatilizados, los pesticidas se distribuyen por todo el mundo, contaminando áreas silvestres a gran distancia de las regiones agrícolas, e incluso en las zonas ártica y antártica.


Aunque estos productos químicos sintéticos no existen en la naturaleza, penetran en la cadena alimentaria o directamente en los pulmones de los campesinos. Los pesticidas son ingeridos por los herbívoros o penetran directamente a través de la piel de organismos acuáticos como los peces y diversos invertebrados. El pesticida se concentra aún más al pasar de los herbívoros a los carnívoros.


Alcanza elevadas concentraciones en los tejidos de los animales que ocupan los eslabones más altos de la cadena alimentaria, como el halcón peregrino, el águila y el quebrantahuesos. Los hidrocarburos clorados interfieren en el metabolismo del calcio de las aves, produciendo un adelgazamiento de las cáscaras de los huevos y el consiguiente fracaso reproductivo. Como resultado de ello, algunas grandes aves depredadoras y piscívoras se encuentran al borde de la extinción



Todas esos estudios y conclusiones son conocidos por todos los gobiernos del mundo y ha llevado incluso a tomar algunas medidas expresadas en numerosos estudios y conferencias mundiales, como el tan manoseada e incumplido Protocolo de Kyoto, que ha fracasado rotundamente una vez y otra en reuniones de Copenhague, Cancún… con el objetivo de firmar un nuevo tratado que recuerde lo acordado en Kyoto en 1997, con un estruendoso fracaso.


Se viene debatiendo ampliamente sobre este problema y existe un consenso científico que el clima global se está viendo alterado de manera importante, agudizándose esta alteración desde el siglo pasado, como consecuencia del incremento de concentraciones de gases de efecto invernadero, tales como el dióxido de carbono, metano, óxidos nitrosos y clorofluorocarbonos.


Uno de los impactos que el uso de combustibles fósiles ha producido sobre el medio ambiente terrestre ha sido el aumento de la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. La cantidad de CO2 atmosférico había permanecido estable aparentemente durante siglos, pero desde 1750 se ha incrementado en un 30% aproximadamente. Lo significativo de este cambio es que puede provocar un aumento de la temperatura de la Tierra a través del proceso conocido como efecto invernadero. El dióxido de carbono atmosférico tiende a impedir que la radiación de onda larga escape al espacio exterior; dado que se produce más calor y puede escapar menos, la temperatura global de la Tierra aumenta

Se estima que los patrones de precipitación global, con lluvias ácidas y otras distorsiones atmosféricas, también se ven alterados como respuesta a lo anterior. Existe un cierto acuerdo general sobre estas conclusiones, pero hay una incertidumbre con relación a las magnitudes y las tasas de estos cambios a escalas regionales y mundiales.


Asociada también al uso de combustibles fósiles, la acidificación se debe a la emisión de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno por las centrales térmicas y por los escapes de los vehículos a motor. Estos productos interactúan con la luz del Sol, la humedad y los oxidantes produciendo ácido sulfúrico y nítrico, que son transportados por la circulación atmosférica y caen a tierra, arrastrados por la lluvia y la nieve en la llamada lluvia ácida, o en forma de depósitos secos, partículas y gases atmosféricos.


Los expertos afirman estos cambios en el patrón de emisiones de gases están produciendo importantes alternaciones en los ecosistemas globales, alteraciones que irán en aumento si no se toman medidas adecuadas. Los ecologistas advierten en trabajos científicos realizados que los rangos de especies arbóreas podrán variar significativamente como resultados del cambio climático global que se está operando, por lo que las medidas correctivas debieran estar siendo aplicadas ya de forma científica y globalmente planificada en beneficio de la humanidad y no de unos cientos de multinacionales privadas, que no se pueden poner de acuerdo para un plan debido a su sistema de beneficio privado y competencia feroz.


Si analizamos la situación del planeta a partir de 1970, primer año en que se declaró el “Día de la Tierra”, se han perdido desde entonces 300 millones de hectáreas de zonas de árboles, los desiertos se han extendido en más de 220 millones de hectáreas, miles de animales y plantas se han extinguido y el planeta se deteriora vertiginosamente. Cada año se emiten a la atmósfera más de 50.000 millones de toneladas de gases contaminantes. La erosión del suelo se está acelerando en todos los continentes y está degradando unos 2.000 millones de hectáreas de tierra de cultivo y de pastoreo, lo que representa una seria amenaza para el abastecimiento global de víveres. Cada año la erosión de los suelos y otras formas de degradación de las tierras provocan una pérdida de entre 5 y 7 millones de hectáreas de tierras cultivables. En el Tercer Mundo, la creciente necesidad de alimentos y leña han tenido como resultado la deforestación y cultivo de laderas con mucha pendiente, lo que ha producido una severa erosión de las mismas.


Para complicar aún más el problema, hay que tener en cuenta la pérdida de tierras de cultivo de primera calidad debido a la industria, los pantanos, la expansión de las ciudades y las carreteras. La erosión del suelo y la pérdida de las tierras de cultivo y los bosques reducen además la capacidad de conservación de la humedad de los suelos y añade sedimentos a las corrientes de agua, los lagos y los embalses. El planeta Tierra está experimentando también un progresivo descenso en la calidad y disponibilidad del agua.


En el año 2000, en torno a 508 millones de personas vivían en 31 países afectados por escasez de agua y, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 1.100 millones de personas carecían de acceso a agua no contaminada. En muchas regiones, las reservas de agua están contaminadas con productos químicos tóxicos y nitratos. Las enfermedades transmitidas por el agua afectan a un tercio de la humanidad y matan a 10 millones de personas al año.

(…) la situación se sigue agravando, lo que indica que el capitalismo no puede dar respuesta a las calamidades que su propio sistema produce. Cerca de 3.000 millones de personas tienen dificultades para alimentarse dignamente y más de 1.500 millones sufren enfermedades y hambrunas terribles”(…)


La mejor forma, sino la única de empezar a resolver el drama del calentamiento global, frenar el Cambio Climático que está provocando daños irreparables para el Planeta, y dotarnos de una alternativa socialmente razonable, no puede ser otra que luchar por cambiar la forma de organización social y económica. La solución a los acuciantes problemas del mundo sólo se puede lograr con un sistema socioeconómico que esté bajo el control consciente de la gente. El capitalismo está agotado. No hay salida a largo plazo para la humanidad bajo su aberrante modelo de la dictadura “de los mercados”. Es preciso conquistar una democracia socia, la democracia obrera, la democracia participativa de los ciudadanos El problema no es que haya un límite inherente al desarrollo, sino un sistema de producción caduco y anárquico que despilfarra vidas y recursos, que destruye el medio ambiente y que impide el pleno desarrollo del potencial que existe en la ciencia y la tecnología, para poner esos adelantos al servicio de la seguridad y el bienestar de los seres humanos.


ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE-A

(*) La Revista editada sobre “Cambio Climático” está a disposición de toda persona que lo solicite de forma gratuita. Solicítala al correo abajo indicado, poniendo en asunto la palabra “Revista” y te será remitida por correo electrónico.
Pedidos a: Is-psoe.malaga@terra.es

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