11 de septiembre de 2009

CONGRESO UGT ANDALUCÏA.

Se acaba de iniciar el IX Congreso de UGT Andalucía que afronta este cónclave con el anuncio de dos candidaturas a la Secretaría General al que asisten unos 500 delegados. Está prevista su clausura el próximo sábado y durante los debates de las ponencias, sin duda tendría que salir a la palestra, la necesidad de una potenciación de la lucha sindical en momentos de ofensiva patronal como el que se está dando en la actualidad, que es ya una realidad reconocida por el movimiento obrero en general.


Seguramente se hablará asimismo de la potenciación de las secciones sindicales que es la unidad básica de organización de los trabajadores en la empresa y demás estructuras del sindicato y el rechazo a la política destructiva de la patronal en referencia a esos organismos sindicales de base que están desapareciendo por acoso de los empresarios. Sabemos que la lucha por la defensa de los salarios y niveles de vida, sin sindicatos poderosos se hace cada día más difícil. La ofensiva sistemática de la patronal que siempre tratan de socavar los sindicatos y restringir su esfera de acción mediante el incumplimiento sistemático de los convenios y las presiones para conseguir una legislación antisindical, ha sido una constante en los últimos años, favorecidos por la política de Pactos y Consensos permanentes por parte de las direcciones de los sindicatos mayoritarios, sobre todo UGT y CCOO.


Existen algunos interrogantes que sería conveniente analizar: ¿La política sindical desarrollada ha sido positiva o negativa para los trabajadores? ¿Se ha debilitado o se ha fortalecido el sindicalismo de clase? Esa política sindical solo de despacho, de servicios, de desmovilización permanente ha afectado a los dirigentes sindicales, que han asumido la política de colaboración de clases y, ahora, a muchos, les da miedo enfrentarse a las luchas porque han estado acostumbrados a aferrarse a las poltronas; se ha perdido incluso el discurso de clase.


Una de las fuerzas más conservadoras de esta sociedad es la dirección de un sindicato, cuando sus cúpulas giran tanto a la derecha que asumen la política del capitalismo como la única posible. Empiezan a repetir las consignas de la patronal de que “estamos en el mismo barco”, que todos “debemos apretarnos el cinturón para salir de la crisis”, que “tenemos que colaborar con los empresarios porque la lucha de clases ya no se lleva”. Eso es un error que se ha estado cometiendo por parte de las direcciones obreras que va a costar esfuerzos de rectificar.


El sindicalismo de clase debe explicar que es imposible reconciliar intereses de clases que son antagónicos y excluyentes, porque en los momentos actuales, de cerrazón, de enroque de la patronal por el miedo a la crisis, la única forma de conseguir reformas y conquistas salariales, será a través de luchas cada vez mejor organizadas y más unitarias.


Incluso tenemos que prepararnos para defender las conquistas del pasado que están siendo amenazadas por los empresarios y su sistema de los capitales. Esta situación actual entra en directa contradicción con la política de colaboración de clases que han venido defendiendo las cúpulas sindicales, porque, esas políticas están agotadas, ya que reflejan el pasado de relativa paz social, que debido al auge de la economía permitían ciertas migajas para los trabajadores, pero que en el presente y en el futuro, se hacen cada día más inviables porque son diametralmente opuestas a la realidad anterior.


La clase burguesa dominante ha utilizado todo su poderío económico para domesticar a las cúpulas sindicales, enredarlos y sacar más plusvalías, con un intento conseguido de castrar a los sindicatos y convertirlos en instrumentos para controlar a las masas. Esta afirmación es comprobable mirando comparativamente las rentas del capital, que han aumentado con relación a las rentas del trabajo, de manera sustanciosa, con relación al PIB anual, en una curva ascendente pronunciada durante los últimos veinte años a favor de los empresarios.


Tenemos que rechazar esos intentos de seguir sometiéndonos a la vez que prepararnos para defender el fortalecimiento y la democratización de nuestras organizaciones sindicales desde el nivel de sección sindical hasta la C.E. Confederal. Hay que luchar por un sindicalismo que debe ser independiente de la Patronal y del Estado. Es preciso que profundicemos y acometamos un amplio movimiento para ejercer un control firme sobre nuestros dirigentes, a la vez que les obligamos a que luchemos todos juntos por los verdaderos intereses de la clase trabajadora, porque nosotros no hemos tenido nada que ver con la crisis que padece el capitalismo.


Nuestros compañeros dirigentes sindicales, que se consideran ellos mismos como buenos negociadores, realistas y prácticos, en realidad, al haber perdido muchos de ellos el contacto con el tajo, con la realidad en el seno de las empresas, andan bastante desorientados y no tienen la más remota idea de la catástrofe que significa el azote de esta crisis contra la clase obrera. Han aceptado recortes salariales y congelaciones con la esperanza de que todo resulte bien e imaginan que es posible mantener la paz social para salir de la crisis. Están convencidos de que sus conocimientos y las relaciones óptimas alcanzadas con la patronal les van a servir para que los capitalistas cambien su comportamiento y cedan en sus privilegios, pero están totalmente equivocados. La debilidad invita a la agresión, como estamos comprobando por lo que, por cada paso atrás que demos los trabajadores, la patronal nos va a exigir más y más.


La Patronal les ha cogido la medida y les está pasando como al Pastor que repetía “que viene el lobo”, porque cuando están obligados, por las presiones de los obreros, a convocar movilizaciones, hacen todo lo posible para aplazarlo, para limitar las acciones, solo amenazando para casi siempre desconvocar a última hora. La patronal se ríe de sus convocatorias de huelgas, porque saben que van de farol, pero el “lobo” asomará la patita por debajo de la puerta el próximo otoño. Otro error es el tipo de convocatorias carnavalescas y lúdicas en la que se ha entrado, porque cuando se tiene que ir a una lucha, es preciso explicar que eso no tiene nada que ver con una “juerga” sino que debe ser explicado como una “Huelga”, con sus pros, con sus contras, como una de las cosas más serias a la que la clase trabajadora se enfrenta.


Para cualquier dirigente sindical serio, las huelgas, las luchas, las manifestaciones y otras acciones sindicales es una forma para hacer avanzar la conciencia, para hacer que la clase obrera comprendan, por la unidad y la organización, su poder ante el patrón, a la vez que debe contribuir a prepararnos para las batallas que deberemos librar en el terreno social, económico y político para poder llevar algún día a producir un cambio fundamental en el modelo de sociedad, pero, por desgracia, para muchos sindicalistas reformistas, la huelga se ha convertido solamente en una válvula para sacar presión de la olla.


Durante la crisis del último período que estamos sufriendo, con tantos cierres de empresas que nos llevan camino de los cinco millones de parados, está surgiendo ya una corriente crítica, todavía algo subterránea que expresa un enorme descontento debido a los ataques sufridos y a la pérdida de conquistas sindicales. Este proceso molecular de toma de conciencia, saldrá a la superficie más tarde o más temprano buscando una expresión en las organizaciones de masas de la clase obrera que hará incluso conmocionarse a los propios sindicatos, expresando su malestar y rechazo con las políticas de pactar y conchabar sin ton ni son, que están periclitadas. Se producirán cambios bruscos y repentinos en la acción de las masas cuya radicalización en un momento dado, entrará en conflicto con el conservadurismo que se detecta en las direcciones. La presión de la lucha propiciará una transformación de los sindicatos, que serán zarandeados de arriba abajo, produciéndose un giro a la izquierda para luchar por transformarlos en verdaderas organizaciones de lucha que defiendan de forma nítida los intereses de nuestra clase.


Desde Izquierda Socialista de Málaga-PSOE-A, donde los militantes somos todos trabajadores afiliados a diversas organizaciones sindicales, defendemos la potenciación de sindicatos de masas, democráticos, combativos, que sean totalmente válidos para organizar a la vanguardia y dirigir a la mayoría de la clase obrera, para organizarla, formarla y prepararla no solamente para la lucha por mejoras cotidianas, sino para que los trabajadores podamos convertirnos en los verdaderos partícipes de la transformación socialista de la sociedad, tomando en nuestras manos la dirección real de la economía para construir una futura sociedad democrática y socialista.


Ante el Congreso de UGT que se está celebrando, deseamos a los compañeros delegados que realicen un buen trabajo y tengan aciertos en sus deliberaciones, pero como trabajadores socialistas, nos gustaría que se contemplaran una serie de reivindicaciones básicas que podrían mejorar el funcionamiento y la potenciación de esta organización en la que muchos militamos, asumiendo estas críticas de forma fraternal.


Nos gustaría un sindicato totalmente independiente del Estado y de la patronal. Estamos en contra de los acuerdos que restrinjan el derecho de Huelga y el margen de la acción sindical, como los arbitrajes forzosos. Propugnamos una profundización en la democracia interna de los sindicatos y que estén controlados desde la base por los militantes, eliminando las barreras burocráticas. Elección y revocabilidad automática de los representantes sindicales para luchar contra la burocratización y el arribismo, a la vez que se implante que ningún dirigente sindical pueda cobrar un salario superior al de un trabajador cualificado y tener siempre los gastos disponibles para que puedan ser fiscalizados por cualquier militante del sindicato. Desarrollar un programa de formación del militante, que esté orientado a la solidaridad y la movilización en defensa del empleo y el mantenimiento del nivel de vida, rechazando las políticas de colaboración de clases. Ampliar la política de Unidad Sindical sobre la base de reivindicaciones y acciones conjuntas con otras fuerzas. Dar más participación a las bases, incluyendo la potenciación de los comités de delegados sindicales y la creación de comités de enlaces en las Huelgas, durante las acciones realizadas y en otros conflictos que surjan, como una forma de garantizar la máxima participación del mayor número de trabajadores que participen en las acciones. De acuerdo con los partidos políticos de la izquierda, PSOE e IU, seguir avanzando en la búsqueda de la unidad en la acción para conseguir un Frente Único de clase contra la derecha, en la que estén también CCOO, CGT y otros sindicatos, para defender la nacionalización de las empresas claves de la economía y la creación de una democracia industrial avanzada, donde los sindicatos y los partidos obreros jugarían un papel clave en la administración y control de todos los centros de trabajo, como una de las mejores formas de luchar contra la corrupción, la especulación y los despilfarros. El sindicalismo de clase no tiene por qué ser un fin en sí mismo, sino que tiene que ser un instrumento de lucha permanente, como cuando fue fundada la UGT, con un objetivo común con el partido, un objetivo socialista, que es la transformación de esta podrida sociedad Capitalista para iniciar la “emancipación de la clase trabajadora, que debe ser obra de la propia clase, o no será”.


AREA DE INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA MALAGA-PSOE-A.

Is-psoe.malaga@terra.es
http://izquierdasocialistamalaga.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario