7 de octubre de 2010

LA ECONOMÍA ESPECULATIVA NO TIENE FUTURO.

ENTREVISTA:

S: ¿Cuál es su evaluación sobre la crisis financiera internacional?

L.B: La crisis no es coyuntural es estructural. El tipo de economía que todo lo transformaba en mercadería y se basaba en la especulación, distante de la economía real, ya no tiene futuro. Produjo una enorme equivocación porque difamó al Estado y a la política colocando en su lugar a la mano invisible del mercado, de la competencia, de las grandes corporaciones multinacionales. Algo que no tuvo éxito. Las empresas tuvieron que pedirle auxilio al estado, dándose cuenta de que la lógica del mercado, que es competitiva y no cooperativa, conduce a una gran crisis. Y eso fue lo que ocurrió.

S.:Esta crisis ¿podrá ser usada como disculpa para abandonar las metas del milenio de haber reducido a la mitad de la pobreza del mundo en el 2015?

L.B. Las metas del milenio no han sido hasta ahora tomadas en serio. Fue ante todo una retórica de las grandes empresas. Renunciarán muy poco a sus ganancias para invertir en los países pobres. Fue algo como para acallar la conciencia, en vista de la enorme disparidad que existe entre ricos y pobres. Pero no cambió la relación entre riqueza y pobreza, acumulación, destrucción de la naturaleza, generación de pobres y hambrientos por causa de este proceso económico especulativo, devastador de las relaciones sociales y ecológicas. Esa máquina continua produciendo pobres. Y no hay metas del milenio que puedan superarla manteniendo esta estructura.

S.:Los gobiernos dicen no tener dinero para las metas del milenio ni siquiera para cumplir los objetivos del Protocolo de Kioto, pero invierten millones en salvar a los bancos.¿Que es lo que usted piensa de eso?

L.B.:Esa actitud muestra la absoluta falta de ética, del sentido de los valores y de las prioridades con los que este sistema sin corazón, materialista, cruel y despiadado que se organizó y se volvió hegemónico durante los últimos 30 o 40 años. Actualmente esta más interesado en salvarse a sí mismo que en salvar vidas. No es una economía destinada a producir medios de vida sino para producir acumulación. Este modelo ha entrado en crisis. No sabemos cual le seguirá, Pero será seguramente una economía controlada por la política y con respeto por algunos principios éticos.

S.:El Papa dijo que el colapso de los bancos muestra que “el dinero no vale nada” ¿Usted comparte la opinión de Benito XVI?

L.B.: Es una visión moralista. El dinero no vale nada y vale todo, porque el Vaticano también tiene preocupaciones financieras. El dinero vale cuando es un medio para dar vida, para realizar las transformaciones necesarias para encontrar formas de administrar justicia. No estamos en contra del dinero como medio para conseguir cosas necesarias para la vida, para ayudar a las personas y especialmente para mantener vivo al planeta Tierra que es la única casa común que podemos habitar y que la economía especulativa está poniendo en serio riesgo.

S.:Usted acusó al Papa de estar del lado de los ricos y de ser poco solidario con los pobres ¿a qué lo atribuye?

L.B.:El principal proyecto del Papa es otorgarle un aura cristiana a la globalización y especialmente a partir de Europa. Su proyecto es reconvertir a Europa para que ella le confiera un aura religiosa a la globalización. Pero para nosotros que vivimos en la periferia del mundo, donde vivimos el 52% de los católicos, esa opción por Europa significa una opción por los ricos. Y Europa misma no está interesada en asumir esa función religiosa de conferirle un nimbo de espiritualidad a la globalización. Europa es una cultura crepuscular, secularizada que tiene cristianismo en las orillas no en el frente, como fuente de inspiración. El proyecto del Papa es una gran equivocación y no llegará a ningún resultado concreto.

S.: La “opción por Europa” significa que la Iglesia olvidó su “opción por los pobres”

L.B.: Al optar por Europa optó por los ricos, porque Europa es donde viven los ricos junto a los de otros países del Atlántico Norte: Los pobres no son el centro. No es que el Papa no hable de los pobres. Cuando estuvo en América Latina habló de los pobres, de los oprimidos, de vez en cuando se acuerda del hambre en el mundo, pero no es el eje estructural de la pastoral de la Iglesia. No es la gran preocupación que mueva ala Iglesia a decir, queremos ser la voz de los sin voz, queremos ser los abogados de los pobres, No lo es, Y los pequeños llamados que hace aquí y acullá no corrigen esa falta de un proyecto que beneficie a los pobres.

S.: “Leonardo Boff, abogado de los pobres” es el título del libro que están publicando sobre usted en Suiza. Hay muchos políticos y ONGs que también se consideran abogados de los pobres. La cuestión de la pobreza es un buen negocio para algunos

L.B.: Primero ese título es excesivo. Existen muchas otras personas y organizaciones más abogados de los pobres que yo. Como teólogo siempre quise hacer una Teología de la Liberación a favor de los pobres, contra la pobreza. Me mantuve fiel a eso en los últimos cuarenta años a pesar de las persecuciones. Es una opción de vida. La pobreza no produce riqueza, la pobreza es un desafío a la generosidad, a la humanidad. Las transformaciones políticas y sociales son las que producen y reproducen continuamente la pobreza. Si no cambiamos esas estructuras habrá siempre pobres, tenderán a aumentar y degradaran cada vez más la Tierra. Porque los pobres degradan por necesidad, porque están abandonados a su propia suerte y porque han sido hechos pobres.

S.: ¿Qué es lo que los suizos y los europeos ricos pueden hacer por América Latina?
L.B.: Creo que tienen que saber que los pobres existen, que los pobres gritan y que ellos tienen que escuchar los gritos de los pobres. Y formular políticas de ayuda económica que es una forma de fortalecer la dimensión de la cooperación, de la solidaridad a nivel internacional

S.: En Berna usted mantuvo una charla sobre tres supuestos “abogados de los pobres”, Lula, Fernando Lugo (Paraguay) y Rafael Correa (Ecuador) ¿ Qué es lo que esos tres presidentes tienen en común?

L.B.: Lo que tienen en común es que vienen de abajo. Ellos vienen de la gran articulación del poder social, que surgió a partir de los años 50 en toda América Latina. Ellos tienen en común proyectos sociales que colocan al pueblo y a sus necesidades básicas de salud, alimentación, educación y vivienda en el centro. Y los tres adhieren a la Iglesia de la Liberación. Se han educado dentro de un cristianismo liberador: muchos ministros de Lula proceden de la Teología de la Liberación. El presidente del Paraguay es un Obispo de la Liberación. Rafael Correa es discípulo de François Houtard, uno de os más grandes sociólogos de la Liberación en Bélgica y que ha formado muchos dirigentes en América Latina y en Asia. Tato Correa en Ecuador como Lula en Brasil y Lugo en Paraguay intentan actuar de acuerdo con las dimensiones que la Teología de la Liberación planteó como fundamentales, es decir colocar al pobre en el centro. Y el pobre necesita medios de vida, precisa comer, tener vivienda, tener salud y ellos se han ocupado de eso. De modo que es una contribución de la Teología de la Liberación a la política y eso es glorioso para esa teología, porque lo importante en la Teología de la Liberación es la concreta liberación de los pobres.

S.: Pero ¿las políticas sociales de esos gobiernos no terminan alimentando el asistencialismo, la cultura de la mendicidad y la industria de la pobreza?

L.B.: Todo lo que ayuda a los pobres es bueno, es fruto de la generosidad. Porque hay políticos, hay clases sociales para los cuales los pobres son carbón destinado a ser consumido en la maquinaria productiva, el pobre es un cero económico, un peso de la historia. Hay gente que realiza políticas asistencialistas, paternalistas pero que sin embargo ayuda a los pobres. Sin embargo no es la política más inteligente: la política inteligente es la que ayuda a los pobre de tal modo que puedan salir de la pobreza y no que permanezcan dependientes de la beneficencia pública, pero así se desarrollan hasta poder ser autónomos. El proceso emancipatorio de formar ciudadanía, lograr autonomía constituye un momento importante de la liberación.

S.: Lula, Lugo y Correa son católicos izquierdistas. ¿La Iglesia está tomando el poder en América Latina?

L.B.: Gracias a Dios no. Ellos son cristianos, son laicos que tienen su propia autonomía, no están vinculados institucionalmente con las conferencias de Obispos Tienen la relación que un cristiano tiene con su Iglesia en las democracias laicas, es decir aquellas en que la Iglesia está separada del Estado y que llevan adelante ideas humanitarias que tiene su origen en el cristianismo, más que en la dependencia de la jerarquía eclesiástica, no son controlados por las instancias jerárquicas de la Iglesia.

S.: Usted dice que los neopopulistas como el persidente de Venezuela Hugo Chávez, cuyo programa social – las misiónes – imita el discurso de la Iglesia por lo menos en el nombre?

L.B.: Chavez hizo un enorme bien al pueblo. Porque nacionalizó el petróleo y usó esa enorme cantidad de dinero no para construir obras faraónicas sino para erradicar el analfabetismo, para desarrollar un vasto proyecto de salud, generar políticas sociales, ayudar a otros países. Mientras tanto como hay pocos movimientos sociales en Venezuela, su relación con el pueblo es más directa. Y allí existe el riesgo del populismo. Lo ideal sería que el presidente articulase con movimientos sociales que a su vez se articulen con las bases y se produzca un diálogo, una resistencia, una negociación, el establecimiento de una agenda común - así se construye una democracia participativa y se evita el populismo.

S.: Muchos movimientos sociales basados en la Teología de la Liberación también se pusieron del lado de los gobiernos ¿Se terminó el lado subversivo de la Teología de la Liberación?

L.B.:Es muy curioso que el MST, Movimiento de los Sin Tierra o Movimiento de los Sin Techo son movimientos autónomos que apoyan a Lula porque dicen Lula es nuestro, nosotros ayudamos a crear a Lula. Y al mismo tiempo le hacen críticas profundas, no haber realizado la reforma agraria, obedecer demasiado a la agenda neoliberal. Ellos no se dejan conquistar por el poder. Son aliados del poder pero no existe sometimiento, alianza cerrada. Son cuerpos autónomos que dialogan, colaboran, tienen diferencias pero asumen fundamentalmente el mismo proyecto de base, un proyecto social orientado hacia las grandes mayorías pobres.

S.: ¿Cuáles son sus críticas al gobierno de Lula?

L.B.:Yo no las haría dejaría que las hiciesen los enemigos de Lula, porque ellos tienen muchas críticas. Algo que yo diría es que Lula debe intentar hacer la reforma agraria y la población espera esa gran revolución ya que sería la mayor de la historia brasileña

Entrevista a Leonardo Boff por Geraldo Hoffmann para Swisinfo:
Suiza 07/10/2010
(Traducción Susana Merino).

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