26 de junio de 2010

UGT DE MÁLAGA CONVOCA A LOS DELEGADOS PARA PREPARAR LA HUELGA GENERAL.

En el Centro Cívico de Málaga, se celebró el viernes 25 de junio, una Asamblea General de UGT a la que han asistido algo más de 300 delegadas y delegados de este sindicato. Presidieron el acto entre otros dirigentes el compañero Ferrer, Secretario General de UGT en Málaga y el compañero Pastrana, Secretario General de UGT Andalucía.

Los dirigentes de UGT explicaron que “han venido defendiendo propuestas sindicales convencidos de la necesidad de impulsar un nuevo modelo productivo, un nuevo modelo laboral y un nuevo modelo social garante de los derechos y necesidades de los trabajadores y las trabajadoras, así como del conjunto de la ciudadanía”, pero ha sido imposible el pacto social con la patronal, porque ésta esperaba que el gobierno hiciese la reforma laboral por decreto, como así ha ocurrido.

Se planteó la movilización general de todos los delegados, para que explicaran en cada centro de trabajo la necesidad de convencer a todos los trabajadores de dar una respuesta masiva de apoyo a la Huelga general que ha sido convocada por los sindicatos UGT y CCOO, para el día 29 de Septiembre. Esta es una lucha impuesta a la clase trabajadora por el ataque del gobierno contra los intereses de las masas. Los trabajadores son llamados a la movilización general por la Confederación Europea de Sindicatos (CES) y habrá países donde se convoque la Huelga General pero en otros habrá movilizaciones de distinto tipo, porque la burguesía está movilizada para el ataque, con todo su aparato de propaganda, toda la maquinaria política de los partidos y todos sus recursos económicos, para combatir a fondo los intereses de la clase trabajadora.

Nuestra valoración, como Izquierda Socialista de Málaga, es que las direcciones a través de los sindicatos se han visto forzados a convocar esa huelga arrastrados por el descontento y la frustración de los trabajadores que la esperaban desde hace tiempo, aunque otros piensan ahora que es el peor momento, porque esas medidas son más bien defensivas y había que haberlas tomado antes con carácter ofensivo.

No va a ser una lucha reivindicativa que lleve a los trabajadores a combatir a la patronal, a la burguesía y a su aparato estatal, para obtener mejoras salariales y de condiciones de trabajo, sino que es para no perder conquistas ya alcanzadas en luchas anteriores. Si los sindicatos no clarifican bien estas cuestiones, podría retraer a muchos trabajadores que no entenderían la necesidad de salir a la lucha.

Las direcciones sindicales tienen el deber de proponer consignas más elevadas y más generales, donde quede claro el objetivo concreto de la huelga general, convirtiendo la misma en huelga ofensiva, en vez de defensiva, CON UN PROGRAMA CLARO DE REIVINDICACIONES, si quieren de verdad que sea el inicio de la recuperación del movimiento obrero y ofrecer firmeza para que podamos ganar, pero existen muchas dudas entre los trabajadores que las direcciones estén a la altura que las circunstancias requieren.

Al establecer claramente esas reivindicaciones parciales, las direcciones sindicales deben tener en cuenta que esas reivindicaciones tienen su origen en las necesidades concretas de las amplias masas de los asalariados y de los parados, sean éstos del sector privado o empleados públicos, para fortalecer la unidad. Por tanto que no se limiten a arrastrar a las masas a la lucha, sino que sirva para propiciar una mejora en la organización y en las condiciones de trabajo. Para ello la lucha tendrá que ser larga y sostenida en el tiempo, si de verdad queremos un triunfo para la clase trabajadora, explicando que los trabajadores no tenemos que consentir pagar los costes de la crisis cuya única responsabilidad es de los capitalistas, de sus sistema y de los estafadores y especuladores que nos han llevado a esta situación.

Las consignas concretas que tienen sus orígenes en las necesidades económicas de la clase trabajadora, deben a su vez ser introducidas en el plano de la lucha por recuperar fuerzas, tanto en el aspecto cuantitativo como, sobre todo, en el cualitativo, cambiando el discurso reformista desfasado de ese sindicalismo de pactos y consensos llevado hasta ahora, por un sindicalismo movilizador, de lucha firme, de combate y democrático, donde las decisiones sean sometidas al refrendo de las bases del movimiento obrero, para que se restituya el control perdido sobre las direcciones que habían escapado a la democracia de los trabajadores.

La naturaleza de la crisis y de la recesión actual consiste en que las condiciones de existencia más modestas de los trabajadores son incompatibles con las reformas, debido al estrecho margen que ofrece la economía capitalista y por dicha razón, la propia lucha por las reivindicaciones más concretas requieren de métodos muchos más firmes y contundentes para arrancarle algo a la burguesía y a que el Gobierno retire esa reforma laboral antisocial, lo que nos llevará a luchas cada vez más convulsivas.

Mientras que los capitalistas se aprovechan del alto número de parados para ejercer una presión a la baja sobre los salarios reales, que vienen cayendo vertiginosamente, las direcciones sindicales y los partidos de la izquierda debemos tomar clara conciencia de que las condiciones actuales de la clase trabajadora, cada vez más empobrecidas y agobiadas por las hipotecas y los créditos, por el aumento del paro, por la falta de perspectivas de encontrar empleo, van a constituir un factor determinante que espoleará la lucha, más tarde o más temprano, sea la huelga un éxito, sea un relativo fracaso.

Condicionados por la presión que empiezan a ejercer los despidos, que se podrán ver acelerados en el próximo otoño con la aplicación de las medidas decretadas, de abaratamiento y facilidad de los despidos, el paro crecerá y la recesión se recrudecerá; a su vez, la polarización en líneas de clase se podrá ver agudizada porque la clase trabajadora empujará en la búsqueda de un giro a la izquierda que será duro conseguir; en el fragor de estas luchas, que pueden durar meses, nuevas capas de jóvenes se irán incorporando a las tareas de dirección de un sindicalismo más radical, buscando el nuevo modelo de lucha que las masas están exigiendo ante la situación de estancamiento previsible de la economía y la falta de creación concreta de puestos de trabajo que disminuya la presión.

Al tomar cada vez con más energía la defensa de los intereses de la clase trabajadora, las nuevas capas sindicales, o las direcciones que se verán obligadas a girar a la izquierda, se encontrarán ante la tesitura de representar con más firmeza a las masas en acción, pudiéndose dar la contradicción de que, mientras más empujen los asalariados desde abajo, más girará la clase burguesa por arriba hacia la derecha, produciéndose un triunfo del PP en las próximas elecciones, debido a la abstención de las masas debido a su alta frustración y apatía, al comprobar que no pueden ofrecerles desde el Parlamento ninguna salida concreta a sus necesidades, porque la representación del movimiento obrero en las Cortes es muy escasa.

Cuando más amplio sea el sector de los parados, de los trabajadores eventuales, de los sectores de capas medias que se vayan proletarizando por falta de alternativas, en mayor medida sus intereses se harán cada vez más comunes en líneas de clase, comprendiendo las masas, en caso de que ganase el PP las próximas elecciones, que tampoco la derecha podrá ofrecer ninguna alternativa, sino, al revés, profundizará mucho más los ataques contra los más pobres, recortando los derechos sociales y las prestaciones hasta los huecos.

Llegará un momento en que la clase trabajadora empezará a comprender que la lucha reivindicativa, solamente en el marco del aspecto sindical, se queda corta y no soluciona ninguno de los problemas en los que nos sumió el propio sistema capitalista. Entonces, paulatinamente o bien a base de saltos bruscos y repentinos en la toma de conciencia, pasarán de la polarizaron a la radicalización y de ésta a la politización, exigiendo giros a la izquierda en el plano político y formando corrientes de opinión mucho más a la izquierda que busquen un cambio profundo en el modelo de sociedad; esos giros a la izquierda pueden ser muchos más rápidos y virulentos que los propios estrategas de la burguesía esperan y por supuesto, dejarán perplejos a los propios dirigentes sindicales y a muchos dirigentes políticos, que se quedarán a la derecha de esos acontecimientos.

Desde Izquierda Socialista de Málaga, entendemos, respetamos y como trabajadores afiliados a los sindicatos de clase, muchos de nuestros afiliados apoyarán las posiciones de las direcciones del movimiento obrero secundando la Huelga General, pero es preciso explicar bien, que esta huelga no es para derribar al PSOE y ayudar al PP a subir al gobierno, como algunos reaccionarios pueden aprovechar para trabajar por ello, sino, para que el PSOE rectifique y gire a la izquierda defendiendo los intereses de los trabajadores y las capas más desfavorecidas.

Como nosotros hemos venido diciendo, bajo el capitalismo no hay una salida digna para las masas, pues ese sistema basado en el lucro privado para unos pocos, nunca podrá resolver totalmente la cuestión social. El carácter del periodo en el que hemos entrado convierte en un deber social para todos los partidos y sindicatos de izquierdas, la tarea de elevar al más alto grado el espíritu de combatividad del movimiento obrero, para caminar hacia la unidad en la acción con la mejor organización posible, para lo que es imprescindible acertar en la mejor estrategia y táctica que sean las adecuadas, para defender el programa correcto que pueda ser asumido como válido por las masas en acción, para llevar a cabo las tareas que a la clase trabajadora como clase nos aguarda, que no es otra que la construcción de una nueva sociedad, la sociedad Socialista y mandar al capitalismo al basurero de la historia. Otro mundo es posible, pero con el verdadero socialismo.

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
Is-psoe.malaga@terra.es

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