15 de septiembre de 2010

LA HUELGA GENERAL DEL 29-9 ES UNA LUCHA POR EL REPARTO DE LAS PLUSVALÍAS.



La jornada de lucha generalizada declarada por los sindicatos en toda Europa viene dada por la resistencia que opone la clase trabajadora a la rebaja de sus salarios y sus condiciones laborales. Al derrumbarse la tasa general de ganancias de los capitalistas, debido a la crisis de sobreproducción iniciada en el 2007, el imperialismo responde diciendo que el precio del trabajo en el mercado, al igual que las demás mercancias, tienen que adaptarse a su valor: Las medidas más rápidas que plantean, para incrementar la tasa de ganancias es un ataque a la clase obrera, recortándoles la parte de la plusvalia que ésta genera, para aumentar el beneficio del capital en este reparto siempre injusto para el trabajador. La respuesta en Grecia es una lucha prolongada con varias huelgas generales, al igual que en Francia, Italia y otros países, concretándose en el Estado español en la Huelga General convocada por UGT y CCOO para el 29 de este mes de septiembre.


Existen rasgos peculiares que distinguen el valor de la fuerza de trabajo o el valor del trabajo de los valores de todas las demás mercancias, aunque el obrero es tratado como una mercancia más, por el capitalista. Como explica el marxismo, "el valor de la fuerza de trabajo está determinado por el trabajo socialmente necesario para producir los medios de existencia y reproducción del trabajador y su familia" y "está formado por dos elementos, uno de los cuales es puramente básico, mientras que el otro tiene un carácter histórico o social". El elemento básico es que "para poder mantenerse y reproducirse, para poder perpetuar su existencia básica, la clase obrera tiene que obtener los artículos de primera necesidad absolutamente indispensables para vivir y multiplicarse". El valor de estos medios de sustento indispensables es el límite mínimo del valor del trabajo. Por otra parte, la extensión de la jornada de trabajo tiene también sus límites extremos, anque sean muy elásticos. Su límite máximo lo traza la fuerza básica del obrero. Si el agotamiento diario de sus energías vitales rebasa un cierto grado, no podrá desplegarlas de nuevo día tras día.Esos límites son muy elástico.


No es lo mismo en un país rico como Luxemburgo, con una renta per cápita de 113.044 dólares por año, que otro más pobre como Liberia con una renta de 212 dólares al año. Esas desigualdades enormes son las tremendas injusticias alcanzadas por el imperialismo en la fase actual. El nivel de vida, en momentos de recesión tiende a descender, pero, ¿hasta qué nivel exigirá el capitalista que descienda, para estar satisfecho, si la clase obrera organizada no presenta una resistencia y lucha por contrarrestar esos ataques sociales? La importancia del papel que a este respecto desempeñan las organizaciones sindicales y partidos políticos de izquierdas, en su lucha contra el capital y la voracidad insaciable de los capitalistas es fundamental para comprender la cuestión. Si estos recortes tuviesen en realidad un carácter solidario, haciendo subir el nivel de vida de las masas empobrecidas del planeta, quizás tuviese una justificación, pero eso es totalmente imposible bajo las leyes del capitalismo. La repercusión de estos ataques a la clase obrera de los países empobrecidos, muchos de ellos con dictaduras o gobiernos títeres impuestos por el imperialismo, serán mil veces peor que en los países más desarrollados, donde la clase obrera ha conquistado con sus luchas y sus organizaciones de clase, un cierto grado de libertad para ejercer los derechos civiles arrancados por la lucha a los patronos capitalistas.


Si nos detenemos a comparar los salarios o valores del trabajo normales en distintos países y distíntas épocas en el proceso histórico de la lucha entre las clases, incluso dentro de un mismo país, vemos que el valor del trabajo no es, por sí mismo, una magnitud constante, sino variable, aún suponiendo que los valores de las demás mercancias permanezcan fijos. Baste comparar las diferencias salariales entre el varón y la mujer, entre la juventud y los adultos, o entre los miembros de la alta dirección del Estado y de la gran empresa con los de la clase obrera. Esa comparación nos demuestra que no varian solamente las cuotas de beneficios en el mercado, sino también las cuotas medias de ganancias del capitalista. En cuanto a lo que se refiere a las ganancias "justas", no existe ninguna Ley que le trace un máximo ni un mínimo. No puede existir por tanto, un límite extremo de su baja. Pero, ¿por qué no puede fijarse un límite, como por ejemplo, un impuesto sobre la banca, como plantean algunos grupos con muy buenas intenciones, como ATTAC y las tropecientas ONGs que piden el 0,7 % para luchar contra el hambre o una impuesto especial contra el capital, como la Tasa Tobin ?. ¿Por qué, si puede el Gobierno fijar un salario mínimo y no puede fijar un salario máximo o un impuesto lo suficientemente importante contra el capital para resolver el problema del hambre?


Lo que tenemos que explicar es que, bajo el prisma de la economía capitalista, dados los límites de la jornada de trabajo y del salario, el máximo de ganancia corresponde al mínimo básico del salario, y que partiendo de salarios dados, el máximo de ganancia corresponde a la prolongación de la jornada de trabajo en la medida que sea compatible con la fuerza de trabajo. Por tanto, la máxima ganancia del capitalista se halla limitada por el mínimo del salario y por la máxima jornada de trabajo. Está clarísimo que entre los dos límites de esta cuota de beneficios máximos cabe una escala inmensa de variantes. La determinación de su grado concreto se dirime exclusivamente por la lucha incesante entre las fuerzas del capital y las fuerzas del trabajo. No es, como algunos opinan, que depende de la voluntad de los gobiernos. Los capitalistas pugnan constantemente por reducir los salarios a su mínimo básico y prolongar la jornada de trabajo a su máximo básico, mientras que el obrero tiene la obligación de empujar para presionar en el sentido contrario. El problema queda reducido a la capacidad de presión de las fuerzas respectivas de ambas clases contendientes.


En el último periodo de auge, se ha intentado resolver el problema con Pactos y consensos permamanentes por arriba, entre los sindicatos UGT-CCOO, la Patronal y el Gobierno, que han podido ir tirando con pérdidas paulatinas de las plusvalías, compensadas con la expansión de los crédidos al consumo y otros artilugios de "economía creativa financiera". Pero la recesión ha puesto a cada uno en su sitio. Ya no es posible conseguir resultados que puedan alcanzarse mediante los convenios colectivos entre los representantes de los obreros y los capitalistas, sin contar con la presión de las masas. Con las reformas, plantean pasar al convenio de empresa o incluso al convenio individual, que será para los obreros lo mismo que saltar de la sartén el fuego. Por ello, las cúpulas sindicales se han tenido que rendir ante la evidencia y convocar la Huelga General defensiva porque no hay otro camino. Esta necesidad de pasar a la acción, que llega un poco tarde, demuestra que en el terreno puramente económica, la lucha se queda corta, que la lucha por las plusvalías es una lucha política.


En cuanto a la flexibilidad relativa de los límites del valor del trabajo, su fijación efectiva depende siempre bajo el capitalismo, de la oferta y la demanda, refiriéndonos a la oferta de trabajo por parte de la clase obrera y la demanda de trabajo por parte de los capitalistas. Este camino está cerrado por la Huelga de inversiones privadas encubierta, pero permamente, que durante los últimos tres años vienen practicando los capitalistas, retirando inmensas masas de recursos financieros hacia paraísos fiscales o hacia la economía sumergida. En la fase imperialista actual el capitalismo necesita dominarlo todo.


Analicemos el comportamiento de los salarios de los trabajadoresen los últimos 3 lustros en el Estado español. Es fácil entender, con algunas cifras económicas, el fabuloso trasvase de pluslavías del auge de los últimos 15 años, que ha producido un saqueo de rentas del trabajo, que han ido a parar a los bolsillos de los capitalistas. Ilustraremos esta afirmación con algunos ejemplos: Las rentas del trabajo que estaban en un 50 % del PIB en el año 2000, han bajado hasta un 46 % en el año 2008; cuando se comparen con los datos de 2009 y 2010, la diferencia será mucho peor para la clase obrera. Por el contrario, la diferencia entre Rentas de Capital y Rentas del Trabajo han beneficiado a los primeros en más de 8 puntos porcentuales del PIB. Esto representa cerca de UN BILLON de euros, que han ganado los capitalistas y han perdido los asalariados. Los banqueros, en plena crisis están muy contentos, porque siguen ganando más dinero que nunca, mientras las hipotecas están llevando a la ruina a cientos de miles de familias, agobiados por los recortes salariales y el paro. El número de pobres se acerca ya a los diez millones.


Con el desarrollo de las fuerzas productivas, en momentos de auge del sistema, se acelera la acumulación de capital, la obstención de plusvalías y los salarios quedan relativamente estancados o descienden, como queda demostrado en el párrafo anterior. En momentos de recesión, lo que plantean los estrategas del capitalismo, incluyendo a los asesores de la "socialdemocracia" que se someten a los dictados de los "mercados", eufemismo que quiere decir al imperialismo y al capital, es reducir los salarios tanto reales como diferidos de la clase trabajadora. Esto expresa el límite del sistema capitalista que ya no es capaz de mejorar las condiciones de vida de los explotados. Al mismo tiempo, con la acumulación progresiva del capital, se opera un cambio en la composición orgánica del capital. La parte global formada por capital fijo, como maquinaria, materias primas, medios de producción, crecen con mayor rapidez que la parte destinada a salarios. Esta ley fue puesta de manifiesto, bajo formas más o menos precisas, incluso por economistas no marxistas, como Ricardo, Sirmondi y otros, con éstos ejemplos:


"Si la proporción entre estos dos elementos del capital originariamente de 1:1, al desarrollarse la industria será de 5: 1, y así sucesivamente. Si de un capital global de 600 se desembolsan 300 para instrumentos, materias primas, etc. y 300 para salarios, para que pueda absorver a 600 obreros en vez de 300, basta con doblar el capital global. Pero, si de un capital de 600 se invierten 500 en máquinaria, y solamente 100 en salarios, para poder colocar a 600 obreros en vez de 300, este capital tiene que aumentar de 600 a 3.600. Por tanto, al desarrollarse la industria, la demanda de trabajo no avanza con el mismo ritmo que la acumulación del capital. Aumentará, pero aumentará en una proporción constante decreciente, comparándola con el incremento del capital".


Esta cuestión es dificil de admitir por la mayoría de los economistas no marxistas, porque existen ciertas escuelas económicas que niegan la operatividad de esa ley, sin explicar motivos científicos ni argumentos convincentes para ello, pero estas pocas indicaciones bastarán para poner de relieve que el propio desarrollo de la moderna industria contribuye por fuerza a inclinar la balanza cada vez más a favor del capitalista y en contra del obrero, y que, como consecuencia de esto, la tendencia general de la producción capitalista no es a elevar el nivel medio de los salarios, sino, por el contrario, a hacerlo bajar, o sea, empujar más o menos el valor del trabajo a su límite mínimo. Esa tendencia nos podría arrastrar a situaciones de esclavitud, si no es contrarrestada por una firme y decidida lucha, unida y bien organzada por las organizaciones de izquierdas. Nuestra corriente Izquierda Socialista, en base a estos serios análisis hemos llegado a la conclusión de que es necesario apoyar a los trabajadores y sus sindicatos en la próxima Huelga General del 29-9, solicitando una rectificación en la polìtica social del gobierno y pidiendo un giro a la izquierda que la clase obrera necesita.


Todas estas cuestiones, imposible de desarrollar en este corto artículo, han sido estudiadas dentro de la controvertida "ley de la caida tendencial de la tasa de beneficios". Siendo tal la tendencia inevitable en el sistema capitalista habría que preguntarse si ésto quiere decir que la clase obrera, asumiendo la tesis a) que dice que "a medida que aumenta la composición orgánica del capital, existe una tendencia a la caída porcentual de la tasa de beneficios que lastra los salarios hacia un estancamiento a la baja", y que por tanto, como dicen los estrategas del capitalismo, la clase obrera debe renunciar a defenderse contra las usurpaciones del capital y cejar en sus esfuerzos, o por el contrario, siguiendo la tesis b), que explica que "el reparto de las plusvalías depende de la correlación de fuerzas en la lucha de clases en un momento dado", y que por tanto, la clase obrera debe aprovechar todas las posibilidades que pueda para mejorar aunque sea temporalmente su situación. Los capitalistas y los defensores de ese modelo, seguro que siempre han apostasdo por la tesis a), pero la clase trabajadora y sus defensores, debemos apostar decididamente por la tesis b), aunque nuestras direcciones se queden en medio de la barricada, buscando desesperadamente la "tercera via" que nunca encontrarán en la práctica aunque si en la utopía de sus teorías inviables.


Con la tesis capitalista la sociedad se verá degradada a una masa uniforme de ciudadanos desgraciados, quebrantados y empobrecidos, sin salvación posible, que caminarán seguro hacia un nuevo tipo de esclavitud. Las luchas de la clase obrera por el nivel de los salarios y sus condiciones de vida son episodios inseparables de todo el modelo de trabajo asalariado, que en un porcentaje muy elevado de los casos utilizan sus esfuerzos por elevar los salarios. Esto, en efecto, no son otra cosa que luchas dirigidas a mantener en pie el valor dado del trabajo, por lo que empiezan como aparentes luchas económicas pero en el fondo son luchas políticas por el reparto de las plusvalias creada por la clase obrera, que les quiere arrebatar el capitalista, con el apoyo del Estado burgués. La necesidad de forcejear con el capitalista acerca del precio del valor del trabajo va unida a la situación del obrero, que se ve obligado a vender su fuerza de trabajo en un mercado de mercancías cada vez más saturado.


Si en sus conflictos diarios con el capital, las direcciones sindicales y políticas de la clase trabajadora ceden cobardemente ante las presiones del capital, se descalifican sin duda para emprender movimientos de mayor envergadura, como es la búsqueda del camino para la transformación socialista de esta sociedad. Igualmente y aún prescindiendo por completo de la esclavitud general que entraña el sistema de trabajo asalariado, la clase obrera no debe exagerar a sus propios ojos el resultado final de estas luchas diarias. Tiene que reconocer que la lucha sindical es solamente una lucha contra los efectos, pero no contra las causas de esos efectos, que es el capitalismo, que lo que intenta siempre es contener el movimiento de lucha de los trabajadores, desactivando o reprimiendo a sus dirigentes, calumniándolos, desprestigiándolos, comprándolos y en momentos de mucha tensión, incluso utilizando la eliminación física en muchos momentos cruciales de la historia.


El intento de aplicar la represión o buscar paliativos para desactivar la lucha, no soluciona el problema, sino que lo agrava o lo aplaza. Debemos entender que el sistema actual, aunque con todas las miserias que vuelca sobre ella, engendra simultáneamente las condiciones materiales y las formas sociales necesarias para la reconstrucción económica de la sociedad, a costa de sangre, sudor y lágrimas de la clase obrera, si no somos capaces de hacerles frente a los capitalistas y empezar a decirles que puestos a elegir entre "los modelos que defienden los intereses de la burguesía" y "la lucha que defienda una sociedad más justa e igualitaria", preferimos lo segundo por mucho riesgo que corramos.


Después de esta larga exposición que consideramos indispensable para arrojar un poco de luz y reabrir el debate sobre las cuestiones principales, hemos de concluir con lo que sigue: 1) Una subida general de los tipos de salarios, aunque acarrearía una baja de la cuota general de ganancia capitalista, no afectaría en términos generales a los precios de las mercancías, si se utiliza el control obrero de la cesta de la compra por las organizaciones ciudadanas organizadas democráticamente. 2) La tendencia general de la producción capitalista no es elevar el promedio de los salarios, sino reducirlos, por lo que sólo mediante la lucha sindical y política unida y organizada podremos contrarrestarlo. 3) Las cúpulas sindicales mayoritarias como son UGT y CCOO, aunque han intentado trabajar como centros de resistencia contra las usurpaciones y ataques del capital, deben reconocer que sus políticas de pactos y consensos han fracasado.


El fracaso de su política sindical exige que ésta sea modificada, por ser más necesario y urgente que nunca, por un sindicalismo auténticamente de clase, más combativo y democrático, que sirva para armar sindical y políticamente a los trabajadores y convertir a nuestras organizaciones de izquierdas en auténticos referentes de lucha por un puesto de trabajo y un futuro digno para la juventud y toda la humanidad, devolviendo la voz directamente a la clase trabajadora, porque ese fracaso es debido a limitarse a contrarrestar "los efectos" del sistema existente, en vez de esforzarse, al mismo tiempo, por cambiar "la causa" que es el capitalismo, en vez de emplear nuestras fuerzas y nuestras organizaciones como palancas para la "completa emancipación de la clase trabajadora, es decir, la abolición de todas las clases sociales, y su declaración y conversión en una sola clase de trabajadores, dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes", como aparece en la declaración fundamental de los principios socialistas para cuyo fin han sido construidos con el esfuerzo de los trabajadores tanto el PSOE, como la UGT y las Juventudes Socialistas. Por el fortalecimiento de una izquierda amplia en el seno del Partido para luchar por una salida por la izquierda que defienda un auténtico programa socialista. Otro mundo es posible, si, pero con el verdadero socialismo. Únete a la lucha por un mundo mejor.

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.
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